Con unas elecciones autonómicas en el horizonte, la Junta de Andalucía vira en sus relaciones con el Ayuntamiento y en pocas horas desbloquea dos relevantes proyectos municipales
Las delegaciones del
Ayuntamiento y de la Junta
se reunieron el martes en la
sede central del Gobierno
andaluz. :: ÁLVARO CABRERA
El paso del tiempo dirá si la instantánea que ilustra esta información es la fotografía que marca un cambio de rumbo en las hasta ahora enturbiadas relaciones institucionales entre la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga. El pasado martes, las delegaciones de la Administración autonómica en la provincia y el equipo de gobierno del PP en la Casona del Parque se reunían para intentar alcanzar acuerdos y marcar una hoja de ruta sobre los grandes proyectos de ciudad que deben salir de la confrontación partidista.
Sobre la mesa una veintena de iniciativas y dos posturas previas. El ejecutivo regional -con su delegada en Málaga, Remedios Martel, a la cabeza-, acudía con un gran optimismo para sacar del atolladero algunas actuaciones enquistadas. Por ello, su estrategia fue la de mover ficha y ceder en posiciones que, hasta el momento, parecían inamovibles. Los representantes locales, con el alcalde, Francisco de la Torre al frente, acudieron a la cita con cierto escepticismo y prudencia dado que encuentros similares anteriores terminaron en fracaso.
Las buenas palabras e intenciones expresadas en la rueda de prensa compartida por Martel y De la Torre se transformaron inmediatamente en hechos palpables. Así, unas horas después de despedirse, el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Málaga, tras siete años de tortuoso camino de tramitación, salvaba los últimos escollos técnicos planteados por la Junta. Si se cumplen los plazos, el próximo viernes será aprobado en un pleno municipal extraordinario, remitido al Ejecutivo regional y éste, conforme a su compromiso, lo tramitará con la mayor celeridad para que sea publicado en el boletín oficial para que entre en vigor. Los plazos apuntan a que el nuevo planeamiento llegará con sonidos de verdiales y sabor a Cartojal en la próxima feria de agosto.
Después de que el documento haya pasado por la mano de tres concejales de Urbanismo (Juan Ramón Casero, Manuel Díaz y Diego Maldonado) y cinco consejeros de Obras Públicas (Concepción Gutiérrez, Luis García Garrido, Juan Espadas, Rosa Aguilar y Josefina Cruz Villalón), Málaga contará con el instrumento que planificará la ciudad para las dos próximas décadas. A largo plazo, el Plan General supondrá la inversión de casi mil millones de euros. A corto, posibilitará que desde su entrada en vigor el Ayuntamiento disponga de 25 millones de euros -provenientes de los convenios urbanísticos- para hacer vivienda pública y obras como las del bulevar. Una inyección económica nada desdeñable en las actuales circunstancias de crisis económica. Además, permitirá al equipo de gobierno exigir a los privados el pago de 126 millones de euros ligados a dichos convenios urbanísticos.
Además del PGOU, la Junta desbloqueó inmediatamente otro proyecto enredado en los análisis técnicos y el manejo de los tiempos políticos: el hotel diseñado por el afamado arquitecto Rafael Moneo en Hoyo de Esparteros. Tras tres años de trámites y correcciones la comisión provincial de patrimonio dio el visto bueno a la nueva altura (ocho plantas más ático) de este edificio. A ello se une que la Junta de Andalucía ya ha pedido al Ministerio de Fomento, en calidad de propietario de las 28 hectáreas del terreno, que renuncie a pedir compensaciones urbanísticas a la ciudad para ceder el suelo del Campamento Benítez para convertirlo en parque de uso ciudadano.
El 'estilo Martel'
Esta nuevo escenario ha sido posible, según fuentes consultadas, gracias a lo que ya se ha dado en llamar el 'estilo Martel' en referencia al apellido de la delegada de la Junta en Málaga, quien ha abogado por establecer un clima de mayor entendimiento con el principal Ayuntamiento de la provincia, el de la capital.
¿Cuáles son las razones? En primer lugar la voluntad manifestada, en principio, en los tres asuntos concretos desbloqueados esta semana. En segundo a nadie escapa -y así lo atestiguan las últimas encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)- que la ciudadanía cada vez percibe más a los políticos como un problema que como una solución y eso, según sostienen algunos expertos consultados, haya actuado como un resorte en algunos responsables públicos para intentar corregir comportamientos que, como la confrontación institucional, no dan una buena imagen.
Aunque el elemento que explica en gran parte el viraje de la Junta de Andalucía en Málaga lo marca el contexto preelectoral que se respira. Al margen de las elecciones generales, el próximo año -en principio en el primer trimestre- se celebrarán comicios autonómicos. Una cita con las urnas que, a tenor de las encuestas, podrían provocar el vuelco en la región y permitir gobernar al PP.
Quizás para intentar evitar este escenario, el Gobierno autonómico en la provincia quiere quitarse ese 'sambenito' -que ha calado en amplias capas de la sociedad y que en determinados momentos han explotado los populares- de ser una Administración hostil hacia Málaga. Para ello, trata de limpiar esa imagen a través de la colaboración institucional y reivindicando su papel de dinamización y apuesta por la provincia poniendo en valor aquellas obras, infraestructuras y servicios que presta y son de su competencia.
Como se recordó en estas páginas hace unas semanas, este escenario se vivió hace cuatro años también en vísperas de unas elecciones autonómicas y después volvieron las disputas y los titulares periodísticos referentes a la confrontación institucional.
¿Será esta la definitiva y finalmente se encauzaran las relaciones entre ambas administraciones por la senda de la normalidad? Es la pregunta que flota en el aire. El tiempo dirá si esa instantánea es la de un nuevo tiempo o formará parte de la colección de las fotografías de las esperanzas frustradas.
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