Las administraciones 'invierten' en la última década más de 30 millones en proyectos y estudios de infraestructuras que hoy permanecen lastradas por la crisis o en los cajones
SEBASTIÁN SÁNCHEZ / MÁLAGA | ACTUALIZADO 28.05.2012 - 01:00
¿Qué queda cuando aquello que se imagina, aquello que se dibuja sobre el lienzo del pensamiento, aquello que se diseña sobre el papel acaba enterrado bajo toneladas de olvido? ¿Qué naturaleza tiene toda obra que proyectada para hacerse realidad queda anclada en el limbo? Este es el estadio en el que se encuentran decenas de intervenciones impulsadas en la última década en la provincia de Málaga que no han superado el universo de la celulosa, que, en forma de voluminosos y extensos tomos de papel y en interminables planos permanecen guardados en los cajones sin aspiración alguna de ver la luz o con la certeza de que, de hacerlo, habrán de transcurrir aún muchos años.
El efecto de lo aplazado sería menor si en el empeño no se hubiesen invertido cuantiosas sumas económicas por parte de las administraciones responsables de dichas iniciativas nonatas y que, según ha podido comprobar este periódico en un análisis de algunas de las infraestructuras prometidas más trascendentes, suman la nada despreciable cifra de 30 millones de euros. 30 millones gastados en estudios de viabilidad, asistencias técnicas, proyectos constructivos que quedan en aguas de borraja ante la suspensión de obras o la incapacidad de los promotores de hallar una senda para hacerlas realidad.
En este paquete de promesas fantasma, que no superaron la frontera de la literatura y el plano, merecen referencias especiales el corredor ferroviario de la costa del sol (prometido hace ahora más de una década) , y la ansiada solución a la cicatriz del río Guadalmedina en su cauce urbano, actuación hoy objeto de un concurso internacional de ideas. Sólo en estas dos macro actuaciones se han invertido hasta la fecha unos 17 millones de euros en documentos técnicos, sin que ello haya servido para poner una sola piedra en los tajos.
Bien es cierto, que se trata de documentos que, previa actualización, podrán servir de base para la imprevisible acometida de ambos proyectos, aparcados en el espacio de una incertidumbre doble: la económica, en un escenario de crisis evidente, y la institucional, pendientes de que las administraciones implicadas sean capaces de estrechar vínculos y trabajar de forma conjunta.
Sólo en lo que afecta al tren litoral, los datos manejados por la Junta de Andalucía sitúan el gasto realizado en los documentos técnicos correspondientes sólo al extremo occidental (Fuengirola-Estepona) en unos 13 millones de euros. Cuantía a los que habría que sumar otras partidas menores de estudios de demanda y los análisis correspondientes a la parte oriental, tiempo atrás desechada en las previsiones de actuación. Ejemplo de ello fueron los alrededor de 400.000 euros empleados en redactar un estudio informativo del corredor entre Nerja y Málaga; otros 2,2 millones de la adjudicación a Pereda 4 del estudio para prolongar el tranvía de Vélez hasta Rincón de la Victoria, como tramo del ferrocarril de la costa, y otros 2 millones del diseño de la conexión de la futura línea 3 del Metro de Málaga con el citado tren litoral.
También en materia ferroviaria cabe mencionar el proyecto constructivo de la línea 3 del Metro, entre Malagueta y El Palo y su continuación hacia Rincón. Este trabajo, elaborado por Typsa y bajo llave desde hace varios años, supuso un aporte económico de 1,6 millones. Pero no sólo el tren tiene mucho de papel mojado. La misma administración regional, en los últimos años, ha destinado 353.000 euros al proyecto del Ibima, primera pieza del gran hospital prometido en la capital de la Costa del Sol, del que aún se ignora cuándo se acometerá; otros 300.000 euros fueron a parar al proyecto del Parque de los Cuentos previsto en el Convento de la Trinidad y, a día de hoy, completamente descartado por el Gobierno andaluz.
