domingo, 19 de diciembre de 2010

MALAGA. El derribo de 12 años de desafío. (MALAGAHOY)

El Consistorio cree que "hay un antes y un después" tras el derribo de la obra irregular del promotor hispano ruso en Pinares de San Antón · En 2010 se le han impuesto 15 sanciones, valoradas en 760.000 euros

S. SÁNCHEZ / MÁLAGA | ACTUALIZADO 19.12.2010 - 01:00
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Trabajos de demolición de la obra ilegal de Pinares de San Antón esta misma semana.

Un agente de la Policía Local, de inspección por la zona, constata la existencia de unas obras en apariencia irregulares en una vivienda de Pinares de San Antón, situada al final de la calle Halepensis. Poco podía pensar este operario que lo que estaba poniendo de relieve era el principio de los doce años de ilegalidad urbanística protagonizada por Vladimir Beniachvili, que poco tiempo después de esta primera anomalía, empezó a ser conocido como el promotor del centro hispano-ruso. De ese primer hito hasta el pasado martes han pasado casi doce años, tiempo en el que este empresario, que dice sentirse víctima, ha levantado al margen del ordenamiento urbanístico 3.500 metros cuadrados de obra, la mayoría sobre suelo no urbanizable.

Es el ayer y el hoy de, probablemente, la mayor obra irregular levantada en la capital de la Costa del Sol, cuyo simbolismo es aún mayor si se tiene en cuenta que Beniachvili, ahora infractor, fue durante no pocos años socio del Ayuntamiento en su intención de edificar un gran complejo deportivo y cultural en la misma finca hoy objeto de los trabajos de demolición. La ligazón entre ambas partes fue especialmente significativa en el año 2002, cuando el equipo de gobierno del PP avaló y auspició la aprobación de un plan especial que buscaba la reclasificación de este suelo no urbanizable para ejecutar lo que se denominó como centro hispano-ruso. "No sabe cómo me querían, como me adoraban en ese momento", recordaba hace unos días Beniachvili a este periódico.

El proyecto quedó en agua de borrajas tras la negativa de la Junta de Andalucía a autorizar la operación urbanística y la presentación de varios recursos ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) para que anulase el acuerdo plenario que daba vía libre a la actuación. El Alto Tribunal andaluz se pronunció definitivamente a finales de 2009, cuando invalidó dicho acuerdo, cerrando definitivamente el camino del centro hispano-ruso.

A lo largo de estos 12 años, un proyecto que fue incluso valorado por el entonces concejal de Urbanismo Manuel Ramos como "elemento determinante e importante para la atracción del turismo" de nacionalidad rusa, acabó por convertirse en un dolor de cabeza para el alcalde, Francisco de la Torre, y los responsables de la Gerencia de Urbanismo, a los que se exigía una intervención inmediata que pusiese fin a las actuaciones que desarrollaba Beniachvili y a los que se imputaba cierta flexibilidad con el empresario ruso.

Si bien es cierto, de acuerdo con la información aportada por el propio Ayuntamiento hace algunos meses, que han sido más de una decena las notificaciones remitidas al promotor para que paralizase las actuaciones, las demoliese y restituyese el terreno a su estado original, también lo es que no ha sido hasta ahora, doce años después de las primeras anomalías, cuando se ha acometido el derribo de la obra. Urbanismo se defiende de estas críticas aludiendo a la complejidad del proceso, dado que se requiere de la autorización judicial para poder intervenir.

Muestra de la dificultad del caso queda de manifiesto en las explicaciones que hace ahora un año daba el que fuera concejal de Urbanismo Juan Ramón Casero, ahora responsable de Movilidad. Casero subrayaba la imposibilidad de entregar las reclamaciones al promotor porque "cada dos o tres meses se cambiaba el domicilio de la sociedad que promovía las obras". Y a eso se añade que, según apuntó, no fue hasta el año 2004 cuando los técnicos de Urbanismo empezaron a hacerse una idea de lo que Beniachvili estaba ejecutando en Pinares y ello fue posible después de que el edil lograse que la Policía Nacional le cediese su helicóptero para fotografiar las instalaciones. "Hasta entonces no sabíamos a ciencia cierta lo que allí estaba ocurriendo", recordaba.

No obstante, no ha sido hasta el último año cuando el cerco municipal sobre el promotor del centro hispano-ruso se ha estrechado. Muestra de ello es que no fue hasta el mes de febrero cuando la Gerencia le impuso la primera sanción económica por sus numerosos incumplimientos. Y después de ésta se han sucedido otras catorce por diferentes motivos, la mayoría por la negativa del empresario a demoler de forma voluntario lo construido de manera irregular. La tensión entre las partes ha impedido cualquier opción de normalización de la situación, que los asesores de Beniachvili buscaron aprovechando la revisión del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU), en el que, por ejemplo, sí se otorga carácter urbano a una parcela localizada justo al lado de la parcela del promotor.

Sin embargo, la insistencia de Beniachvili en continuar con los trabajos de construcción a pesar de los apercibimientos municipales acabó por eliminar las opciones de acercamiento. La consecuencia final, la entrada de la piqueta en la finca de Pinares de San Antón, donde desde el pasado martes se ven máquinas, con sus pinzas gigantes, devorando la construcción irregular de Vladimir Beniachvili. Algunos en Urbanismo creen que en materia de irregularidad urbanística "hay un antes y un después del día 14".

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