Las grietas, que los vecinos achacan a la actividad del pantano, obligan a desalojar tres viviendas por el riesgo de desplome Los corrimientos de tierra amenazan a una docena de casas en la aldea de Álora
La histórica aldea de El Chorro se resquebraja. La aparición de numerosas grietas y socavones en calles y casas han sembrado el temor en esta barriada de Álora, levantada originariamente en los años 20 para alojar a los trabajadores que construyeron el primitivo pantano del mismo nombre.
Aunque desde hace ya tiempo se venía constatando la aparición de grietas en algunas viviendas, desde hace un par de años la cosa ha empeorado hasta el punto de que el Ayuntamiento ha adelantado que esta misma semana ordenará el desalojo de tres casas. «Ahora son tres, pero podrían ser más si el terreno se sigue hundiendo», explica Maite Rengel, la presidenta de la asociación de vecinos.
En El Chorro, donde existen algo más de medio centenar de viviendas, la mayoría muy antiguas, achacan los corrimientos de tierra a la actividad de la presa del Tajo de la Encantada, que se utiliza para generar electricidad, lo que hace que el agua del embalse cambie constantemente de nivel. El alcalde de Álora, José Sánchez Moreno, explica que los primeros informes encargados apuntan a esa posibilidad debido a los «continuos cambios del nivel freático», si bien en breve esperan contar con un estudio geológico definitivo.
El regidor señaló que, aunque por ahora solo se ha ordenado el desalojo de tres, las casas afectadas ascienden a una docena. En la mayoría de ellas se han apuntalado los techos ante el peligro de derrumbe. Al parecer, las abundantes lluvias de los últimos años han aumentando los socavones en las calles y han hecho que las construcciones se resquebrajen todavía más para desesperación de los vecinos.
«Si nos quedamos en la calle no tenemos alternativa. Yo llevo mucho tiempo en el paro y cobro 400 euros que tengo que gastarme en comida para mi familia. No puedo comprarme otra casa», explica Cristóbal Mancera, de 61 años, quien vive desde 1981 con su esposa y su hija en uno de los inmuebles advertidos de desalojo.
Sin otra alternativa
Su vecino, David Patrick, de 60 años, también tendrá que abandonar su hogar después de poner hasta 12 puntales en distintas habitaciones. «Me siento humillado e impotente. Llevo diez años aquí. Si me tengo que ir, solo espero que me faciliten una casa modesta pero digna, como ésta». Los residentes de El Chorro exigen ahora que alguien se responsabilice de los daños y compense con un lugar donde vivir a aquellos que tengan que irse.
El Consistorio, que es el que ordena los desalojos, solo les facilitará alojamiento para unos días, pero después tendrán que buscarse la vida. La presidenta de la asociación de vecinos informa de que están preparando una demanda contra Endesa, compañía que explota la central hidroeléctrica del pantano, y están a la espera de una reunión con responsables de la Delegación de Medio Ambiente y la Agencia Andaluza del Agua, que tiene las competencias del embalse.
Y Sevillana no hace nada y nosotros nos quedamos sin casas
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