viernes, 14 de junio de 2013

Urbanismo se opone a la idea de Emasa para tratar el mal olor del río (Málaga Hoy)

Un informe técnico discrepa de la solución prevista por la Empresa de Aguas, que ya está inmersa en el proceso de adjudicación
S. SÁNCHEZ · R. GARRIDO MÁLAGA | ACTUALIZADO 14.06.2013 - 01:00
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Tareas de limpieza y acondicionamiento del tramo final del río Guadalmedina.

La solución que el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, defendió el pasado mes de abril para poner fin a los malos olores que verano tras verano padecen los vecinos de la desembocadura del río Guadalmedina cuenta con un informe negativo de la Gerencia de Urbanismo. El dictamen, a pesar de no ser vinculante, choca con la intervención diseñada por la Empresa Municipal de Aguas (Emasa) para zanjar lo que viene siendo un problema desde más de una década y que se potencia con la llegada de las altas temperaturas. 

Según pudo saber este periódico de varias fuentes municipales, la iniciativa de la sociedad municipal, que incluso ha impulsado la licitación de la obra, apuesta por rellenar con rocas, tierra y hormigón la parte final del río, eliminando la entrada de agua proveniente del mar y que, una vez estancada, es la causa de la pestilencia. Pero esta solución, de mucha menor envergadura y más económica que otras que a lo largo de los últimos años se han puesto sobre la mesa, no acaba de convencer a los técnicos de Urbanismo. 

La situación es tal que, a la espera de que puedan producirse encuentros entre ambos organismos para encontrar un punto de conexión, las posiciones actuales son distantes. No obstante, las fuentes consultadas se mostraron convencidas de que el diálogo permitirá acercar las posturas, al tiempo que incidieron en la necesidad de responder a las demandas de los residentes afectados. "Desde el punto de vista urbanístico la prolongación de la lengua de tierra hacia la desembocadura no convence", aclararon las fuentes, que apuntaron que los técnicos parecen decantarse más por una intervención de más peso, pero, al tiempo, sustancialmente más cara. 

Al parecer, la solución que plantean los técnicos de Urbanismo es modificar el fondo del tramo final del cauce del río con hormigón, como se hizo en el tramo intermedio, para no tener que eliminar por completo la lámina de agua. Sin embargo, esa opción ya fue descartada por Emasa hace años dado que el presupuesto se disparaba hasta los 2,5 millones de euros. 

La oposición mostrada al proyecto a estar alturas no ha sentado demasiado bien en el área de Medio Ambiente, máxime cuando la misma se conoce después de que Emasa haya iniciado los trámites para adjudicar los trabajos necesarios. Así consta en el perfil de contratante de su página web, en la que se informa de la apertura del plazo para la presentación de ofertas, hasta el 1 de julio, para optar al proyecto Actuaciones en el tramo final del cauce del Guadalmedina, zona comprendida entre la pasarela de Salitre y el puente del Carmen

En la información se precisa que se trata de una intervención valorada en 414.500 euros (sin IVA), obtenido tras la aprobación de varias modificaciones de expedientes de crédito, y un plazo de un mes para la redacción del proyecto y de dos meses para la ejecución de los trabajos. 

Todo ello con la intención clara, como informó este periódico el pasado 23 mayo, de poder acometer las actuaciones a lo largo de este verano. Algo nada baladí, por cuanto se busca que las labores no se vean interrumpidas por las lluvias y puedan estar coordinadas con el sistema de funcionamiento de la presa de El Limonero, ya que cualquier apertura de sus puertas para evacuar agua podría dificultar el avance del proyecto. 

Esta intervención viene a constatar el fracaso de las alternativas puestas sobre la mesa de forma continuada por el Consistorio, que no han evitado las molestias en el entorno. La más significativa data de 2004, cuando Emasa ya trató de liquidar las molestias con un sistema de bombeo de agua de mar desde el Puerto hasta unas bocas junto al Centro de Arte Contemporáneo (CAC), con el que facilitar el movimiento del líquido y el aumento de la concentración de oxígeno en la zona con agua de mar. El escollo constatado año tras año es que cuando la marea baja, el sistema de captación de agua se queda sin suministro, las bocas dejan de funcionar y el hedor vuelve. 

Según los datos municipales, sólo el consumo eléctrico del mecanismo supone unos 50.000 euros anuales. Cifra que se puede ir a los 115.000 euros si se incluye la gestión global, a lo que añadir lo aportado en la limpieza del fondo. De hecho, las actuaciones que Emasa tiene que llevar a cabo prácticamente cada año para retirar el lodo del fondo de este tramo y evitar los malos olores supone un gasto añadido de unos 140.000 euros.

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