miércoles, 28 de julio de 2010

Vaya con la valla (Málaga Hoy)

Durante años hemos hablado de la ciudad y del puerto como si se tratasen de cosas diferentes, como si el puerto tuviera entidad de ciudad, como si Málaga tuviera un puerto que se distanciaba de la metrópolis

| ACTUALIZADO 28.07.2010 - 01:00
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NUNCA pensaron nuestros mayores que uno de los motivos de hacer desaparecer el muro que separa la ciudad del puerto iba a ser el concepto de accesibilidad, entendida ésta como un eje de permeabilidad más que como un obstáculo físico. Una verja que rememora un pasado construido a base de obstáculos, de barreras, donde se impedía acceder a determinados entornos aislándolos, elevándolos, alejándolos para protegerlos. Podemos argumentar el derribo de la ya famosa valla del Palmeral, por decenas de razones, y podemos priorizar varias, tanto para derribarla como para dejarla donde está.

Pero cierto es, que las ciudades más a la vanguardia del mundo consideran como elemento normalizador la integración de los antiguos muelles en la ciudad. Sobre todo porque los puertos se han renovado en sus actividades, pero algunos de ellos han descuidado actualizar su imagen. Sobre todo, porque los muelles han conseguido que el mayor tráfico portuario sea de cruceristas y no de contenedores, como era no hace mucho años, con la consecuente asunción de una cambio en el modelo productivo de algunos puertos de nuestras ciudades. Por ello, las viejas protecciones que resguardaban de malas intenciones los cobijos temporales de riquezas no son hoy en día necesarias.

La vieja muralla, más que una barrera física, simboliza presente y pasado de una ciudad costera que quiere seguir siendo referente en turismo de cruceros, y no podemos mostrarle a nuestros visitantes la preservación de elementos ajenos a los nuevos entornos que pretendemos construir. Durante años hemos hablado de la ciudad y del puerto como si se tratase de cosas diferentes, como si el puerto tuviera entidad propia de ciudad, como si Málaga tuviera un puerto que se distanciaba de la metrópoli. Y ambos perdíamos, porque no es lógico que una ciudad costera como la nuestra tuviera un puerto elevado, aislado, donde no se pudiera pasear, donde la mayoría de los malagueños esperásemos a que llegara la feria para entrar en él con el único fin de aparcar, o que nuestros recuerdos con el puerto se relegaran a ver el desembarco de la legión año tras año, sin olvidar a los cientos de aficionados a la bici que lo hemos utilizado para salvar alguna zona de tránsito rodado.

Mientras, cientos de miles de turistas utilizaban el puerto como eje necesario de transición para llegar a la ciudad en la que hacían escala, e intentando conocer que pensaban ellos, podemos realizar un pequeño ejercicio de empatía, y tras ser escala de los mejores cruceros del mundo debemos saber que imagen damos al compararnos con otras ciudades que ya han ejecutado la integración del binomio puerto-ciudad.

Evidentemente existen más elementos sobre los que debemos reflexionar para alcanzar este objetivo, no siendo la verja la única barrera, y debemos comenzar a visualizar la posibilidad de soterrar el eje de trafico Canovas-Paseo de los Curas, consiguiendo con ello no sólo un eje peatonal sin barreras, sino también un eje libre de tráfico rodado. Con todo ello sin duda, construiremos el futuro que heredarán nuestros hijos, y tenemos la obligación de dejarles una ciudad mucho mejor de la que recogimos nosotros.

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