lunes, 12 de noviembre de 2012

1ª parte: Siete siglos sin una solución (La Opinión)


El río de la ciudad, fuente centenaria de catástrofes, sigue a comienzos del siglo XXI sin una solución definitiva







Vista del tramo final del Guadalmedina, a su paso junto al Centro de Arte Contemporáneo.
Vista del tramo final del Guadalmedina, a su paso junto al Centro de Arte Contemporáneo.  Carlos Criado

El locutor de RNE en Málaga y premio Ondas, el periodista malagueño Guillermo Jiménez Smerdou repasa la historia del Guadalmedina

GUILLERMO JIMÉNEZ SMERDOU En la noche del 23 al 24 de septiembre de 1907, sin que lloviera apenas sobre nuestra ciudad, se produjo el desbordamiento del río Guadalmedina, sembrando de muerte y desolación una Málaga que a lo largo de siete siglos ha sufrido las consecuencias de sucesivas inundaciones.


Como en 1907 ya se había inventado la fotografía, numerosos testimonios gráficos de la tragedia se conservan en archivos oficiales y colecciones particulares. En la Málaga de aquellos años, incluso en pleno 2012, la trágica riada se conoce por el año de la riá. En la iglesia de San Juan se conservaba (no sé si todavía está) la señal indicativa de hasta dónde llegó la altura del agua. Algo así como dos metros desde el suelo.

Esta efemérides coincide con la exposición que se ha celebrado en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (en la misma ribera del Guadalmedina, protagonista del drama) en la que se muestran planos, dibujos y montajes fotográficos de la solución definitiva del Guadalmedina.

Muchos malagueños recurren a una frase hecha en torno al río que divide la ciudad en dos. Emplean el término «cicatriz» para dar entender la diferencia entre los habitantes de una y otra margen. Los de la margen izquierda son los ricos y pudientes y los de la derecha los desheredados, los pobres, la gente sin recursos y otras expresiones despectivas.

Ignoro quién inventó y se encargó de propagar esta falacia porque yo nunca he oído que los londinenses que viven a un lado u otro del Támesis se sientan discriminados, y lo mismo que Londres, Viena, París, Roma, Florencia, Budapest ( (Buda en una margen y Pest en la otra). Y lo mismo sucede con Córdoba y Sevilla con el Guadalquivir, y no sigo porque todas las ciudades, pueblos, villas e incluso aldeas están en las mismas condiciones: la gente vive a un lado u otro del río.

En Málaga, por lo visto, vivir al otro lado del río era denigrante. Quizás el origen haya que buscarlo en la propia estructura de nuestra ciudad porque todas las industrias se establecieron en la margen derecha y la población trabajadora se instaló cerca de los puestos de trabajo. Pero eso pertenece al pasado.

Pero antes de la riá de 1907, el Guadalmedina se desbordó muchas veces. Muchas más de las que cree la gente. De la primera que se tienen noticias (recogida por José Luis Estrada en su libro Efemérides malagueñas) fue el 28 de octubre de 1434: «Empezaron fuertes lluvias que produjeron grandes inundaciones causadas por el río Guadalmedina».

Del siglo XVI tenemos las siguientes referencias: «El 13 de enero de 1561 se desbordó el río Guadalmedina, inundando la ciudad». Poco después, el 18 de enero de 1561, nuevo desbordamiento: «El río Guadalmedina se salió de su cauce como consecuencia de los temporales continuados y fuertes crecidas, que originaron las vertientes de los montes que rodeaban a la ciudad. Ésta quedó incomunicada hasta el extremo de tener que abastecerse la población por el mar, en vista de la escasez de víveres que empezó a sentirse».

Antes, el 12 de febrero de 1534, el Cabildo acordó construir un puente en el río Guadalmedina, cuyo costo se estableció en 6.000 ducados. Al no estar la hacienda en condiciones de afrontar tal gasto -igual que en 2012-, el señor corregidor ofreció trasladarse a la Corte para exponer tal necesidad.

En 1548 -el 28 de diciembre- se registró «la segunda inundación por desbordamiento del río Guadalmedina».

