domingo, 22 de junio de 2008

Callejones con encanto (SUR)


Salirse de las rutas principales ofrece al caminante una perspectiva diferente del Centro, con rincones inesperados, llenos de vida e historia, donde la cercanía de los muros evita el calor y traza pintorescas estampas de la Málaga de siempre
Hay otra forma de conocer el Centro, sólo hay que salirse de las vías principales y deambular por callejones estrechos y olvidados. Bares y restaurantes se mezclan con negocios de toda la vida, tertulias que brotan como manantiales en la puerta de los comercios, en la trama árabe de la ciudad antigua, en pasajes donde la cercanía de los muros evita que el sol sofoque al viandante. Desde Larios a la Catedral y de ahí al Museo Picasso, SUR, con la ayuda del experto en el callejero malagueño Domingo Mérida, les propone una ruta para conocer la trastienda del casco antiguo.A las puertas de Larios, el viandante se adentra a la derecha, por la calle Don Juan Díaz, entre el bullicio de mesas de los bares y cafeterías. Está dedicada al parlamentario que enviaron los Reyes Católicos para intentar que los musulmanes cedieran la ciudad sin necesidad de batalla.Poco después sale a la calle Bolsa, presidida por la Paloma quiromántica -una mano y una paloma a la vez- escultura basada en una obra de Rafael Pérez Estrada. Aunque es una calle, realmente en este punto se forma una plaza. Mérida cita a otro estudioso del callejero, Francisco Bejarano, para explicar el origen de su nombre: «Antes la gente guardaba el dinero en un calcetín, media o bolsa, y este tramo se asemeja a ese objeto, pero no tiene nada que ver con el mercado de valores».
Torre de Sandoval
Sigue por Torre de Sandoval, apenas un puñado de metros entre Bolsa y Strachan, que se asoman a la Catedral. Está dedicada a un sobrino de Sancha de Lara. «Lo mandó ajusticiar la autoridad de Málaga en 1640 porque no hizo reverencia en el teatro al llegar el alcalde. Sancha de Lara se fue a ver al rey, a Madrid, que mandó ahorcar a todos los que habían intervenido en la muerte de su sobrino». En este punto, el paseo vuela en el espacio y en el tiempo hasta el edificio que antes se encontraba frente a la escalinata de la Catedral, en la plaza del Obispo, llamada Casa de las siete cabezas, en la que Sancha de Lara mandó reproducir las de los ajusticiados para vengar a su sobrino.Llega así a la calle Salinas, llamativo contraste de edificios modernos e históricos, que recibe su nombre del palacio que se ubica en el número 6, del siglo XVII. Una parada obligada en el camino es la calle Fresca, que toma su nombre del sentido común: su temperatura se mantiene casi estable en verano. «Por su forma y por lo estrecha que es, el sol no llega a entrar, no toca el suelo ni siquiera en agosto», ilustra Mérida. Callejón empedrado, fiel reflejo de la antigua trama árabe, después de que los bares de la zona la rieguen, se mantiene húmeda durante mucho tiempo, lo que contribuye a realzar su nombre.
El Chinitas
No tarda en aparecer uno de los enclaves más pintorescos de la ciudad, el pasaje de Chinitas, una de las pocas vías que tiene el mismo nombre si se recorre de Norte a Sur y de Este a Oeste. Construida sobre un antiguo convento de las Agustinas, en lo que hoy es una tienda de telas estaba el célebre café Chinitas, que le dió nombre a la calle, por el apodo del actor Gabriel Guerra, que actuaba con frecuencia en el local. La parada en el taller de afilados que regenta Manuel Ocón hijo es casi obligatoria, donde la tertulia brota espontánea y siempre sobre temas malagueños. Su colección de fotografías de personalidades de la provincia es única.Sale ahora a Santa María, una concurrida vía comercial, donde la farmacia y la ferretería de toda la vida intercalan con tiendas de recuerdos y terrazas. Comunica la plaza de la Constitución con la calle Molina Lario y luego con Císter, pero un poco antes, tuerce a la izquierda y se adentra en la calle Correo Viejo, estrecho pasaje que lleva hasta la plaza del Siglo. Recibe tal calificación por las antiguas dependencias postales y alberga la casa natal del marqués de Salamanca, ministro de Hacienda a mediados del siglo XIX y creador del barrio del mismo nombre en Madrid. Para ver la placa que le recuerda es necesario bucear entre los toldos de los restaurantes.A la vuelta de la calle aparece el pequeño pasaje Ascanio, llamativo por la reja de forja que la mantiene a salvo de miradas indiscretas. ¿Cuántos malagueños se habrán preguntado alguna vez qué habrá detrás? Pues lo cierto es que no conduce a ningún sitio. Debe su nombre al doctor Martín de Ascanio, muy ligado a la Catedral, que vivió en el siglo XVII.Al otro lado de la calle Granada, ya en Calderería, la calle Capitán describe un pequeño arco para salir prácticamente al mismo sitio. Aunque hoy en día no tiene mayor envergadura, Domingo Mérida recuerda que en otros tiempos salía -después de hacer muchos recovecos- hasta la calle Carretería. De ser una de las más largas, pasó a ser de las más pequeñas.
El ataúd
De vuelta a la calle Granada, se abre, a la derecha, la minúscula calle Moratín. En otros tiempos, recuerda el experto, era conocida como la calle del ataúd, por ser más ancha en su inicio que en su final.De un salto, a la Catedral. A espaldas del templo, por la popular calle Cañón se accede hasta la vía más estrecha de la capital. La calle Don Juan de Málaga sale junto a la sede de la Cámara de Comercio, en Cortina del Muelle, donde se produce un estrechamiento tal que no deja pasar a más de una persona a la vez. Debe su nombre al bisnieto de Alí Dordux, que entregó Málaga a los Reyes Católicos y en esta vía se ubicaban los talleres del imaginero Pedro de Mena.
Museo Picasso
Desde Cortina del Muelle a la calle Alcazabilla. En el extremo más cercano a Císter, pegada a la cofradía del Sepulcro, se abre la calle Marquesa de Moya. Hace referencia a la dama de compañía de Isabel la Católica, conocida por su elegancia. «Un santón árabe se ofreció a los cristianos a buscar un flanco débil para entrar en la Alcazaba. Aprovechando un descuido intentó apuñalar a la reina, pero su dama iba tan bien vestida que se equivocó y la hirió de gravedad». Los jardines y la cercanía del Museo Picasso dan a todo el entorno un encanto especial.Conduce hasta la calle Pedro de Toledo, que permite observar uno de los conjuntos de casas más antiguas de la capital. Está dedicada al capellán de los Reyes Católicos, que encabezaba la cabalgata de los notables en la entrada de los monarcas a la ciudad recién conquistada. La plaza que preside la vieja higuera de cuatro pies, en el corazón de la pinacoteca, es la última escala del paseo, en uno de los rincones más relajantes de esa bulliciosa urbe que es Málaga.

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