martes, 17 de abril de 2012

La segunda vida de una farola centenaria (La Opinión)


El grupo municipal socialista pide hoy en una moción estudiar un nuevo sitio para El sonajero


Retirada de la farola de la plaza en 1959
Retirada de la farola de la plaza en 1959 L.O.
ALFONSO VÁZQUEZ Cuando en el verano de 2001 este periódico publicó un reportaje sobre el estado de abandono de El sonajero, en la plaza de la Biznaga, en la barriada de García Grana, la mayoría de los políticos consultados admitió desconocer que esa farola, llamada así por su peculiar remate de hierro forjado, había presidido la plaza de la Constitución desde 1902 a 1959. De hecho, no fue hasta la publicación del reportaje que el Ayuntamiento incluyó El sonajero en el catálogo del patrimonio municipal.

El alcalde de Málaga a finales de los años 50, Francisco García Grana, decidió aprovechar la remodelación de la plaza de la Constitución, con la llegada de la fuente de las Gitanillas de Adrián Risueño, para trasladar la famosa farola, símbolo de la Málaga más acomodada, a la barriada con menos recursos. No en vano, había sido construida en 8 meses por el Ministerio de la Vivienda y el Ayuntamiento para alojar a las más de 400 familias cuyas chabolas quedaron arrasadas la noche del 3 al 4 de diciembre de 1958 por una riada del arroyo del Cuarto.

Nacida oficialmente como barriada 4 de diciembre, a los pocos días pasó a llamarse barriada de García Grana en reconocimiento de los vecinos al alcalde.

El sonajero –hace algo más de una década, un verdadero desconocido incluso en el Ayuntamiento– será hoy objeto de una moción en la comisión de Cultura, presentada por el concejal socialista Manuel Hurtado, que pide que sea restaurada y que el Consistorio estudie un lugar más adecuado para su nuevo emplazamiento.

La moción recuerda el «lamentable estado de abandono» en que se encontraba la farola e incluso el intento que hubo para derribarla y venderla como chatarra, hasta que fue retirada por los Servicios Operativos municipales para restaurarla.

El concejal Manuel Hurtado aboga por volver a instalarla en la plaza de la Constitución «o en cualquier otro lugar, cumpliendo con la misión para la que fue diseñada por Tomás Brioso en 1902».

El Instituto Municipal de la Vivienda contestó ayer a la moción señalando que El sonajero volverá a la barriada García Grana. La nota recuerda que el regreso al barrio de este veterano mobiliario urbano fue consensuado con los vecinos y el distrito de la Cruz del Humilladero y se instalará en el centro de los nuevos jardines que se están plantando.

Por otro lado, el IMV informó de que a mitad de marzo la farola fue trasladada al almacén de los Servicios Operativos y más tarde a la empresa sevillana Fundiciones Loreña para su restauración, valorada en 14.700 euros. Entre los trabajos que ha realizado esta fundición destacan la verja del altar mayor de la Catedral de Sevilla.

Las obras incluyen entre otras cosas la eliminación del óxido, la sustitución de tornillos y remaches y la fabricación de adornos y remates en la parte superior y la colocación de una puerta metálica de acceso al cableado interior, pues la anterior había desaparecido. También se le darán tres manos de pintura con tratamiento antioxidante en los colores originales (gris forja o blanco satinado) y se instalarán guías metálicas en brazos y columnas. Una tardía pero necesaria puesta a punto para un mobiliario que forma parte de la historia de Málaga.

Historia de El sonajero. La histórica farola fue construida en la herrería de los hermanos Herrero de málaga, según un proyecto del arquitecto municipal Tomás Brioso en 1902.

La llegada de este mobiliario sustituyó a la fuente de las Tres Gracias, que por sus importantes dimensiones fue trasladada en 1901 a la plaza de la Marina y en 1914, a su emplazamiento actual delante del Hospital Noble.

De sus tiempos en la plaza de la Constitución se empleaba una escala de bomberos para cambiarle las bombillas y en invierno, no era raro ver a los paseantes sentados sobre las rejillas situadas al pie de la farola para sentir el reconfortante calor de su transformador eléctrico.

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