domingo, 1 de junio de 2008

La Aduana que todavía es y que se convertirá en un museo (La Opinión)

Donde ahora hay despachos de la antigua Subdelegación del Gobierno, habrá grandes salas con cuadros. La futura estructura superior eliminará las vigas de hierro que cruzan la última planta
Caminar por el Palacio de la Aduana en la actualidad es como hacerlo por un laberinto. Las estancias están vacías. No hay muebles ni gente. Pero andar es complicado. Las que originalmente fueran amplios espacios, están hoy compartimentados en estrechos pasillos, techos bajos y multitud de habitaciones separadas por muros de pladur. Puertas cerradas o muros que obligan a dar un rodeo. Es una estructura asfixiante, encerrada en sí misma. Como si fuera ajena al edificio que le da cabida. Está pensada para acoger una administración pública, no para exponer cuadros.Este panorama obliga a hacer un esfuerzo doble para imaginar cómo será el Palacio de la Aduana tras su rehabilitación y conversión en museo. Ángel Pérez Mora, uno de los arquitectos responsables del proyecto de remodelación, camina por las estancias viendo huecos, nuevas escaleras, ascensores, una tienda, un restaurante y un tejado a dos aguas, entre otras muchas cosas. María Morente, directora del museo, no ve paredes de pladur. Sólo muros sólidos que enmarcan amplios espacios donde se colgarán los cuadros. Ve la luz que todavía no entra en las habitaciones y descubre perspectivas sobre la Alcazaba con alguna pieza de la época nazarí a su lado.El proyecto de remodelación del Palacio de la Aduana es ahora un compendio de páginas y planos del proyecto arquitectónico, pero un paseo por el edificio permite imaginarse cómo será ese museo.El primer paso es la entrada. Se mantendrá como puerta principal la actual. Entre las palmeras de la derecha habrá algunas mesitas de la cafetería del museo. Entrando en el zaguán se verán cómo las actuales paredes laterales han desaparecido. El proyecto libera los arcos y los separa con cristal, a la derecha, para dejar pasar la luz y la imagen. Tras ellos, las tiendas y la cafetería del museo. A la izquierda, la consigna, la taquilla y el vestuario para los trabajadores. El visitante tendrá la entrada franca. "Queremos un museo abierto, que se relacione con la ciudad", señala Pérez Mora. Se podrá entrar hasta el patio como el que pasea por la calle. Enfrente y a la derecha tendrá abiertas las salas de exposiciones temporales, la entrada a la tienda y la cafetería. María Morente insiste en que hay que aprovechar que el malagueño aprecia a la Aduana como algo muy suyo "para que lo visiten".Una de las propuestas realizadas al Ayuntamiento de Málaga pasa por la peatonalización de un tramo de la calle Guillén Sotelo, el que recorre el lado sur del edificio, y quede como zona de carga y descarga exclusiva del museo. Por allí se hará la entrada de las obras, separada de la zona del público, aprovechando una puerta ya existente y la diferencia de altura con el patio.El patio será el gran eje para distribuir al público, que tendrá que torcer a la izquierda para ir a la exposición permanente. A su disposición quedan casi 5.000 metros cuadrados para acoger los fondos artísticos del Bellas Artes y del Arqueológico.Las plantas primera y segunda se liberarán de todos los despachos, pasillos y falsos techos. La persona verá unos grandes espacios vacíos donde se dispondrán las obras de arte. Aunque el proyecto museográfico prevé reservar las salas con vistas a la Alcazaba para exponer las piezas del arqueológico, jugando con la visión de la antigua fortaleza árabe.Últimas plantas. La operación más compleja llega en los pisos superiores. El incendio de 1922 eliminó su cubiertas a dos aguas original y se cubrió con una planta más, a modo de almacén, sostenida por grandes vigas de hierro cada siete metros. El arquitecto Pérez Moral explica que se retirará esa planta y se habilitará una nueva. La peculiaridad es que esta nueva planta no se apoyará en los muros originales. Estará ´suspendida´ sobre unas vigas que la sujeten, pero a 1,5 metros de la fachada original. De esta forma, entrará luz natural de forma directa al interior el palacio."Es la forma de introducir las nuevas técnicas de edificación y la parte moderna sin afectar al edificio original, ya que quedará claramente diferenciada la estructura moderna de la original", insiste el arquitecto.Esta solución permitirá aprovechar la actual tercera planta, que apenas puede ser usada como almacén porque las vigas de hierro se encuentran a una altura de metro y setenta del suelo, con una cadencia de siete metros. Con este cambio se aprovechará la tercera planta para sala de restauración, biblioteca y un pequeño almacénAdemás, se ganarán nuevos espacios bajo el tejado, complementando los usos del museo y ofreciendo las vistas a la ciudad.Recuperar la cubierta a dos aguas permitirá volver al volumen original del edificio, que se perdió con el incendio de 1922. Sin embargo, el estudio de arquitectos contempla "romper en cuatro puntos el tejado para aprovechar las vistas que hay desde arriba y que también son un patrimonio". Una de las rupturas será hacia la Alcazaba y se aprovechará para hacer una terraza de un restaurante, que tendrá entrada independiente del museo. Habrá otras tres similares en cada uno de los lados del edificio, por donde se repartirán espacios como un salón de actos con 200 plazas, la sede de la Academia de San Telmo y oficinas del museo.

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