lunes, 25 de agosto de 2008

Catalina Urbaneja, presidenta de Cilniana (Asociación para la Defensa del Patrimonio Histórico de Marbella)


Funcionaria del Estado «porque la historia no da dinero»/ Le consuela que Marbella tome ya conciencia de la necesidad de proteger los yacimientos arqueológicos/ Se irrita con la desidia de las instituciones
¿Por qué el título de Cilniana (Asociación para la Defensa del Patrimonio Histórico de Marbella) para nombrar a la asociación?
Es el nombre de una ciudad romana que se calcula que puede estar por Vega del Mar, en San Pedro Alcántara, a falta de ser descubierta. Hay indicios de que podría estar ubicada la ciudad en la sede de la basílica de San Pedro. Podría referirse también, deducimos, a la tierra de Cilnio, que fue un noble romano. Es un nombre muy característico y que se adapta a nuestra labor.
¿Y por qué la protección del patrimonio local y no del ser humano, por ejemplo, ahora que el mundo está revuelto?
Casi todos los socios de la asociación somos historiadores. Esta es la base fundamental. Nos interesa la protección del patrimonio local porque tuvimos la mala suerte de encontrarnos con un señor, llamado Jesús Gil, que atentaba de manera descarada contra el patrimonio y había que hacer algo. La gente no apreciaba el valor de ese patrimonio y entonces tuvimos que emprender una gran actividad pedagógica porque el Ayuntamiento no lo hacía, sino todo lo contrario. Fue allá por el año 1993 cuando comenzamos a trabajar en este sentido y la verdad es que la idea de nuestro proyecto está ya asentada en la ciudad.
¿Qué tenía más peligro entonces, Jesús Gil o el desconocimiento del ciudadano común?
Uno de los objetivos de Cilniana, tal vez el más importante, no es otro que la difusión del patrimonio de la ciudad. En este tiempo aprendimos que no se defiende lo que no se conoce, que igualmente impide apreciarlo. Esto es un gran problema. Nosotros nos propusimos que la gente no fuera manipulada y que tomara la iniciativa a la hora de defender ese patrimonio. Creo que lo hemos conseguido porque el desconocimiento y la indiferencia son la principal agresión contra la riqueza arqueológica de un enclave.
¿Qué medios utilizaron para desarrollar esa labor pedagógica?
Durante mucho tiempo fuimos ignorados por los medios de comunicación. Ahora la cosa es distinta por completo. El último episodio sucedió hace unos días, cuando en su periódico salió publicada la noticia sobre el temor que tenemos acerca de la instalación de las islas ecológicas, esto es, que supongan una agresión contra el patrimonio arqueológico. Pues bien, esa misma mañana me llamó el concejal de Centro Histórico para interesarse por nuestra preocupación. Hicimos campaña contra el expolio a través de ciclos de conferencia o publicaciones periódicas. Así, la revista Cilniana lleva 19 números. Somos un colectivo independiente formado por más de 200 socios con una vinculación muy importante con la historia.
¿Allanan el terreno los políticos o son una resistencia?
Los políticos sólo se interesan por Cilniana cuando hay elecciones. Esto lo tenemos ya más que asumido. Es una costumbre ya que la asociación, cada vez que hay convocatoria, remita un comunicado a los partidos políticos con una serie de puntos a tener en cuenta respecto a la protección del patrimonio. En muy pocas ocasiones nos tienen en cuenta, la verdad. Estoy muy desencantada con los políticos, que se esfuerzan por obtener apoyos puntuales en momentos concretos y que después se olvidan. Muy pocas veces contaron con nosotros y con nuestras propuestas, que apenas son recogidas en sus programas electorales.
¿Cuál es ahora mismo la principal preocupación de Cilniana?
Las islas ecológicas es una de ellas. Marbella tiene subsuelo con historia. Cada vez que se abre no se puede desaprovechar la oportunidad de llevar a cabo una investigación arqueológica. Después ya veremos si hay tema o no. En algún sitio tiene que haber historia; estamos convencidos. A Cilniana lo que le preocupa es la destrucción de los yacimientos arqueológicos sin miramientos de ningún tipo. El problema real es que el Ayuntamiento no tiene todavía un arqueólogo municipal para dar asistencia como ocurre por ejemplo en Estepona, donde Ildefonso Navarro está haciendo un labor impresionante. Es una pena que las labores de vigilancia siempre corran de nuestra parte. Aquí en Marbella se han hecho muchas excavaciones sin tener en cuenta la investigación arqueológica. Y lo peor de todo es que no existe remedio a la vista.
El nuevo PGOU que se tramita a falta de aprobación definitiva, ¿una amenaza o un alivio?
No lo veo como una amenaza. Ahora sí, soy muy escéptica al respecto, aunque al menos habrá una herramienta legal en la que apoyarnos. Es verdad que en cuanto al patrimonio el documento recoge cosas interesantes y nosotros lo que proponemos es que muchos edificios sean reconocidos como Bienes de Interés Cultural. A partir de aquí ya podemos defendernos. Pero la desidia es tremenda por parte de los responsables políticos, que no asumen la tarea de una vez; mientras las torres almenaras, por ejemplo, se vienen abajo. Una lástima.
Al menos, dormirán más tranquilos desde que al sector de la construcción le sobrevino la crisis.
Nosotros en este asunto no nos metemos. Simplemente adoptamos una actitud de alerta. Me explico: si un señor, dueño de una vivienda, decide hacer una obra que obligue a una excavación; entonces lo que pedimos es que sea controlada y se investigue lo que hay ahí. Pues bien, esto no se está haciendo y es triste.
Vaya, que no sabemos qué pisamos.
Como dije antes, la indiferencia es la principal agresión contra el patrimonio histórico. No se puede levantar una ciudad, claro, pero sí ir controlando distintos puntos de la misma a través de lo que comento, aprovechando las obras, los agujeros en el suelo. Vamos anotando, tomando apuntes, y descartando. De pronto nos podemos encontrar con algo importante. Que nadie piense que estamos locos porque historia hay y mucha.
Deduzco entonces que queda mucho por descubrir en Marbella.
Hay que descubrir por ejemplo la presencia musulmana en la ciudad como baños árabes o la mezquita mayor. El casco antiguo todavía es un gran misterio, como la presencia árabe, que por regla general ocupaban los espacios de los fenicios y los romanos. Ahora bien, tenemos que insistir porque será la única manera de conseguir algo. Los asuntos que defendemos son de interés general, esto es, que afectan a los ciudadanos.

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