domingo, 12 de julio de 2009

El Guadalmedina llega a la universidad. (MALAGAHOY)

Los estudiantes de la Escuela de Arquitectura proponen cinco fórmulas para actuar en el cauce del río · Sólo un equipo de trabajo plantea el recubrimiento total del cauce, los otros cuatro juegan con los relieves y las cotas

Los futuros arquitectos han entrado en el debate del río Guadalmedina sin corsés ni hipotecas. Medio centenar de alumnos de la Escuela de Arquitectura han planteado cinco propuestas de actuación. Los estudiantes, organizados en cinco grupos, afrontaron el reto de repensar el río sólo con dos condiciones: desviar su curso antes de llegar a la ciudad, pero dejando un cauce ecológico. Por lo demás, se enfrentaron al proyecto sin peajes porque no han estado al tanto de las discusiones políticas y urbanísticas que han acompañado este punto de la ciudad.

El recorrido del río desde La Rosaleda hasta la desembocadura se dividió en cinco tramos para que cada grupo planteara en la asignatura Paisajismo y Jardinería una solución propia. Sólo en un caso han propuesto el encauzamiento total. Las otras cuatro contemplan actuaciones en las que se combinan relieves y cotas.

En el primer tramo, trayecto que concluye en el puente de La Rosaleda, los estudiantes utilizan el agua para crear islas circulares en las que crear zonas verdes tanto en el río como en los alrededores. Estas islas se sitúan a cotas diferentes creando "sensación de naturalidad", según el profesor de esta materia Carlos Rosa.

El segundo grupo de universitarios abordó el recorrido fluvial a la altura de barrio de La Trinidad. En este caso se reconstruyen los bordes históricos del río con meandros artificiales que permiten tanto crear puntos de conexión entre ambos márgenes como espacios a cota inferior en las que plantear equipamientos y áreas verdes.

El tercer proyecto discurre entre los puentes de Armiñán y La Aurora. Se trata de la propuesta "más valiente, teórica y de ejecución más cuestionable". Los alumnos partieron del convencimiento de que cubrir el cauce equivalía a perder una referencia esencial de la historia, el paisaje y el desarrollo urbano de Málaga. Por eso, han ideado recubrirlo con una superficie ondulada que permite la visión trasversal entre ambos márgenes y del propio cauce. De esta forma se crean dos niveles, con la intención de que en los pliegues de la superficie ondulada se cuelgan las infraestructuras y equipamientos.

El cuarto tramo comprende desde el puente de La Aurora hasta el de Tetuán. Es por tanto el que atraviesa el centro histórico. Por tanto, esta actuación puede considerarse la más compleja puesto que el trabajo encargado por Carlos Rosa también comprendía la integración con los bordes urbanos. En este sentido, el equipo estudiantil ha entendido que es oportuno cubrir el cauce, generando un enorme espacio público. Para mantener el recuerdo fluvial se esboza el recorrido de las aguas mediante juegos de fuentes, pequeños lagos y jardines circulares a lo largo del trayecto.

El último proyecto se extiende desde el puente de Tetuán hasta la desembocadura, donde los alumnos diseñan una topografía simulando montañas y valles en los que se integran servicios y equipamientos como las paradas del metro. Por tanto, se trata de nuevo de una zona en la que se combinan espacios en la misma cota que el entorno con zonas bajas.

El profesor y secretario de la Escuela de Arquitectura de Málaga, Carlos Rosa, advierte de que el proyecto encargado a los alumnos únicamente requería soluciones paisajísticas, puesto que este es el cometido de la asignatura, sin entrar en soluciones urbanas ni en las infraestructuras. Aún así, reconoce el valor que tienen el valor de ser más que propuestas "estrategias" para un sector conflictivo pero también "una gran oportunidad para la ciudad", puesto que recoge la esencia de Málaga: el mar, el puerto, la medina de la ciudad vieja y los barrios históricos junto a Ciudad Jardín o La Rosaleda, hasta llegar al Limonero y al Jardín Botánico para, más arriba, enganchar con otro punto esencial como son Los Montes.

En este sentido pone de relieve la potencialidad que tiene el río Guadalmedina, dada su cualidad de eje vertebrador de elementos naturales, históricos y urbanos.