El arquitecto Enrique Santos Buendía, quien entre otros proyectos fue el responsable de la rehabilitación del Palacio de Mondragón.
Usted también destacó en la década de los 90 por la oposición que mostró a que el colector de aguas residuales de la ciudad discurriese por el cauce del río Guadalevín, por el fondo del Tajo.
Ciertamente, es que presumimos mucho del Tajo y después lo convertimos en una alcantarilla. Era impresentable, por lo que decidí encadenarme con algunos ecologistas y otros responsables sociales y vecinales en el colector para exigir otro trazado. Era un proyecto inviable desde el punto de vista medioambiental, patrimonial y cultural y al final el tiempo nos dio la razón, ya que con la primera crecida las aguas se llevaron todos los tubos por delante. Después, el colector, tal y como aconsejé en su día, ha tenido que pasar de manera subterránea por debajo de la meseta de Ronda a través de un gran túnel.
Actualmente la ciudad sigue sin aprobar el nuevo Plan General de Ordenación Urbana ni tampoco el Plan Especial del Casco Histórico; ¿esto que significa para los arquitectos rondeños?
Significa un disparate. Estamos en manos de un alcalde y una concejal de Urbanismo de turno, cuyos intereses nunca coinciden con la población y resultan difícilmente defendibles. No lo sacan adelante; primero porque no lo pagan; y segundo porque las propuestas que ofrece son inadaptables desde el punto de vista de la calidad y la historia que ofrece Ronda. Las propuestas del nuevo Plan General de Ordenación Urbana son especulativas y el único fin que busca es que Ronda se convierta en un trozo más de la Costa del Sol. Urbanizaciones y miseria medioambiental es lo que trae.
¿Siempre es tan crítico?
He trabajado durante diez años en proyectos públicos y sin embargo me encuentro postergado por la administración local, ya que me deben honorarios hasta para callarse. Además me bloquean todos y cada uno de mis proyectos y, todo, porque no soy mudo.
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