sábado, 22 de agosto de 2009

Comienzan las obras para desmantelar el puente de la avenida Juan XXIII. Málaga (SUR)

La circulación quedará en superficie tras finalizar el soterramiento de las vías del ferrocarril en la zona oeste.
El paso elevado era provisional tras el derribo del anterior.

El soterramiento de las vías del tren a su paso por Carretera de Cádiz y Cruz del Humilladero no es el final del camino, más bien el principio de una serie de cambios que modificarán sustancialmente la imagen y las comunicaciones de la zona oeste de la capital.
A la reciente -y simbólica- apertura de tres pasos peatonales a nivel entre ambos distritos, para agilizar las comunicaciones durante la feria, se une ahora otro hito histórico: el derribo del puente de la avenida Juan XXIII. Esta infraestructura, que es utilizada a diario por miles de malagueños para desplazarse de norte a sur de la capital, dirá adiós definitivamente en los próximos meses.
Las obras ya han comenzado, aunque se harán más notorias a partir de septiembre, y consistirán en la retirada de la pasarela actual, para habilitar una calzada en superficie de unos cien metros sobre los terrenos, que ya están libres de vías. La actuación corresponde al Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), dependiente del Ministerio de Fomento.
El viaducto actual sustituyó a mediados de 2006 al antiguo paso elevado, que fue derribado tras décadas de servicio para permitir precisamente que se culminaran los túneles por los que ya discurren tanto el AVE como los trenes de Cercanías. Aunque la capacidad de esta pasarela provisional es la misma que la anterior, la diferencia entre una y otra radica en su altura. El primero era incompatible con los trabajos para la llegada del tren de alta velocidad, que en este punto comienza a ascender para entrar en la estación María Zambrano en superficie.
Paso a nivel
Fuentes de Adif explicaron que la reurbanización de esta parte de los terrenos servirá para convertirlo en una avenida en superficie, y está incluido en el proyecto general del soterramiento. «Al no haber vías ya no tiene sentido que existan pasarelas elevadas», expusieron los responsables consultados, que no pudieron concretar el plazo de ejecución de la obra.
Tras el propio encauzamiento de las vías bajo tierra este es el segundo gran paso para rehabilitar la cicatriz histórica que ha mantenido incomunicados entre sí a los vecinos de dos de los principales distritos de la capital.


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