domingo, 17 de mayo de 2009

La crisis inmobiliaria agota la expansión bancaria en Málaga (La Opinión)


 

Tras elevar un 45% la red con 440 nuevas oficinas en 6 años, el ritmo de aperturas cae al nivel de 1999. Expertos creen que se cerrarán las menos rentables y las ligadas al crédito promotor

JOSÉ VICENTE RODRÍGUEZ. MÁLAGA La crisis económica ha frenado definitivamente el espectacular ritmo de aperturas de sucursales de bancos y cajas de años anteriores, y que tuvo a la provincia de Málaga, sobre todo a las zonas de expansión residencial y urbanística, como uno de sus destinos predilectos. Entre inicios de 2003 y finales de 2008 se han abierto en Málaga casi 440 nuevas oficinas, lo que equivale a un incremento del parque de sucursales del 45%, que ha pasado así de las 960 oficinas de hace seis años a las 1.393 actuales.
Decimos lo del parón porque, tras ejercicios anuales donde se llegaron a abrir entre 60 y 120 oficinas, el año 2008 se cerró únicamente con 20 aperturas, cifra modesta que retrotrae al sector financiero a los ritmos de expansión de 1999. Incluso se da el caso de que, mientras las cajas (tanto las de ahorro como las rurales) abrieron 26 oficinas, los bancos redujeron su parque en 6, rompiendo una tónica alcista iniciada en 2002.
Los datos, procedentes tanto del Banco de España y del anuario de La Caixa, colocan a Málaga, eso sí, como una de las cuatro provincias con mayor crecimiento en su red en el periodo antes citado. La superan lógicamente Madrid y Barcelona, que han abierto en ese tiempo 1.137 y 686 sucursales respectivamente, y por Valencia, que registró casi 500 inauguraciones. Por detrás de Málaga se sitúan las 400 de Alicante y, ya más lejos, las 287 de Sevilla y las 285 de Murcia.
El parón es hasta cierto punto lógico si tenemos en cuenta que el fenómeno de las aperturas estuvo íntimamente ligado al ´boom´ inmobiliario, que en Málaga y la Costa del Sol llegó a mover un pastel hipotecario de casi 14.900 millones de euros anuales. Esos tiempos quedan lejanos, ya que el desplome de las ventas de vivienda y la crisis financiera han reducido ese negocio en más de un 40%, hasta dejarlo en los 8.400 millones en 2008. Mucha menos tarta para un escenario con muchísimas más entidades en competencia.
"Durante años ha sido un negocio redondo: una sola oficina concedía el préstamo y luego, vinculado al mismo, concedía las 30 o 40 hipotecas de los compradores, domiciliaba esas nóminas y captaba depósitos, aprovechaba para colar seguros de vida...", recuerda el delegado de Ausbanc en Málaga, Alfredo Martínez.
Las entidades jugaban durante años a conceder hipotecas a mansalva, inflando en muchos casos la tasación de las viviendas para sufragar hasta el 100% del precio que tenía que abonar el cliente. Con ello captaban nuevas nóminas y se aseguraban un retorno continuado de liquidez en años en los que la morosidad alcanzó suelos históricos por debajo del 1%.
Pero esas hipotecas, que antes se daban a cualquiera que pasaba por el banco, se han convertido en un producto muy selecto. "En estos momentos, los bancos sólo quieren dar hipotecas a unos clientes que, si cumplieran con todas esas garantías que le piden, en realidad no las necesitarían", ironiza. Y es que la realidad ha cambiado dramáticamente con la espantosa falta de liquidez que asola los mercados financieros. Tal y como recordaba hace unos días en Málaga el presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, Javier Gómez Navarro, lo que quieren ahora esas entidades es amortizar ese dinero prestado y sus intereses. Difícil, ya que la morosidad se ha disparado hasta el 4,1%, el mayor nivel en 12 años.
La pregunta clave es saber si todas esa avalancha de aperturas al amparo del auge inmobiliario será sostenible ahora que éste ha pasado a mejor vida. Martínez se abona a una tendencia progresiva de cierres de aquellas oficinas abiertas casi con la única finalidad de atender a créditos de promotores (hay casos en la Axarquía) y que, al paso del tiempo, se han encontrado con impagos ante el absoluto parón en la venta de viviendas.
El catedrático de Política Económica de la UMA Pedro Raya sostiene que las entidades tendrán que hacer un serio "examen de conciencia" y cerrar las oficinas poco rentables. De fondo, en el caso de las cajas, hay un problema añadido: las hipotecas fusiones que crearían un solapamiento económicamente insostenible de oficinas.

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