sábado, 23 de junio de 2007

La iglesia de San Juan y la transformación de una joya (La Opinión)


Las capas de cal y la degradación del edificio escondían un templo de una gran riqueza exterior, que se ha recuperado gracias a la intervención municipal
Las capas de cal, la humedad y el abandono habían hecho de la iglesia de San Juan, una de las cuatro parroquias fundadas por los Reyes Católicos, un templo bastante ordinario. Oscuro, con escasos atractivos para el viandante y de cuestionable seguridad interna. Eso ha cambiado y está cambiando. San Juan ha recuperado sus colores originales y, de paso, ha transformado la propia calle donde está ubicada. Es el ejemplo de los efectos positivos de una buena rehabilitación, que van más allá del propio edificio.Las obras continúan en la actualidad en San Juan, aunque en el interior. En un intento de evitar las filtraciones de agua a causa del mal estado del tejado. Ya se encuentran en su fase final, aunque han sido necesarios casi dos años de obras para recuperar la cubierta del templo. De hecho, su situación llegó a ser preocupante cuando se hundió parte de una capilla a finales del año 2003 a causa de unas fuertes lluvias y se descubrieron grietas muy importantes en la cúpula.El interior apenas se puede visitar por las obras, pero es el exterior lo que da una idea en la actualidad de la importancia de los trabajos de rehabilitación. La financiación de las obras por parte del Instituto Municipal de la Vivienda (IMV) a través de la Oficina Municipal de Rehabilitación del Centro permitieron acometer estos trabajos.El proceso de arreglo del edificio fue llamativo por un aspecto. Descubrió una imagen olvidada desde hace más de cien años de la iglesia y que apenas se intuía cuando se comenzaron las primeras actuaciones.La recuperación de la torre es uno de los elementos más significativos, ya que al eliminar el enfoscado se descubrió que había sido aplicado en el siglo XX, en concreto en 1908, fecha que aparecía en la fachadas norte y este de la torre. Además, el uso de ladrillos aplantillados en la estructura permitió determinar que había sido construida con idea de que quedasen a la vista, como está ahora, y no pintados de blancos. Los trabajos para rehabilitar la torre se dedicaron, por eso, a eliminar el enfoscado hasta descubrir los ladrillos, limpiarlos y reponer las piezas que se habían perdido, al tiempo que se consolidaba la cornisa del segundo cuerpo.Fachada. El caso de la fachada es significativo. Apenas se recuerda ya la imagen deteriorada que tenía este templo, que se empezó a construir en 1505. Pintada de blanco con pintura acrílica y cal, se escondían bajo estas capas unos ricos frescos del siglo XVIII que han podido salir a la luz. Incluso, una ordenanza municipal escrita sobre la fachada que se dirige al gremio de zapateros.El arquitecto técnico Pablo Pastor, que dirigió la obra de rehabilitación del templo y realizó un amplio estudio sobre él, explica que antes de su restauración "no se suponía la riqueza y variedad decorativa que escondía debajo de las numerosas capas que se habían ido superponiendo".La fachada principal tiene uno dibujos geométricos al fresco de mucha riqueza cromática, realizados en 1732. Pastor subraya que imitan a placas de mármol en sus colores y formas, similar al pavimento de la capilla de la Encarnación de la Catedral.La entrada lateral, por el norte, tiene un laborioso dibujo geométrico inciso, de 1761, que se puede apreciar gracias a las obras. No obstante, tanto los frescos como estas incisiones se encuentran a merced de los graffitis y las pintadas, que hacen estragos con estos dibujos del siglo XVIII pese a que se aplicó una sustancia para paliar estos efectos negativos hasta una altura de tres metros. Un avatar más en la azarosa vida de una iglesia que sufrió dos ampliaciones (1554 y 1620) y la reconstrucción de la torre tras el terremoto de 1680.

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