El 21 de marzo de 1559, el río de la ciudad continúa preocupando a las autoridades de la época como demuestra esta noticia: «El regidor, Bautista Salvago, manifestó que era conveniente continuar el muelle donde se había empezado, pues según inteligentes, no podría subsistir combatido por las avenidas del río Guadalmedina y del Guadalquirivirejo, además de que no había en los propios caudal para sufragar los gastos, ni oportuno hacer reparto entre los vecinos, dada la miseria que reinaba. Se acordó informar a S.M.».

Por primera vez en la búsqueda de noticias sobre nuestro río, aparece uno que se repite en sucesivos textos: el Guadalquivirejo. ¿De qué río o afluente se trata?. Pues se trata del río Málaga o Guadalhorce, que allá por el año 1500 se denominaba Guadalquivirejo.

El 28 de octubre de 1529, el municipio de Málaga, «en sesión celebrada aquel día, trató de la traída de aguas del río Guadalquivirejo, cuyo costo se evaluó en cinco cuentos y quinientos mil maravedises». El 23 de octubre de 1548, otra inundación. El 16 de octubre de 1556 encontramos otra referencia al mismo río: «Se proyectó en el Cabildo de la ciudad, la edificación de un puente sobre el río Guadalquivirejo, ordenándose se reconociera el sitio más oportuno para su construcción». También hubo desbordamiento del Guadalmedina el 20 de octubre de 1580.

El 22 de noviembre de 1597 «se produjo una inundación del Guadalmedina. Con la furia de las aguas, encalló junto a la torre de dicho río una tortuga tan grande que, sobre su concha, se sentaban cómodamente cuatro hombres. Su cuello tenía una vara de largo; su cabeza, muy parecida a la de un limón real; sus pies, media vara de longitud». Así lo relataron los escritores de la época.


Llegamos al siglo XVII con las siguientes referencias a nuestro querido río:
El 2 de febrero de 1608, según José Luis Estrada, «algunos historiadores señalan que ocurrió en este día una importante inundación del río Guadalmedina. Se anegó todo el barrio de los Percheles, llevándose el agua de la Ribera de Curtidores, que estaba en el mismo».

El 18 de noviembre de 1616 «una fuerte lluvia provocó la crecida del río Guadalmedina inundando varias calles de la ciudad».

El 25 de enero de 1624: «Gran avenida del río Guadalmedina. Murieron más de seiscientas personas y más de trescientas cabezas de ganado perecieron». Fue una de las riadas más calamitosas de la historia del aprendiz de río, como más de uno aplica a este accidente geográfico.
El 3 de abril de 1632 «se volvió a arar el río Guadalmedina, abriéndose una zanja profunda».

En los anales del Guadalmedina aparece la siguiente noticia fechada el 22 de septiembre de 1661: «Una gran inundación sufrió Málaga en este día víspera de san Lino. Fue muy superior a la que en la festividad de dicho santo se padeció doce años antes. Llovió durante siete horas. Desde las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde. Fue tal la violencia de las aguas que cubrieron muchísimas casas derribando más de mil. Se llevó los puentes de la Puerta Nueva, que daba paso a los barrios de la Trinidad y Santo Domingo. Salió el agua por Puerta del Mar y Espartería y por otra parte, el barrio del Perchel, para salir por San Andrés. Ayudaron las aguas del Calvario y Gibralfaro a inundar el convento de la Victoria bajando por la Puerta de Granada. Murieron más de seiscientas personas. Las pérdidas materiales fueron cuantiosísimas».

Un intento de solución al problema de las inundaciones. El 15 de diciembre de 1662 «por real cédula de esta fecha, fue designado Ximénez de Mendoza para que redactase un proyecto de posible desviación del río Guadalmedina». Hace pues, ¡trescientos cincuenta años! que se contempló la posibilidad de desviar el río... y está claro que no se desvió y no se desviará nunca.

Otra catástrofe con numerosas víctimas: el 16 de enero de 1667 «debió ocurrir alguna catástrofe, que causó víctimas numerosas, probablemente una inundación del Guadalmedina. Sólo en los Mártires se inscribieron las siguientes partidas de muertes violentas». Y se citan varios nombres de personas que fueron llevadas a la iglesia por los hermanos de la Misericordia.

Más catástrofes: el 28 de octubre de 1682, el 29 de octubre de 1685 (el agua arrastró gran parte de un puente) y no sigo citando iguales o parecidas catástrofes naturales.

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