Otros 340.000 euros se destinaron a adjudicar el proyecto de reurbanización de Carretera de Cádiz para cubrir la cicatriza de las zanjas del suburbano a su paso por la zona y la ampliación de los espacios peatonales y de esparcimiento. Pero el diseño de Agustín Benedicto y Javier Bustinduy no sólo no vio la luz, sino que fue suplido por otro trabajo realizado de forma interna tratando de adecuar la actuación urbana a las demandas realizadas por el Consistorio.
En la esfera del Gobierno central no son pocos los supuestos de intervenciones que no superan el escenario del cálculo. Muestra de ello es que el Ministerio de Fomento adjudicó por cerca de un millón de euros un estudio para ver cómo solucionar la prolongación de la línea de Cercanías entre Málaga y Fuengirola, al objeto de lograr sus desdoblamiento, y que, a día de hoy, no ha servido para llevar a cabo las actuaciones precisas. Especial mención merecen los 1,7 millones empleados en el proyecto del carril bus-VAO entre Málaga y Torremolinos, aletargado desde hace años.
Al tiempo, el Ministerio de Medio Ambiente se gastó algo más de 2 millones en los proyectos de la desaladora de Mijas, adjudicada en 2008 a Sacyr, pero de la que no se ha puesto una sola piedra; mientras que este mismo departamento contrató por unos 2,2 millones otros trabajos de asistencia técnica para la conducción de Cerro Blanco-Atabal, intervención finalmente descartada.
Como lo está desde hace décadas la operación de integración urbana del río Guadalmedina. Con este objetivo, los organismos dependientes del Gobierno llegaron a contratar por casi 3,5 millones de euros proyectos de diversa índole para intervenir sobre el río, que en este momento se mantiene inútiles a la espera de saber qué va a pasar con el concurso de ideas convocado por la Fundación Ciedes.
En el caso del Ayuntamiento de Málaga hay algunos casos cuanto menos llamativos, como el tantas veces anunciado soterramiento de Cánovas del Castillo, cuyo anteproyecto fue contratado a Urbaconsult por unos 300.000 euros y el estudio de viabilidad técnica y económica del funicular al Monte de Gibralfaro, en el que se gastaron 166.500 euros. Proyectos completamente aparcados ante la imposibilidad de asumir sus costes. "La recompensa de una buena acción está en haberla hecho", dijo Séneca, quizás pensando en todo aquello que se queda en el universo de las ideas y que, a pesar del dinero empleado en su plasmación, no supera la frontera del papel.
El efecto de lo aplazado sería menor si en el empeño no se hubiesen invertido cuantiosas sumas económicas por parte de las administraciones responsables de dichas iniciativas nonatas y que, según ha podido comprobar este periódico en un análisis de algunas de las infraestructuras prometidas más trascendentes, suman la nada despreciable cifra de 30 millones de euros. 30 millones gastados en estudios de viabilidad, asistencias técnicas, proyectos constructivos que quedan en aguas de borraja ante la suspensión de obras o la incapacidad de los promotores de hallar una senda para hacerlas realidad.
En este paquete de promesas fantasma, que no superaron la frontera de la literatura y el plano, merecen referencias especiales el corredor ferroviario de la costa del sol (prometido hace ahora más de una década) , y la ansiada solución a la cicatriz del río Guadalmedina en su cauce urbano, actuación hoy objeto de un concurso internacional de ideas. Sólo en estas dos macro actuaciones se han invertido hasta la fecha unos 17 millones de euros en documentos técnicos, sin que ello haya servido para poner una sola piedra en los tajos.
Bien es cierto, que se trata de documentos que, previa actualización, podrán servir de base para la imprevisible acometida de ambos proyectos, aparcados en el espacio de una incertidumbre doble: la económica, en un escenario de crisis evidente, y la institucional, pendientes de que las administraciones implicadas sean capaces de estrechar vínculos y trabajar de forma conjunta.
