viernes, 11 de mayo de 2012

Urbanismo aún confía en pactar con Endesa el cobro del dinero de la Térmica (SUR)


El equipo de gobierno municipal no pierde la esperanza de poder llegar a un pacto con Endesa sobre el dinero del convenio urbanístico vinculado a la construcción de casi novecientos pisos en la zona de la Térmica. Como ayer informó este periódico, los 58 millones de euros que se acordaron en 2008 pretenden ser rebajados por la compañía eléctrica hasta unos 23 millones, mientras que el Ayuntamiento rechaza esta propuesta y ofrece una reducción a no menos de unos 40 millones. Desde el Ayuntamiento se mostraron confiados en cerrar un acuerdo por la vía del diálogo antes que tomar la judicial, aunque no descartaron presentar una demanda para reclamar el pago del convenio con tal de hacer valer los intereses de la ciudad si la negociación abierta no prospera. Cabe recordar que el convenio de la Térmica ya está en los tribunales porque Endesa reclamó su resolución por este camino, una vía que también podría tomar el Consistorio para exigir el dinero pactado en su momento, un montante con el que estaba previsto financiar obras como el bulevar o el soterramiento de la avenida de Cánovas del Castillo.

Un 'palacio' del siglo XIX en la calle Cerrojo (SUR)


La reforma del edificio ha configurado diez viviendas que promocionarán las creaciones de artistas malagueñosUna jubilada rehabilita la casa de sus abuelos, el único inmueble privado de Perchel Norte que conserva los elementos constructivos de 1870

Un 'palacio' del siglo XIX en la calle Cerrojo
«Recuperar lo antiguo es más caro y laborioso que construirlo desde cero, pero la satisfacción de conservar parte de mi historia familiar es incalculable». Tras una vida dedicada a la docencia, Enriqueta Fernández, ha decidido emplear parte de su jubilación en recuperar un rincón único en pleno centro de Málaga. Se trata de un singular edificio en la calle Cerrojo que, perteneciente a su familia desde 1870, es el único privado de Perchel Alto rehabilitado sin alterar su fisonomía conservando rigurosamente su estructura constructiva.
Forja del siglo XIX, muros perimetrales, cubiertas de teja árabe, vigas de madera e interminables escaleras de caracol y mármol son algunos de los elementos que conserva el interior del inmueble que, respaldado por informes técnicos, mantiene la división en dos espacios entre la vivienda y el torreón a través de dos patios que ahora albergan viejos muebles -también en proceso de restauración- pertenecientes a los abuelos de Enriqueta, la familia Fernández-López.
«De mis padres no se pudo restaurar ningún mueble, de mis abuelos sí, lo que demuestra que las cosas antiguas estaban mejor hechas que las de ahora, al menos yo creo que sí», comenta la actual propietaria mientras enseña orgullosa los cabeceros, cómodas y mesas que ella misma está recuperando. «Trabaja en ello un ebanista pero como me gusta intento aportar mi toque, es una satisfacción hacer todo esto», afirma.
Esta vecina del Centro encargó hace dos años y medio la rehabilitación integral de la vivienda a un arquitecto, motivada por el interés de sus hijos de recuperar la que muchos consideran «la joya arquitectónica de la calle Cerrojo». Y es que este edificio es una excepción en la zona.
«En los 80, distintos planes urbanísticos transformaron el barrio y en El Perchel y la Trinidad desapareció gran parte del entramado urbano. Había construcciones en muy mal estado y la mayoría de los propietarios se negaron a restaurarlas ante el desembolso que suponía», explica Enriqueta, recordando que «desaparecieron calles enteras con ejemplos de arquitectura doméstica de los siglos XVIII , XIX y principios del XX, para ser sustituidas por bloques de pisos, oficinas, hoteles que no acaban de sintonizar con el entorno».
Por ello, la propietaria de Cerrojo 28, confía en que su proyecto personal sirva para poner en valor la historia del lugar. «Mi madre ha vivido aquí hasta hace seis años. Esta casa siempre estuvo habitada y volverá a estarlo en poco tiempo, la familia tiene ganas de disfrutarla, aunque ya no se recupere el apego vecinal que caracterizaban a la zona lo mantendremos vivo», resalta tras recordar que su abuelo compraba vino que después almacenaba en los bajos del torreón y era vendido posteriormente en las tabernas. De hecho, aún conservan barriles del siglo XIX que Enriqueta también pretende restaurar.
«Todo lo que está en buen estado sigue presente en el edificio, ese era el objetivo», recalca. Entre lo más llamativo destacan las vigas de roble, haya y pino rojo que soportan la segunda planta y los tejados, donde Enriqueta ha convertido en buhardillas los desvanes que servían de almacén para el vino. La luz del sol está presente en todos los rincones de los casi mil metros construidos sin contar terrazas y patios.
Unas vistas privilegiadas
Pero quizás lo más valioso del edificio sean sus vistas al Centro Histórico. Desde sus dos azoteas se divisa la Catedral, la Alcazaba, Gibralfaro y todo el recorrido de iglesias a ambos lados del Guadalmedina. Ganchos más que suficientes para el turismo, por eso la familia ha enfocado parte del inmueble a los alquileres vacacionales. «En la zona sobran los hoteles pero casas de este tipo y valor histórico pueden resultar atractivas a los visitantes, por lo que hemos amueblado siete apartamentos para este fin. Mis dos hijos y yo nos quedaremos en los tres pisos restantes», subraya la propietaria.
La decoración se completará con obras de artistas malagueños que «expondrán» en esta casa tan especial su trabajo. La guinda, según Enriqueta, a una casa de ensueño.