lunes, 13 de mayo de 2013

Los edificios tienen un mote (segunda parte) (La Opinión)


Un repaso a los motes de edificios singulares de Málaga, desde Villa Calcetines a la Casa de los Fantasmas

13.05.2013 | 03:42
Una pareja de noruegos posa junto al edificio de González Edo, construido en 1956 y conocido como El Desfile del Amor.
Una pareja de noruegos posa junto al edificio de González Edo, construido en 1956 y conocido como El Desfile del Amor.
En un reportaje anterior publicado en estas mismas páginas de La Opinión me referí a la costumbre de poner motes a edificios y rincones de nuestra ciudad. Citamos los casos del Palacio de la Tinta, la Casa de las Tres Chicas, Barbarela... Prometí ampliar la lista porque en un solo reportaje no tenía cabida la larga lista de esos apodos. El más famoso de Málaga es el superconocido caso de El Desfile del Amor, al que se le endilgó el título de una película de la época protagonizada por Jeanette Mc Donald y Maurice Chevalier.

Las parejas que contrajeron matrimonio por aquellos años alquilaron vivienda en un edificio recién construido del Paseo de Reding, y a los pocos meses de residir en el lugar elegido, abandonaban el nido porque el alquiler de la vivienda sobrepasaba sus posibilidades. De ahí lo de «desfile del amor». Muchas parejas de la época desfilaron por aquel inmueble que sigue en pie. Antes estaba pintado de gris y ahora luce de color crema.

El batatá

Un caso curioso es el del cementerio de San Rafael, que como en el caso de San Miguel fue clausurado al agotarse el espacio para nuevas tumbas y nichos. Parcemasa o San Gabriel es el nuevo destino de parte de los que dicen adiós a la vida; la otra parte se decanta por los numerosos columbarios construidos por parroquias o cofradías de Semana Santa y una mínima parte dejan escrito su interés de una vez incinerados sus cenizas sean arrojadas al mar o en algún paraje montañoso.

Pues bien, el cementerio de San Rafael no era conocido por el nombre elegido cuando se construyó. Desde su apertura o inauguración los malagueños lo apodaron como El Batatá, barbarismo de El Batatar, porque al parecer la necrópolis se asentó sobre una antigua huerta dedicada preferentemente al cultivo de la batata. El batatar se vulgarizó en batatá, denominación que se mantuvo hasta que llegó el momento de clausurarlo por la imposibilidad de la ampliación.

El Batatá era el destino final de los menos pudientes porque las tasas de enterramiento de San Miguel eran superiores a las de San Rafael. De forma despectiva se decía que tal o cual persona había sido enterrada en El Batatá.

La téxtil

Téxtil, con acento en la e. Es como fue conocida desde su nacimiento hasta su desaparición la razón social de Industrias Textiles del Guadalhorce o de forma abreviada, Intelhorce. Llegó a tener varios miles de trabajadores, nunca llegó a cumplir los objetivos propuestos y encontró en la industria textil catalana su principal oponente.

Hoy no queda nada de lo que representó uno de los centros industriales más importantes de Málaga. Curiosamente miles de malagueños conocían la primera gran obra del Instituto Nacional de Industria en nuestra ciudad lisa y llanamente por la Téxtil, con acento en la e.

Dos villas

Villa Pipí ya no existe. Pero estuvo en la Alameda Principal muchos años, hasta que en una de las remodelaciones (reducir el ancho de las aceras en favor de la calzada destinada a vehículos) fue demolida. Al comienzo de la Alameda, frente a la calle Comisario más o menos, se construyó un urinario público que más que un mingitorio parecía un pequeño chalet.

Acostumbrados a los impresentables urinarios de chapa y por ende malolientes, el aspecto del nuevo servicio recordaba un chalet de los miles que aparecen en los alrededores de la ciudad. Los usuarios y no usuarios le endilgaron el nombre idóneo: Villa Pipí.

La segunda villa del nomenclátor popular malagueño fue la del Círculo Mercantil, que ocupaba los bajos de una manzana de la calle Larios. Era conocida por Villa Calcetines. Los socios del Mercantil procedían en su mayoría del sector comercio.

Propietarios de comercios de los sectores textil, zapatería, modas, ultramarinos, sombrerería, alimentación en general, mercerías, ópticas, joyería, confección... eran socios del Círculo, que gozó de gran prestigio y raigambre desde su fundación a finales del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX. Su presencia en la vida malagueña fue muy destacada y el local era diariamente frecuentado por cientos de socios.
A últimas de la tarde, los socios se sentaban en los cómodos sillones colocados en el exterior –en la acera– para charlar, leer el periódico, tomar café... y admirar al personal femenino que pasara por allí.
Muchas mujeres de Málaga obviaban el paso por la acera del Círculo Mercantil para no ser desnudadas por los señores que admiraban el paso de las vistosas féminas. Sentados o arrellanados en las cómodas butacas los caballeros dejaban ver los calcetines que vestían, y la gente empezó a llamarle Villa Calcetines, pues sin esfuerzo alguno los viandantes contemplaban calcetines blancos, negros, a rayas, con rombos, azules...

El edificio negro

No creo que alguien necesite aclaración con respecto al Edificio Negro, en la prolongación de la Alameda, que alberga las delegaciones de Agricultura, Educación, Comercio, Turismo,... Es un edificio de Usos Múltiples. Pero como el exterior es negro porque así lo diseñó el arquitecto que seguramente no era de Málaga, como tampoco debieron ser malagueños los arquitectos que diseñaron los de Hacienda, Correos y el Palacio de Justicia (atentados a la arquitectura local)... los malagueños, en lugar de decir voy al edificio de Usos Múltiples, lisa y llanamente lo resuelven con el color del edificio: El Edificio Negro.

Como curiosidad, agregar que cuando se terminó, alguien descubrió que carecía de escalera para el desalojo del edificio en caso de incendio. Se diseñó una escalera feísima.Y allí está para facilitar el rápido abandono del lugar en un no deseado caso de incendio porque las estrechas escaleras de uso diario son insuficientes para una precipitada huida.

El banco del siero y no puedo

En la Alameda Principal, en los bajos del edificio de La Equitativa, conocido también por la Gallina Papanata, porque en el remate hay tres huevos y estaba de moda la canción que decía «la gallina papanata ha puesto un huevo, ha puesto dos, ha puesto tres...», en los bajos se instaló la oficina del Banco de Siero, una entidad bancaria que desembarcó en Málaga cuando la banca privada se vio repentinamente desbordada porque hasta entonces todo el movimiento bancario se lo repartían cuatro entidades: Hispano Americano, Bilbao, Central y Español de Crédito.
El Banco de Siero tenía su sede en Asturias y como es natural empezó a moverse por Málaga en busca de clientes. Como al parecer las tentativas de alcanzar unas cotas que justificasen su presencia en nuestra ciudad no se cumplieron, alguien relacionó el banco con el dicho de «quiero y no puedo». Total, que quedó moteado como El Banco de Siero y no Puedo.
Aclarar que años después, los payasos de la Tele sustituyeron la gallina Papanata por la gallina Turuleta, ya no se contentaba con tres huevos, porque la canción que estaba en las gargantas de todos los niños de la época aumentaba hasta diez. Pero los más antiguos, como el autor de este reportaje, seguimos con la gallina Papanata.

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