sábado, 10 de abril de 2010

El arquitecto que ve en los containers viviendas de quita y pon. (SUR)

Carlos López Taboada Profesor de la Universidad de Málaga
10.04.2010 -
GEMA MARTÍNEZ

El arquitecto que ve en los containers viviendas de quita y pon
Verano de 1996. Barcelona. Congreso Internacional de Arquitectos. Carlos Taboada escucha a un tipo americano -cuyo nombre no recuerda ya- que habla de la transformación de unos contenedores de transporte marítimos en cabañas. Las estructuras, perfectamente habitables, se pueden aereotransportar y plantar en el Parque Natural de las Montañas Rocosas. Tienen un impacto nulo sobre el territorio porque, una vez terminada su misión, se pueden sacar de allí sin dejar rastro.

Taboada considera que la idea de los contenedores transformados en cabañas es la más ecológica y sostenible que ha escuchado y la deja almacenada en algún lugar del cerebro. Por entonces, el estudiante de Arquitectura de la Universidad de La Coruña ya creía en eso de que la profesión que había elegido era creativa y en que había que darle vueltas al coco.

Finales de los noventa. El ladrillo se empieza a poner por las nubes. Sólo para pagar el alquiler de un estudio de arquitectura se necesita generar un buen puñado de ingresos. Hay que hacer el trabajo que caiga. Caen algunas cosas buenas, pero mayoritariamente son malas. La idea de los contenedores marítimos como espacios habitables sigue ahí.

Un rincón para pensar
Principios del siglo XXI. Carlos Taboada y su socio deben dejar definitivamente el piso que utilizan como estudio en Santiago de Compostela. Por entonces ya han hecho infinidad de bocetos de contenedores como viviendas. Ellos necesitan algo estable, pero no hay manera: «Tu vivienda tiene que tener cuarenta metros cuadrados porque, muy abusivamente, te cobran el metro cuadrado a 5.000 euros. Así que yo no puedo contar con un rincón para pensar, porque dos metros cuadrados con una buena vista cuestan diez mil euros. ¡Me quedo sin mi rincón para pensar, y eso es un problema serio!», dice.

Para la entrevista, el arquitecto de acento gallego se ha sentado encima de una mesa alta del aula de la Facultad de Ingenierías de la UMA, donde acaba de impartir una clase práctica de la asignatura de Elasticidad y Resistencia de los Materiales. En 2005 se trasladó a Málaga para vivir con su mujer, profesora de la facultad de Económicas y a la que conoció esquiando en Sierra Nevada. La casa es de ella. Él es contrario a cualquier tipo de propiedad: «¡No! no tengo propiedad. No, no, no. No le veo lógica a tener que destinar el 40% de mis ingresos a pagar algo que no tiene el valor que tiene que tener. No compramos la vivienda que nos hace falta; compramos un valor; una garantía».

A veces mueve las piernas atrás y adelante. El balanceo es más fuerte cuando se le recuerda que hay quien llama chabolismo arquitectónico a eso de defender que se puede vivir en containers: «¡No, no, no! Eso no es chabolismo. Eso se dice desde el desconocimiento. Un contenedor puede ser incluso mejor que una casa, porque, de entrada, te ahorras el 40% en la estructura. Puedo destinar parte de ese ahorro a acondicionar el entorno y parte a acondicionar la casa. En mi estudio tengo una moqueta de alto tránsito sobre la que puedo dormir. ¿Por qué la he podido pagar? Porque me he ahorrado el 40% en al construcción de la estructura. Aquello es puro lujo».

El estudio
Ese estudio del que habla Taboada es el que él y su socio consiguieron levantar en las afueras de Santiago de Compostela después de que la Xunta de Galicia les aprobara, en 2003, una propuesta que presentaron bajo el epígrafe general de 'Nuevos espacios habitables y la reutilización de contenedores de transporte intermodal para espacio residencial'. En total, dieciocho contenedores apilados y tratados, convertidos en el estudio de arquitectura Arquitectos Asociados, y un espacio de 1.500 metros cuadrados en los que Taboada pudo disponer de bastante más que un rincón para pensar: «Mi oficina es un contenedor entero; 30 metros cuadrados con cuarto de baño con ducha. En el estudio tenemos incluso una cocina industrial y un restaurante, porque los primeros seis containers los convertimos en espacio de recreación. Todo aquello nos costó cuarenta y pico mil pavos».

Con no pocas batallas consiguió levantar aquello en un espacio rústico donde no se podía casi ni plantar un árbol: «Le demostramos a la administración que podíamos plantar un elemento no agresivo con el entorno, y no agresivo es que yo, mañana, me lo llevo y no dejo nada allí. Cuando quiera lo recojo y me voy con el estudio a otra parte».

Bajo coste y transitoria
Bajo coste y un uso de transición, que permita soluciones temporales sin limitar el desarrollo urbanístico futuro (dice que se podrían utilizar los solares abandonados durante periodos delimitados). Esas son dos de las grandes claves que, según Taboada, harían viable la propuesta de los contenedores como espacios habitacionales, con la que, por otro lado, ninguna administración parece atreverse en España.

A excepción de la experiencia piloto que ha desarrollado recientemente la Cátedra Unesco de Comunicación de la UMA para convertir containers en aulas multimedia cedidas a localidades rurales del norte de Marruecos, ninguno de los proyectos que se han planteado -incluida la construcción de viviendas de emergencia para casos de catástrofe- se han llegado a ejecutar. Mientras, en Europa, países que aún no le habían metido mano a los containers cuando Taboada ya hacía bocetos, cuentan desde hace años con residencias para estudiantes levantadas a base de estas estructuras marítimas de acero que no se oxida, por poner sólo un ejemplo.

«La propuesta es posible técnicamente, pero no es posible llevarla a la práctica porque aquí nadie quiere esto. Esto vale para lo que vale. Tú no puedes meter a vivir a un tipo en un contenedor si le vas a cobrar casi igual que por una vivienda habitual. Todo el tema de los containers vale si yo edifico a 300 o 350 euros el metro cuadrado y se establecen alquileres de unos 250 euros al mes. Los promotores echan cuentas y dicen: vale ¿y dónde está mi 300%?»

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