sábado, 14 de junio de 2008

Los rascacielos de Martiricos, una amenazante realidad (La Opinión)

Con tanto hablar de las torres de Repsol, un nuevo proyecto urbanístico crece a su sombra en una zona con los vecinos hartos de edificios.

ALFONSO VÁZQUEZ Al contrario que en la mayoría de las ciudades europeas, en Málaga los rascacielos no se planifican buscando para ellos un entorno idóneo, sino colocándolos en los ´huecos libres´ que quedan. Esta planificación tan norcoreana ha propiciado que dos de los tres proyectos de rascacielos previstos para Málaga parezcan dignos de una ciudad subdesarrollada que quiere ´despuntar´ tirando por lo alto, sin que importe mucho el precio a pagar por la tropelía. A juicio de un servidor, sólo los rascacielos de la Térmica, obtendrían el visto bueno de una ciudad moderna y civilizada. Por desgracia, Málaga sigue padeciendo el complejo de ´nueva rica´, con unos políticos que quieren dejar atrás un pasado urbano bastante gris a fuerza de talonario. En esta pugna entre un urbanismo racional y moderado y los impulsos tan nuestros de avanzar con la chequera, antes que con la cabeza, casi siempre vence nuestro lado más merdellón.
Sólo así puede explicarse que el Ayuntamiento impulse dos proyectos en unas zonas totalmente inapropiadas para levantar complejos de rascacielos como son el solar de Repsol y los terrenos de Martiricos.Este último proyecto cuenta con la oposición de los vecinos del barrio, que conocen muy bien la zona y adivinan los problemas que causaría la llegada de casi 500 viviendas más.
Las torres de Martiricos han estado en un segundo plano, ante la operación realizada en los terrenos de Repsol (20.000 metros cuadrados menos de zonas verdes y triplicación de la edificabilidad en una de las zonas más masificadas de Málaga). Tras la presentación hace unos días de la maqueta de las torres de Martiricos, con el techo de los edificios vecinos pintados de verde (emulando extensas praderas) ya sabemos la inquietante operación que se prepara junto al Guadalmedina. Lo más indignante de todo esto es la argumentación de que quien está en contra de los proyectos, está en contra de la marcha de los tiempos. La realidad es otra y habrá que repetirla: en Málaga no se busca el mejor emplazamiento para los rascacielos sino que se rellenan huecos y casi siempre con calzador

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