domingo, 5 de octubre de 2008

Los vecinos del Perchel quieren conocer el futuro del convento (LA OPINION)

Un monumento histórico languidece una vez más ante la mirada atónita de unos pocos que se niegan a que su patrimonio caiga en el olvido
JOSÉ A. SAU El convento de San Andrés, ubicado en pleno barrio del Perchel, es una de las joyas de nuestro patrimonio histórico, ése que no cuidamos y que sólo reivindicamos cuando nos enzarzamos con alguien de una ciudad hermana en una discusión sobre qué urbe posee más bellezas por metro cuadrado.Antonio Espejo, amable lector y portavoz de la comunidad de propietarios de un edificio de la calle Eslava, ha hecho llegar a este periódico una carta que le mandó al alcalde, Francisco de la Torre, el pasado 22 de septiembre de 2008. En ella, Espejo informaba al regidor sobre "la grave situación de deterioro del convento de San Andrés" y pedía su rehabilitación.Al parecer, hay algunos proyectos ya pergeñados para rehabilitar no sólo el edificio religioso, sino también el mercado de El Carmen, cambiándolo de sitio y conectando algunas calles del añejo barrio entre sí para facilitar el tránsito peatonal.Sin embargo, ocurre como con todo en Málaga: un proyecto nacido en cualquier institución local tarda años en realizarse. Como siempre la capital de la Costa del Sol se muestra como la ciudad de los espejismos, aquélla en la que todo es posible salvo que los políticos se pongan de acuerdo.El deterioro del convento es total, según explica Espejo en su carta. Incluso, denuncia que no hace mucho hubo un incendio en su interior y recuerda que éste es un peligro del que no está exento el edificio religioso. Por cierto, entre aquellas paredes pasó el general Torrijos sus últimas horas antes de ser ajusticiado.También alude a la suciedad del entorno, afirma que proliferan las ratas y que toda la zona es un caldo de cultivo muy apetitoso para todo tipo de infecciones.Lo que pide la comunidad de propietarios de este edificio de la calle Eslava es que el convento sea rehabilitado para uso ciudadano. El Perchel, desde luego, necesita una intervención integral que pase por recuperar la esencia de uno de los barrios más antiguos de la capital, con evidente sabor marinero y cofrade en cada uno de sus rincones.No sé cómo estará ahora el museo de las cofradías -sí, ése que iba a mostrar los rasgos clave de una de nuestras tradiciones más importantes: la Semana Santa-, pero no sería una mala idea ubicarlo en pleno corazón del Perchel. A ver si el proyecto deja de dormir el sueño de los justos y se hace ya una realidad. Este barrio, como otros hoy depauperados, está volviendo a renacer precisamente por la presencia cada vez mayor de casas hermandad.García GranaLa segunda fase de los edificios de García Grana está casi terminada. El polideportivo recién concluido y las viviendas han supuesto sin duda un gran empujón para el barrio. La presencia policial es casi constante y, a principios de año, la antiquísima cárcel provincial dejará de acoger a los presos que acuden al penal sólo para dormir algunos días de la semana. Sin duda, esta populosa barriada merecía una atención mucho mayor de la que se le ha prestado en los últimos años, tanto por parte del Ayuntamiento como desde los propios medios de comunicación. La marginalidad no siempre ha de estar presente en el titular de una información. Malos entendidosA veces he reflexionado aquí sobre esa moda tan perniciosa que consiste en que uno se sienta aludido por todo lo que se dice. Si usted, por ejemplo, es taxista y yo hago un comentario sobre algo que me ocurrió con un colega suyo -ente único, individual y autónomo-, siempre habrá alguien que diga: "Usted no puede decir que todos los taxistas son unos ladrones". No se puede hacer de la anécdota categoría y, desde luego, los hechos nimios que ocurren entre dos personas y su relato en un periódico no suponen un ataque contra ningún sector o ramo en concreto. Saber conducirEs coger el coche y cualquiera se vuelve loco. Vehículos que se paran en medio de la calzada con el semáforo en verde, automóviles que salen de la nada en un cruce, saltándose su ceda el paso y poniendo en peligro la circulación o personas que creen que conducir es como pasear y van lentísimas, organizando una procesión tras ellas. Málaga se retrata cada día a sí misma en la carretera.

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