La inminente entrada en vigor del PGOU despeja el camino a los grandes proyectos de la ciudad
La Málaga del futuro está a la vuelta de la esquina. Después de una larga y polémica travesía de siete años, la norma que regulará el desarrollo urbanístico de la ciudad durante las próximas dos décadas echará a rodar de forma inminente. Salvo retraso de última hora, el martes está previsto que se publiquen en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) las 1.500 páginas que conforman la revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), por lo que al día siguiente entrará en vigor el documento que, parafraseando al alcalde Francisco de la Torre, permitirá la transformación de Málaga «en una gran metrópoli». Y así será siempre que se hagan realidad actuaciones emblemáticas dibujadas en los planos como el bulevar sobre las vías del AVE, el macrohospital que la Junta se comprometió a levantar en la zona de Los Asperones, la ciudad deportiva del Málaga y el parque metropolitano previstos en Arraijanal, el soterramiento de la avenida Cánovas del Castillo o la creación de nuevas áreas de centralidad marcadas por edificios de gran altura y amplias zonas verdes como las previstas en Martiricos, La Térmica y los antiguos terrenos de Repsol. En definitiva, grandes proyectos que representan solo una parte de los mil millones de euros de inyección económica para la ciudad que supondrá el PGOU a lo largo de su materialización en concepto de inversiones en infraestructuras.
El único problema, a la sazón fundamental, es que la situación económica actual y la que se prevé a corto y medio plazo distan un mundo de los años de bonanza en los que se diseñó el planeamiento, de modo que las actuaciones de iniciativa privada como la que corresponden acometer a las administraciones publicas tienen un elevado riesgo de quedar paralizadas a la espera de tiempos mejores.
En este sentido, buena parte de las inversiones contempladas por el Ayuntamiento están supeditadas al cobro del dinero de los convenios con promotores incluidos en el PGOU, firmados en su día por un montante global de 175 millones de euros pero que, a día de hoy, se antoja complicado que las entidades financieras y las constructoras ligadas a acuerdos como los de Repsol, Martiricos y La Térmica estén en disposición de hacer frente a los pagos en los tiempo y forma pactados. La Administración local no está dispuesta a rebajar ni un solo euro, aunque sí que se muestra abierta a renegociar los plazos.
25 millones disponibles
Pese a ello, la inminente entrada en vigor del PGOU sí que traerá un soplo de aire fresco a las arcas municipales, ya que el Consistorio podrá disponer de los 25 millones de euros que ya están ingresados (aunque bloqueados) como parte de los convenios con los propietarios de distintos suelos a desarrollar, de los que 13 tendrán que destinarse a la construcción de viviendas públicas en zonas como Trinidad-Perchel, Carlinda y Bizcochero-Capitán. El resto de los fondos que quedarán liberados podrían servir para arrancar los trabajos en el futuro bulevar (la inversión total ronda los 40 millones) o concluir la rehabilitación de Tabacalera para uso museístico.
Con los grandes números en la mano, el aspecto más destacado del nuevo planeamiento es su apuesta por acabar con la carencia actual en materia de vivienda protegida. El texto contempla suelo para 42.776 casas, de las que 17.735 (el 41,4%) tendrán algún tipo de protección. A éstas habrá que sumar los terrenos reservados para otras 30.528 (4.497 VPO) recogidos en el PGOU de 1997 que no se han llegado a consumir, por lo que en total habrá suelo para 73.304 inmuebles.
Además, figuran 1,3 millones de metros cuadrados en las barriadas para dotaciones sociales, culturales y deportivas, así como 1,7 para comunicaciones e infraestructuras. Además, entre las parcelas de equipamientos de la zona este hay hasta cinco posibles ubicaciones para el que sería el tercer hospital de la capital, aunque este proyecto no aparece explícitamente en los planos.
Pero no todo será cemento, ya que se destinarán 578 hectáreas a la creación de zonas verdes. En este aspecto, las actuaciones estelares son el parque urbano planteado en el antiguo Campamento Benítez y el metropolitano en Arraijanal, enclave en el que el jeque Al-Thani también está a la espera de que el Ayuntamiento se haga con los terrenos para impulsar la ciudad deportiva del Málaga.
Precisamente para compensar a los propietarios del único espacio libre de ladrillo que queda en el litoral malagueño -se iba a destinar a uso residencial-, el documento contempla una mayor edificabilidad en zonas periféricas como Campanillas, que se convertirá en la gran área de expansión de la ciudad en la próxima década con cerca de nueve mil viviendas.
Además, el planeamiento apuesta por una urbe capaz de atraer más actividades empresariales poniendo en carga nuevos suelos productivos. Así, se contemplan casi 4,5 millones de metros cuadrados de techo para usos productivo, logístico y comercial. Una de las actuaciones más destacadas será el desarrollo de los sectores de Buenavista y Amoniaco, donde hay suelo para la ampliación del Centro de Transporte de Mercancías (CTM), un parque empresarial donde se trasladarán las naves del polígono San Rafael (dejarán paso al bulevar y a 3.211 viviendas) y una zona residencial para 1.362 VPO.
«Este nuevo PGOU viene a apoyar la reactivación de Málaga, pues ofrece más escenarios laborales y alternativas a los ciudadanos, con nuevos suelos para actividades económicas, para la implantación de empresas que generen empleo», asegura el concejal de Ordenación del Territorio y Vivienda, Diego Maldonado, quien destaca el crecimiento «no expansivo, sino moderado» que experimentará la capital.
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