viernes, 1 de julio de 2011

Los vecinos del Centro quieren palmeras en la plaza Mitjana (SUR)

Recuerdan que su remodelación tenía como objetivo crear un espacio de convivencia ciudadana «para evitar la ocupación de los bares»

«¿Dónde están las palmeras que nos prometieron?». Esta es la pregunta que se hacen estos días los vecinos del Centro Histórico, tras comprobar cómo la remodelación de la plaza Mitjana no les ha traído el espacio público esperado. La decepción es mayúscula, aseguran, ya que el proyecto de la plaza incluía la plantación decorativa de varias palmeras, una mejora luminaria así como varios proyectores empotrados en el suelo y filtros de color. Sin embargo, la imagen de la renovada plaza dista mucho de la imaginada por los vecinos, deseosos de espacios de convivencia ciudadana.
«Es la gota que colma el vaso. La plaza ya está pavimentada y ni rastro de las palmeras y los bancos que iban a poner coto a la ocupación de vía pública de los locales cercanos. El resultado ha sido el de siempre, las mesas y las sillas invaden otro espacio ciudadadano del Centro», denuncia María José Soria, presidenta de la asociación Centro Antiguo.
«Los vecinos nos preguntamos cuándo podremos pasear en alguna plaza abierta a los ciudadanos y no a la hostelería», opina Miguel Ángel Florido, tras reconocer que la decepción de Mitjana no les han pillado por sorpresa. «Se veía venir, un espacio sin mobiliario urbano y, por tanto, perdido», afirma.
Los portavoces del colectivo comparan Mitjana con Uncibay «donde las terrazas han ocupado prácticamente la totalidad de la plaza» y critican «la normalidad» con la que se hacen estas actuaciones tan negativas para los vecinos.
Lucha contra el ruido
«Le pese a quien le pese el Centro es un barrio, el problema es que no se reconoce como tal y arrastra un déficit de equipamientos enorme», declara Soria, que considera ésta una de las razones de la despoblación del Centro. «Da pena ver edificios preciosos y rehabilitados como los de Mitjana casi vacíos porque no hay familia que aguante vivir ahí», subraya.
La presidenta volvió a alzar la voz por el ruido nocturno que soportan los residentes de jueves a sábado, acentuado en verano. «Es una tortura y tristemente se ve como algo normal, cotidiano y aceptado. ¿Hasta cuando?», pregunta.

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