domingo, 20 de enero de 2008

Los accesos al casco urbano se quedan obsoletos y provocan atascos a diario. Marbella (SUR)


El Ayuntamiento ultima un plan integral de seguridad vial que recogerá sendos proyectos para la reforma de las entradas a la ciudad, en manos de Fomento y de la Junta Técnicos destacan los problemas en el diseño por la cercanía con otras intersecciones
Horas conflictivas: Las principales horas punta. A primera hora de la mañana, a mediodía, media tarde y última hora de la tarde. Picos de hasta un millar de vehículos la hora.
Problemas: Escasa distancia entre el acceso de la A-7 y el cruce semafórico con la avenida Arias de Velasco.
Dos menos diez de la tarde. El tiempo se le ha echado encima para llegar en punto a su cita con un almuerzo de trabajo en pleno centro de Marbella. Circula por la autopista a todo lo que da el vehículo. Sabe que las opciones son limitadas. Descartado entrar por el acceso del arco, en las inmediaciones del polígono industrial, ya que desde esta vía rápida es una alternativa vetada, la disyuntiva está entre la carretera de Ojén o la estación de autobuses. Apuesta por la segunda. La jugada le sale mal. La cola de coches llega hasta la misma autovía y le toca aguardar un buen puñado de minutos hasta que el atasco se diluya. Esta escena, lejos de ser ocasional, es la misma con la que se topan a diario cientos de conductores, que quedan atrapados en los principales accesos al casco urbano: el de la avenida del Trapiche, justo donde se levanta la estación de autobuses, y el que da acceso a calle Serenata, en las inmediaciones del parque comercial La Cañada. Uno y otro se han quedado obsoletos y ya no tienen capacidad suficiente para absorber el creciente volumen de circulación que registra la ciudad, provocado no sólo por el crecimiento poblacional sino también por el goteo de trabajadores de otras localidades que tienen su empleo en Marbella.
«Insuficientes»
En la Delegación Municipal de Transporte y Circulación conocen al dedillo los problemas de retenciones que se viven a diario en las principales entradas, especialmente en las tradicionales horas punta, como son la primera de la mañana, a mediodía, a media tarde o a última hora de la tarde. «Más que un problema de tráfico es un problema de diseño de las intersecciones», apunta un técnico municipal consultado por este periódico. Comparte su opinión Eloy Ortega, director de la Delegación de Transportes y Circulación. «El problema es que las dos únicas salidas que hay al casco urbano son claramente insuficientes, ya que todo el tráfico rodado debe ser absorbido por ambas y la demanda es muy superior a su capacidad», abunda, al tiempo que recuerda que la competencia de los accesos es supramunicipal, de la Junta o del Ministerio de Fomento, según sea el caso. Es una cuestión simple de matemáticas. La llegada de un millar de vehículos a la hora en los picos mayores choca frontalmente con la capacidad para la que fueron diseñados, muy inferior, y con la cercanía de intersecciones urbanas en ambos casos: en el Trapiche, por un cruce semafórico que une cuatro vías de gran afluencia, y en la carretera de Ojén porque en pocos metros se topa con el cruce de la calle Serenata, de similares características. «Las distancias entre la autovía A-7 y los cruces de la vía urbana son muy cortas y eso produce un efecto cola que llega hasta la propia vía rápida», señala el técnico consultado. La solución pasaría, por tanto, o por alargar esta separación entre ambos puntos o por eliminar alguno de los movimientos del tránsito de coches, ya en tramo urbano, para desviarlo por las calles aledañas.Son ideas que en breve se plasmarán sobre el papel. La Delegación Municipal de Transportes y Circulación ultima un plan integral de seguridad vial. El documento recogerá soluciones para lograr un tráfico más fluido. «Una de las soluciones que se contempla es sustituir los cruces semafóricos por rotondas», apunta Ortega. No descartan tampoco, a medio plazo, soterrar en el cruce de la avenida Arias de Velasco con la calle Serenata para deprimir el tráfico de esta última vía, que soporta una elevada afluencia.En ambos casos la competencia sigue está en manos de Fomento y de la Junta de Andalucía, según subraya el director de la Delegación de Transportes y Circulación. «Los enlaces urbanos corresponden a las administraciones supramunicipales, aunque la administración local en muchos casos no lo haya defendido», agrega al respecto de la pasividad de los gobiernos del GIL para reclamar mejoras en los accesos, atestados casi desde el primer momento.
Mantenimiento
En el acceso de la estación de autobuses, en la avenida del Trapiche, es una cuestión de mera cercanía con la autovía A-7, lo que obliga al Ministerio de Fomento al mantenimiento y conservación. Más sorprendente es el caso de la entrada al casco urbano por la carretera de Ojén. «La antigua comarcal a Ojén partía del kilómetro cero, que es actualmente el cruce con la avenida Severo Ochoa, y toda esa vía, la calle Serenata hasta arriba, es de la Junta de Andalucía», explicaron las mismas fuentes. El Ayuntamiento marbellí nunca pidió la cesión del tramo tras construirse la autovía. Ahora el nuevo equipo de gobierno no descarta hacerlo, siempre que el traspaso de las competencias implique que el Gobierno andaluz realice las mejoras necesarias en la vía que no se hicieron en su momento. «La Junta tiene que intervenir y entregarlo acondicionado, lo que vendrá bien para cuando se haga el tren litoral por el centro de la ciudad», añade Ortega. En caso de que ninguna de las dos administraciones responda, la intención del Consistorio es impulsar unilateralmente estas mejoras. «Instaremos a que se hagan dentro de esa obligatoriedad para el mantenimiento y la conservación», apunta el director del área. Todo eso y mucho más quedará plasmado en ese futuro plan integral de seguridad vial que prevé consolidar cambios no sólo en las carreteras sino también en la propia conducta de las personas, para lograr un «tráfico amable» en el casco urbano.

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