domingo, 19 de abril de 2009

Málaga, sísmicamente parecida a la zona devastada de Italia (La Opinión)

Los expertos apelan a los precedentes históricos y no descartan la posibilidad de un seísmo similar en la provincia. La normativa de la construcción, ventaja para proteger del deterioro

LUCAS MARTÍN. MÁLAGA El reciente terremoto de Italia ha dejado su huella en la provincia. Afortunadamente no desde el punto de vista físico, pero sí en lo que respecta al grado de consternación popular. Las afinidades con el país italiano son evidentes. A la sintonía mediterránea se une una cultura urbanística de bochornosas semejanzas y unos antecedentes históricos que no incitan a la despreocupación. Especialmente, si se tiene en cuenta la opinión de los expertos, que ha sido tajante y señala a las provincias de Málaga y Granada como las más parecidas al entorno en el que se detectó el primer temblor.
La posibilidad de que un seísmo pueda sacudir la provincia no es científicamente descabellada. Los estudios señalan el litoral como uno de los puntos con mayor actividad tectónica del país. Eso no quiere decir que el suelo se resquebrará mañana, sino que como escribió Einstein, hay algo que se mueve. El Mar de Alborán es punto de encuentro de dos grandes placas y los sismógrafos anotan sacudidas a profundidades que superan los 150 kilómetros de inmersión. Una dimensión aparentemente más pacífica, pero de proporciones colosales si se decide a aumentar su potencial.
Gerardo Alguacil, subdirector del Instituto Andaluz de Geofísica, constata que la provincia no es, ni mucho menos, una lona apaciguada. Su vulnerabilidad es lo suficientemente alta como para responder a un repique tectónico producido en el Cabo de San Vicente y la estadística habla de tres o cuatro movimientos por siglo de hasta ocho puntos de intensidad.
Pero más allá de los datos, Alguacil se refiere a otra cosa cuando alude a su relación con la condolida región de Italia. En Málaga se han dado terremotos similares al que todavía inunda la actualidad.
Todo estos datos no dejan lugar a dudas: un seísmo de la misma envergadura en la provincia no sería material de ciencia ficción. Ahora bien, la duda estriba en saber si sus consecuencias adquirirían tintes tan devastadores como en L´Aquila.
Alguacil arroja una reflexión de partida nada desdeñable: sostiene que el terremoto de Italia no fue tan acusado como se podría intuir en función del deterioro. Es más, apunta que un seísmo de idénticas proporciones no causaría víctimas en California o en Japón. La clave, dice, está en la calidad de los materiales y la firmeza de los edificios. Un matiz que invita a reformular la pregunta: ¿Está Málaga protegida a pesar del ´boom´ de la construcción?
Los primeros análisis no se muestran demasiado amables. La velocidad con la que se construyó en la década de los 90, en las que los apartamentos afloraban con una rapidez casi fabulística, irradia desconfianza. Pero los especialistas no dan lugar para este tipo de especulaciones. Antonio González Herrera, profesor de la Escuela de Ingenieros Industriales de Málaga, insiste en que la normativa española es bastante severa, especialmente desde el año 1994, fecha de su última actualización.
Además de gozar de unas condiciones sísmicas ligeramente más benevolentes que la del país transalpino, España cuenta con la ventaja de la ley, que revisa que los edificios se adapten a los planteamientos técnicos de seguridad. González Herrera asegura que los cimentados desde hace trece años tienen garantías de fiabilidad. El resto, no es que se levantaran gratuitamente, sino que la disciplina no estaba tan avanzada como en los últimos años del siglo, lo que despierta un grado más alto de incertidumbre.
Según explica el experto, las exigencias antisísmicas se incorporaron a la legislación en la desarrollista década de los 60 como un requisito de obligado cumplimiento para la construcción. Lo que ocurre es que los profesionales no atesoraban tantos conocimientos ni la técnica había evolucionado tanto como en la actualidad. Aún así el riesgo se concentra en otro tipo de edificios, las casas rurales, elaboradas en ocasiones por los propios dueños y sin tantos remilgos como los rascacielos.
Precisamente, ése es uno de los grandes lugares comunes de la prevención. Los edificios en altura son, en principio, los más peligrosos y abundan en la Costa. Pero no hay que fiarse de los tópicos. Su riesgo ha hecho que se tengan en más cuenta los criterios de seguridad y se apliquen materiales y técnicas destinadas a soportar la torsión. En definitiva, Málaga parece preparada, pero nunca hay que bajar la guardia. Los terremotos son impredecibles y su capacidad de destrucción es una incógnita. Incluso en ciudades tan fortificadas como San Francisco o Hiroshima.