El hotel retomó su actividad en diciembre de 1940 con la celebración de un té amenizado por un baile después de haberse convertido en un sanatorio para heridos de guerra. El Miramar fue el hotel de mayor fama de la capital desde los cuarenta a los sesenta.
26.12.10 - 01:46 -
El Hotel Miramar fue un referente en el sector hotelero malagueño . :: SUR
La guerra civil acabó con la actividad del lujoso Hotel Miramar. El establecimiento estuvo cuatro años destinado a menesteres sanitarios. En sus dependencias se instaló un sanatorio para atender a los heridos de la contienda española. Para ello, en agosto de 1936, el hotel cerró sus puertas y dejó de alojar a clientes. Las necesidades de ingreso de combatientes en el enfrentamiento bélico hizo que el Miramar llegase a ser hospital de sangre. En esa transformación colaboraron activamente distintos médicos malagueños. Esos facultativos hicieron una serie de donaciones para dotar al centro del material sanitario preciso.
Durante el periodo de la guerra, en el edificio hubo un continuo trasiego de heridos de diversa consideración, a los que médicos y enfermeros trataban de paliar su dolor y de curarlos. A veces, la gravedad de los soldados encamados desembocaba en la muerte. También fueron frecuentes las amputaciones de miembros en los quirófanos habilitados para las operaciones. Las salas y habitaciones del Miramar se llenaron de uniformes militares y de batas blancas. Donde antes habían primado el lujo, la ostentación y la elegancia, durante el periodo en que el inmueble fue hospital, olía a desinfectante, a sudor y a enfermedad.
Recuperación del uso
Hasta veinte meses después de concluido el conflicto bélico, el Miramar no recuperó su uso hotelero. Previamente, hubo que acometer una serie de reformas para acondicionar las dependencias, retirar los elementos sanitarios, limpiar y pintar las habitaciones y poner el edificio en condiciones para acoger huéspedes.
La fecha en que se produjo la reapertura fue el sábado 21 de diciembre de 1940. Para animar al público y conseguir una mayor afluencia de clientes se programó un té y un baile, que comenzaron a las cinco y media de la tarde. El encargado de amenizar esa jornada fue el jazzista Martín de la Rosa. Al día siguiente, domingo, también hubo otro té, acompañado por un pase de modas.
Poco a poco, el Miramar fue recobrando la vitalidad. De nuevo, se convirtió en un establecimiento de referencia para adinerados, personajes famosos del mundo del espectáculo y de los toros, políticos y extranjeros pudientes. No obstante, el hotel se enfrentó a un deterioro causado por los cuatro años de uso sanitario, lo que limitó las posibilidades de recobrar el auge y el prestigio característicos del establecimiento desde que fue inaugurado, el 10 de febrero de 1926, por el rey Alfonso XIII.
A pesar de ello, el Miramar se mantuvo como el hotel de mayor fama y reconocimiento de la capital en las décadas de los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo XX. Durante esos casi treinta años -cerró en 1968-, en sus habitaciones y suites se alojaron personas de gran renombre nacional e internacional. Igualmente, fue el lugar elegido para la celebración de fiestas de fin de año, bailes de la Prensa y eventos de diferente índole relacionados con la feria de la ciudad y el mundo de los toros.
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