sábado, 25 de agosto de 2012

Una decena de familias okupas 'estrenan' un edificio en Torremolinos (SUR)


Medio centenar de personas se han instalado en 12 pisos de una de las tres fases de un complejo residencial



Una decena de familias okupas 'estrenan' un edificio en Torremolinos
Las viviendas carecen de agua, por lo que tienen que recurrir a garrafas para asearse. :: ÁLVARO CABRERA
Dicen que llevaban años viendo el bloque vacío. Cada vez más abandonado. Hasta que hace unos días empezaron a instalarse en él. «Lo decidimos entre todos», afirman casi al unísono, invocando el artículo 47 de la Constitución, que se conocen al dedillo. «Cada ciudadano español tiene derecho a una vivienda digna», recita de corrido María Giles. Ella forma parte de una de las diez familias que han ocupado un edificio de la urbanización Brocante, un residencial situado junto a la antigua N-340, a la altura de la avenida Benyamina, en Torremolinos.
Se han adueñado en una de las tres fases del
complejo, la que está ubicada en el número 4 de la calle Camino a Villaflora. El bloque en cuestión está compuesto por 14 viviendas sin estrenar, de las que han entrado en 12. Ni los residentes ni los 'okupas' saben aclarar si el edificio está en manos de la promotora o de los bancos. «Esto estaba abandonado, no hemos forzado nada», promete Rocío Rodríguez, una joven de 24 años, que se ha instalado con su hijo.
Los residentes legales que viven en las otras dos fases de la urbanización no lo tienen tan claro. Varios vecinos sostienen que estas familias entraron rompiendo las cerraduras, que luego reemplazaron por otras nuevas. «Nos dimos cuenta el miércoles por la mañana, cuando empezaron a llegar con cubos y fregonas; la policía vino y se limitó a tomarles los datos», comenta una propietaria que prefiere preservar el anonimato.
Los okupas, entre tanto, se han constituido en una atípica comunidad con medio centenar de vecinos. «Nos hemos puesto de acuerdo para limpiar las zonas comunes y para repartir los pisos. Los bajos y los más grandes (hay de uno y dos dormitorios) han sido para las familias con niños», aclara Rocío, que considera que «no tiene sentido» que estén vacíos y cerrados «habiendo gente a la que le hace muchísima falta».
Una cuota de 200 euros
Los propietarios no comulgan con este argumento. «Me parece muy mal que se instalen de esta forma; los demás estamos pagando nuestras casas con mucho esfuerzo. Entiendo que quieran establecerse, pero como todo el mundo, con una hipoteca», añade otra residente. María Giles (54 años), que ha ocupado uno de los pisos junto a su nieto, de 15, responde: «No nos negamos a llegar a un acuerdo y pagar una cuota de 200 euros; somos vecinos de Torremolinos y nunca nos habíamos visto en esta situación; nos hemos quedado sin trabajo y sin casa».
David Mérida (26 años), que se ha instalado con su mujer y sus hijos en uno de los bajos, señala que llevan «una semana limpiando» por el estado de abandono del edificio. «Hemos sacado 200 sacos, había montañas de basura por todas partes», cuenta. Tras pasar las primeras noches durmiendo en colchones sobre el suelo han empezado a llevar algunos muebles. «Hoy -por ayer- vamos a traer generadores para tener un frigorífico por cada dos viviendas». Los pisos carecen de luz y agua. «Tenemos que usar garrafas de agua para lavarnos».
Los residentes se quejan de que algunos miembros de estas familias han empezado a utilizar las duchas de una de las piscinas de la urbanización para asearse. No en vano, como primera medida, la comunidad se plantea cortar el agua en las zonas exteriores, aunque eso suponga que ellos también se queden sin piscina.

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