Sólo en lo que afecta al tren litoral, los datos manejados por la Junta de Andalucía sitúan el gasto realizado en los documentos técnicos correspondientes sólo al extremo occidental (Fuengirola-Estepona) en unos 13 millones de euros. Cuantía a los que habría que sumar otras partidas menores de estudios de demanda y los análisis correspondientes a la parte oriental, tiempo atrás desechada en las previsiones de actuación. Ejemplo de ello fueron los alrededor de 400.000 euros empleados en redactar un estudio informativo del corredor entre Nerja y Málaga; otros 2,2 millones de la adjudicación a Pereda 4 del estudio para prolongar el tranvía de Vélez hasta Rincón de la Victoria, como tramo del ferrocarril de la costa, y otros 2 millones del diseño de la conexión de la futura línea 3 del Metro de Málaga con el citado tren litoral.
También en materia ferroviaria cabe mencionar el proyecto constructivo de la línea 3 del Metro, entre Malagueta y El Palo y su continuación hacia Rincón. Este trabajo, elaborado por Typsa y bajo llave desde hace varios años, supuso un aporte económico de 1,6 millones. Pero no sólo el tren tiene mucho de papel mojado. La misma administración regional, en los últimos años, ha destinado 353.000 euros al proyecto del Ibima, primera pieza del gran hospital prometido en la capital de la Costa del Sol, del que aún se ignora cuándo se acometerá; otros 300.000 euros fueron a parar al proyecto del Parque de los Cuentos previsto en el Convento de la Trinidad y, a día de hoy, completamente descartado por el Gobierno andaluz.
Otros 340.000 euros se destinaron a adjudicar el proyecto de reurbanización de Carretera de Cádiz para cubrir la cicatriza de las zanjas del suburbano a su paso por la zona y la ampliación de los espacios peatonales y de esparcimiento. Pero el diseño de Agustín Benedicto y Javier Bustinduy no sólo no vio la luz, sino que fue suplido por otro trabajo realizado de forma interna tratando de adecuar la actuación urbana a las demandas realizadas por el Consistorio.
En la esfera del Gobierno central no son pocos los supuestos de intervenciones que no superan el escenario del cálculo. Muestra de ello es que el Ministerio de Fomento adjudicó por cerca de un millón de euros un estudio para ver cómo solucionar la prolongación de la línea de Cercanías entre Málaga y Fuengirola, al objeto de lograr sus desdoblamiento, y que, a día de hoy, no ha servido para llevar a cabo las actuaciones precisas. Especial mención merecen los 1,7 millones empleados en el proyecto del carril bus-VAO entre Málaga y Torremolinos, aletargado desde hace años.
Al tiempo, el Ministerio de Medio Ambiente se gastó algo más de 2 millones en los proyectos de la desaladora de Mijas, adjudicada en 2008 a Sacyr, pero de la que no se ha puesto una sola piedra; mientras que este mismo departamento contrató por unos 2,2 millones otros trabajos de asistencia técnica para la conducción de Cerro Blanco-Atabal, intervención finalmente descartada.
Como lo está desde hace décadas la operación de integración urbana del río Guadalmedina. Con este objetivo, los organismos dependientes del Gobierno llegaron a contratar por casi 3,5 millones de euros proyectos de diversa índole para intervenir sobre el río, que en este momento se mantiene inútiles a la espera de saber qué va a pasar con el concurso de ideas convocado por la Fundación Ciedes.
En el caso del Ayuntamiento de Málaga hay algunos casos cuanto menos llamativos, como el tantas veces anunciado soterramiento de Cánovas del Castillo, cuyo anteproyecto fue contratado a Urbaconsult por unos 300.000 euros y el estudio de viabilidad técnica y económica del funicular al Monte de Gibralfaro, en el que se gastaron 166.500 euros. Proyectos completamente aparcados ante la imposibilidad de asumir sus costes. "La recompensa de una buena acción está en haberla hecho", dijo Séneca, quizás pensando en todo aquello que se queda en el universo de las ideas y que, a pesar del dinero empleado en su plasmación, no supera la frontera del papel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario