Málaga Acoge denuncia que la crisis ha acentuado los prejuicios de los propietarios a la hora de arrendar sus viviendas a extranjeros
Piso en la zona de Eugenio Gross. Dos habitaciones. Un técnico español de la asociación Málaga Acoge llama para preguntar el precio del alquiler. 350 euros al mes más la fianza. El propietario le ofrece al interesado quedar para enseñarle el piso. No le ha preguntado si tiene un contrato de trabajo o con quién va a vivir en el piso.
Pero la disponibilidad de este arrendatario parece cambiar cuando horas más tarde llama Joy John, una nigeriana que lleva cuatro años viviendo en Málaga. Al percibir el acento extranjero le pregunta de dónde es. Cuando le dice su país de origen le dice que el piso no está disponible, que ya lo ha alquilado. No importa la situación laboral o familiar de Joy, si tiene contrato o un negocio que avale el alquiler.