miércoles, 14 de mayo de 2008

Pájaros vs. excavadoras: aves que cortan las alas al hormigón (La Opinión)

La presencia de especies protegidas obliga a interrumpir la demolición de un edificio de Camino de la Térmica. La obra se reanudará tras la reproducción
Los pájaros que anidan en la antigua fábrica de lápices de Camino de la Térmica, uno de los lugares predilectos de aves migratorias, pueden estar tranquilos. La demolición del edificio, en estado herrumbroso, ha sido interrumpida por la presencia de nidos de aviones y vencejos, dos especies protegidas por la legislación nacional y europea, que veta expresamente la retirada o modificación de su entorno, por muy improvisado y provisional que parezca, ya sea sobre los tendales o en un edificio desocupado.Según indicó ayer el delegado provincial de Medio Ambiente, Ignacio Trillo, las obras no se reanudarán hasta que concluya la fase de reproducción y se garantice la supervivencia de las crías, lo que aún puede demorarse alrededor de tres meses. En total, son 43 nidos, la mayoría encaramados en la planta principal, dispuestos para recibir al sol y las entradas de alimento.Amenaza. Durante la jornada de ayer, algunos planeaban por las cercanías y retornaban a los nidos con una remesa de nutrientes. Una de sus oquedades había sido suplantada por gorriones, especialistas, dicen los expertos, en el oportunismo biológico. No obstante, la mayor amenaza no era la naturaleza, ni los tumultuosos pobladores del edificio, sino las excavadoras, detenidas tras el aviso de un vecino de Sacaba. "Nos alertaron y contactamos con Medio Ambiente para que investigase las especies", sostiene Manuel Díaz, concejal de Urbanismo. En principio, el solar carecía de utilidad urbanística. Su derribo no respondía a ningún proyecto ni a edificaciones inminentes. Era, señala Díaz, una cuestión de seguridad. En los últimos años, la fábrica ha soportado varios incendios, al parecer intencionados y su estructura presenta deficiencias. "Estamos de acuerdo en que hay que proteger a los animales, pero hay que darse prisa, para evitar que se desplome", precisa el edil.El edificio, sin actividad fabril desde hace dos décadas, aún lucía ayer restos de ocupación reciente. Entre los escombros del interior, se arremolinaban envases de bebidas espirituosas y más de un colchón calcinado. La suciedad se confundía con el deterioro, los jirones de ropa con periódicos y pintadas. Los pájaros no parecen muy burgueses.Los vecinos aseveran que, a pesar de su número, la colonia se ha reducido notablemente en los últimos años. Desde el cierre de la fábrica, el edificio era conocido por su amplia cantidad de vencejos y aviones comunes. Los nidos, relatan, llegaban a doscientos. No es de extrañar si se tienen en cuenta las características del inmueble, poco menos que el paraíso para ambas especies, que requieren de humedad y se alimentan de insectos. Dos de las propiedades del entorno, encallado a cien metros de la desembocadura del Guadalhorce.Los aviones, emparentados con las golondrinas, están avezados en supervivencia urbana y casi siempre se decantan por edificios deshabitados. En la antigua fábrica, lo tenían todo para su reproducción: barro para levantar sus nidos y bichos para la familia. Otro tanto le ocurre a los vencejos, un tipo de pájaro que no puede posarse en el suelo y se pasa la vida en el aire, también protegido por la legislación.Contaminación. En los últimos años, la población de ambas especies ha sufrido los estragos de la contaminación, especialmente en lo que respecta al uso de pesticidas y la desecación de humedales. Su valor biológico está relacionada con su alimentación, ya que al devorar insectos contribuyen al equilibrio del ecosistema. "Hay que esperar que se hagan adultos antes de proseguir con la demolición", resaltó Trillo.El edificio, del que ya se había derruido parte, se mantendrá en pie hasta agosto, fecha en la que se podrá solicitar la vuelta al tajo a la Consejería de Medio Ambiente. Mientras tanto, es cosa de aviones y vencejos y de aficionados cautelosos. Sobre todo porque el peligro es evidente: conviene no acercarse demasiado. Salvo que se anide en la cornisa.

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