lunes, 24 de septiembre de 2007

El privilegio de estar entre los últimos vecinos de la calle Larios (La Opinión)

a principal calle de Málaga, con trece grandes edificios, apenas tiene registradas once viviendas y no todas están ocupadas. Tres familias cuentan las experiencias de vivir en el centro del Centro
MIGUEL FERRARY. MÁLAGA Pasear por la calle Larios es hacerlo por el corazón de Málaga. Construida a finales del siglo XIX, es uno de los mejores ejemplos del urbanismo y arquitectura de su tiempo. Es perfecta. Pero esa perfección no se traduce en facilidades para vivir. Al revés. La mayoría de los balcones, ventanas y cierros que se ven en la calle son de oficinas. Cerca de 150. Pero quedan todavía unos pocos vecinos. Resistentes a la lógica económica, que dice que es poco rentable vivir allí. Son apenas once las viviendas registradas como tal por Gestrisam en la calle Larios. No todas están ocupadas, pero las familias que allí permanecen tienen una cosa clara: No se irían a vivir a otro lugar.Una de las más veteranas en la calle es Blanca García Gutiérrez de los Ríos. Doña Blanca, como la conocen, llegó a su casa de la calle Larios con 29 años. Estaba recién casada y corría el año 1942. Ahora tiene 94 años y una salud notable. No pierde su porte aristocrático y su elegancia pese a su edad. Por algo tiene un título nobiliario en su familia.Ella ha visto el cambio de la calle Larios en estos años desde un lugar privilegiado: "Pese a ser la calle principal, la encontraba triste cuando me vine a vivir aquí. Era como un pueblo. Ahora es distinto, las tiendas nuevas embellecen la calle y sí parece una gran ciudad".La evolución ha sido grande a sus ojos. Recuerda que hace sesenta años no estaba tan iluminada como ahora y, después, llegaron los grandes bancos. Poco a poco fueron cogiendo locales a instalando sus sedes en ellos. "La calle se hizo más triste y gris", reconoce. Llegada determinada hora, los bancos cerraban y la vida desaparecía de la calle Larios. Eran los años 70 y 80 y el Centro estaba en plena crisis. Esta vía, pese a ser la principal de la ciudad, era el reflejo de esa crisis al no contar con el bullicio actual.Doña Blanca afirma que para ella vivir en el Centro es muy cómodo. "Ya estoy acostumbrada a tenerlo todo a mano. Estoy a un paso de cualquier sitio. Todos los días voy a misa al Santo Cristo, que lo tengo al lado. Sólo tengo que bajar y llego enseguida", manifiesta esta veterana vecina de la calle Larios.Sí que encuentra una incomodidad. Una molestia. La del coche. Antes la dejaban en la puerta de su casa. Ahora tiene que bajarse más lejos y andar una parte del camino. Pero eso no le amilana: "Me ha perjudicado eso, pero ya me he acostumbrado".Esta queja es común entre los pocos vecinos que permanecen viviendo en la calle Larios. No por pocos las molestias son menos. Raúl Andrade y Maribel Lucena son un matrimonio que lleva más de dos décadas viviendo en esta vía. Maribel es hija de Pedro Lucena, fallecido recientemente y que era propietario de uno de los edificios de esta vía. Quizá por eso esta calle se encuentra irremediablemente unida a su vida. Y así continúa. Maribel se reconoce "muy urbanita, me encanta vivir aquí". Resalta lo positivo de estar en el Centro, sobre todo en los últimos años con el avance de la peatonalización. La vida se ha hecho más tranquila, con menos ruido y polvo que antes. Además, la calle ha recuperado vida: "Antes a las nueve de la noche no encontrabas a nadie, ahora hay gente en la calle hasta las doce de la noche".Su marido, Raúl, no obstante encuentra una pega. Como conductor se encuentra con muchos problemas para acercar a su familia a la casa o para traer la compra. "La Policía Local no discrimina a favor de los vecinos o de los que vienen a trabajar y nos da pocas facilidades", se queja Raúl Andrade. Convivir con la peatonalización no siempre es fácil y estas familia tiene dos aparcamientos en el Centro para dejar los coches. Las quejas por la restricciones de tráfico fueron muy comunes al comienzo de la peatonalización de la calle Larios. Raúl es médico y explica que muchos compañeros suyos "cerraron sus consultas y se trasladaron porque los pacientes no podían bajarse en la puerta". A cambio, reconoce que han ganado en calidad de vida.Maribel Lucena, de hecho, indica que cada vez hay más civismo y se ha controlado el ruido de los bares. Eso se traduce en una mayor tranquilidad, aunque la cercana plaza de la Constitución mantenga un programa de actos casi continuo. Las constantes obras en los edificios cercanos, viejos y necesitados de ciertos arreglos, suponen un pequeño inconveniente que ellos resolvieron hace siete años con el doble acristalamiento. La diferencia es más que notable entre la ventana abierta o cerrada.Comercio y vecindad. Una familia que tiene una especial y estrecha vinculación con la calle Larios es la de Francisco Martín Sáenz. Hasta hace menos de un año regentaba una tienda señera de la calle, algo que combinó en los últimos diez años con su faceta como vecino. Llegó al Centro después de vivir durante años en Juan Sebastián Elcano. La diferencia en los ritmos de vida es notable entre una y otra zona, pero no le cogió de improviso. Si algo tiene Francisco Martín Sáenz es que conoce y vive el Centro como pocas personas de Málaga. Y lo quiere: "Es muy cómodo vivir en el Centro porque todo está a mano, aunque tenemos que soportar la actual Feria del Centro, que es lo peor que se puede hacer".Su casa además es un ejemplo de una vivienda antigua. Como las que ya no se hacen. Nada que ver con minipisos o pisos de techos bajos. Tiene 230 metros cuadrados y más de tres metros de altura en los techos. Eso es calidad de vida. Y cerca de todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario