Un repaso a la hemeroteca permite comprobar que el camino del suburbano está sembrado de cambios continuos · La decisión de devolver el tramo del centro a la concesionaria, último ejemplo de rectificación
SEBASTIÁN SÁNCHEZ / MÁLAGA | ACTUALIZADO 07.08.2011 - 01:00Ni se puso en funcionamiento en febrero de 2009, ni va a costar 403 millones de euros, ni se pondrá en servicio de forma completa los dos ramales del suburbano, ni la línea 1 pasará por el Paseo de los Tilos, ni el Metro llegará prolongado hasta el Parque Tecnológico de Andalucía... Son sólo algunas de las realidades que se dibujaron en los orígenes del proyecto, definitivamente transformadas con el paso del tiempo, y que dan muestra de una intervención anclada en la duda. La última marca, quizá la más profunda, se conoció a principios de semana, cuando la consejera de Obras Públicas de la Junta de Andalucía, Josefina Cruz, verbalizó lo que este periódico ya puso sobre la mesa una semana antes: los recortes económicos empezaban a afectar a la obra. Al punto de que el tramo final del recorrido del suburbano, que debe atravesar la Alameda Principal y el Paseo del Parque, se aplazó sine die. Aunque, tres días después de tan contundente anuncio, la propia consejera dio marcha atrás no sólo en sus palabras sino también en el modelo que la Junta había contemplado para este tajo, que pasaba por asumir su financiación íntegramente.
Los evidentes problemas de financiación han hecho Obras Públicas opte finalmente por devolverle a su socia privada, la unión temporal encabezada por FCC, un tramo que le quitó hace ahora casi cuatro años. Si bien, a finales de 2007, era otra la consejera y otro el contexto económico.
Pero como bien demuestra la cronografía de una infraestructura que puso su primera piedra hace ahora algo más de cinco años, aunque adjudicada en julio de 2004, la obra de mayor envergadura en la historia reciente de Málaga capital se ha visto enmarcada en un continuo vaivén de retrasos y modificaciones. Un extremo que no obvia la evidente aportación que los tajos suponen para mantener con cierta vitalidad un sector, el de la construcción, consumido como consecuencia de la crisis.
Justo el día en que la entonces consejera de Obras Públicas, Concepción Gutiérrez, daba a conocer la adjudicación de los trabajos de construcción de las líneas 1 y 2 y su explotación a la alianza empresarial de FCC, Comsa, Azvi, Sando, Vera y Cajamar, se ponía sobre el calendario la puesta en funcionamiento del Metro de Málaga en febrero de 2009. Poco podía pensar la consejera que aquello no era más que un anuncio ficción, porque el escenario en el que se mueve la obra a día de hoy deja en el aire cuándo será posible ir desde el Martín Carpena o la Universidad hasta La Malagueta o hasta la Plaza de la Marina.
Éste ha sido el principal tropiezo del proyecto. Pero no el único. Porque buena parte del conflicto temporal de esta intervención radica en el ocurrencia del Gobierno andaluz de impulsar con carácter prioritario el ramal de Carretera de Cádiz en lugar del de Teatinos, a pesar de que es este último el que incluye la conexión de cocheras, en Los Asperones, elemento imprescindible para el normal funcionamiento del suburbano. Sin él, el primer paso del Metro se limitará, previsiblemente el próximo 11 de noviembre, a un trozo de ramal inconexo y con nula utilidad social entre el Martín Carpena y Héroe Sostoa.
En febrero de 2006, antes incluso de que se iniciasen las obras de la línea 2, la emisión de un informe por parte de uno de los grandes expertos en materia de Metro, Manuel Melis, puso en jaque el proyecto, al punto de que la Junta solicitó a las empresas que reprogramasen las actuaciones y a revisar el uso de tuneladora en el tramo Guadalmedina-Malagueta. Esta primera variación se vio complementada apenas un mes después por la decisión de cambiar el trazado de la línea 1 del suburbano para evitar el paso por el Paseo de los Tilos y desplazarlo a la calle La Unión, ante el temor de que los edificios de Los Tilos no aguantasen la tarea machacona de las pantalladoras. El accidente ocurrido en aquellas fechas en el barrio barcelonés de El Carmel, donde los trabajos de ejecución de la línea 5 del Metro ocasionaron un gran socavón que obligó al desalojo de un millar de vecinos facilitó la decisión.
Tras este agitado prólogo al comienzo de los trabajos, la obra se topó con la negativa del Ayuntamiento a permitir el avance de los tajos conforme a lo inicialmente previsto. ¿El motivo? Los problemas de tráfico que el corte de Carretera de Cádiz traería consigo, al punto de que se llegó a prever una afección sobre la circulación de toda la ciudad. Finalmente, el equipo de gobierno del PP permitió abrir de forma espaciada los tajos, aunque con un retraso más que evidente. De hecho, las máquinas pantalladoras no pudieron ocupar íntegramente el eje de las avenidas Velázquez y Héroe Sostoa hasta un año después de que se diesen los primeros pasos.
A finales de 2007 comenzaron las divergencias entre la Junta y las empresas encargadas de la construcción de los tajos. Las discrepancias, más que evidentes en el tramo de la Alameda, culminaron con la decisión de Obras Públicas de retirarle a la concesionaria tres de los tajos a realizar: el tramo en superficie de la Universidad hasta cocheras, Renfe-Guadalmedina y Guadalmedina-Malagueta. Hasta el momento sólo el primero está finalizado y en desarrollo el segundo.
En este escenario, en el que la obra acumulaba sin remedio nuevos retrasos en las fechas de apertura, la Junta dio un nuevo giro de tuerca y tomó la determinación de no poner en servicio íntegramente los dos ramales, sino de abrir las líneas 1 y 2 pasando por la estación de Renfe, dejando para una segunda fase los tajos del centro.
Y todo este camino salpicado por las trabas municipales, las rectificaciones de la Junta, los retrasos en las obras, se alargan hasta el momento presente, en el que la consejera de Obras Públicas, Josefina Cruz, se rectifica a sí misma tras confirmar la evidente repercusión que los recortes económicos empiezan a tener sobre el proyecto del suburbano. Tras decir claramente que no sabía cuándo se podría iniciar la obra del tramo final, Cruz dio marcha atrás y afirmó que en realidad es que la obra de este tajo la ejecutará la concesionaria del suburbano, a la que casi cuatro años atrás se lo arrebató su mismo departamento. Los más optimistas en el seno de la Junta creen posible ver los trenes llegando a La Malagueta a finales de 2014. Veremos si se cumple tal predicción o no es más que otra muesca en el extenso listado de dudas del Metro.
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