lunes, 2 de agosto de 2010

MALAGA. El Muelle 2 se recubre de mármol, vegetación y sombras. (ELMUNDO)


  • Las lamas de hormigón blanco de la pérgola pesan entre cinco y diez toneladas
  • Se ha colocado un pavimento en el parque que no genera barro ni polvo

El Palmeral de las Sorpresas se eleva aproximadamente un metro y medio sobre el nivel del mar y sobre el Paseo de los Curras. Como una pequeña atalaya, de momento aún rodeada por la histórica y polémica verja portuaria, su transformación ya es casi completa cuando aún faltan dos meses para la apertura al público del muelle 2.

La impresionante pérgola, columna vertebral del proyecto del arquitecto Jerónimo Junquera, pugna con las palmeras y el resto del arbolado por dotar de sombra a un paraje aún algo árido. «El Parque tardó un siglo en ser lo que es», recuerda el responsable de la Autoridad Portuaria, Enrique Linde, testigo excepcional de la evolución diaria de estas obras. En total hay más de 50 especies vegetales diferentes y tres especies de palmeras: de Argel, de Córdoba y de Vélez Málaga.

La base del parque la constituye «un pavimento terrizo de naturaleza ofítica y tonalidad verdosa que permite drenar, no genera barro al llover ni polvo cuando sopla el viento», explica el jefe de obra, Francisco Pineda. Sobre el mismo se elevan mínimamente plazas, parterres y bloques de solería de piedra natural. Aunque predomina el color beige del mármol travertino turco combinado con prefabricados de hormigón blanco, como el que conforma la sinuosa y protagonista pérgola, también se ha utilizado la piedra natural rojo iraní, el amarillo Triana y el verde indio, detalla Pineda.

Bajo el sol justiciero de estos días, los trabajadores de la constructora Heliopol, contratada por la Empresa Pública de Suelo de Andalucía (Epsa) para ejecutar las obras del muelle 2, se afanan por rematar los edificios de vidrio que han sustituido al silo y terminar de solar el muelle. De los cinco inmuebles previstos, los dos más pequeños y situados en los extremos estarán destinados a la restauración. Ya se observa la pequeña barra tras las amplias paredes de vidrio, y coquetas terrazas de maderas accesibles a través de una rampa miran al mar y se coronan con pequeños puntos de luz suspendidos en tensores.

Una gran plaza, que combina el mármol beige travertino turco y el amarillo Triana de Almería, se vestirá de agua en su apertura para ser una de las sorpresas del parque. Muy cerca, amplios parterres casi a ras de suelo con arbusto mediterráneo llenan de aroma el estío.

Destacan los jardines hundidos, pequeñas depresiones del terreno mediante rampas y escalinatas de hormigón blanco que marcan diferentes cotas delimitadas por bancos y arbustos, como naranjos o laurel, los cuales, al crecer, servirán de barrera y aislante «para generar espacios más confortables e íntimos», según la intención del arquitecto autor del proyecto.

El agua está presente en muchos rincones del parque, pero sin excesos. Láminas y acequias la reciben de forma sutil, con el fin de crear evocadores rumores y espacios frescos sin despilfarrar una gota del preciado elemento.

Edificios

El primer gran edificio de vidrio, piedra y madera al que se puede acceder al entrar al puerto por la plaza de La Marina será una estación marítima para cruceros de mediano tamaño pero gran calidad y turistas de alto poder adquisitivo. Consta de escalera mecánica y fuertes medidas de seguridad, así como una gran pasarela elevada de madera y metal blanco que se eleva hacia la pérgola para facilitar la subida y bajada de los buques.

Por dentro, destaca el suelo de madera noble y estuco en las paredes, lámparas de diseño y un gran silencio. Se ha conseguido un perfectoaislamiento del tráfico del Paseo de los Curas con una cámara de aire entre los dos muros cortina de vidrio. Hacia la esquina del puerto se ubican los otros dos edificios, muy similares pero no exactos. Ambos serán cedidos al Aula del Mar.

Los tres se han colocado de forma perpendicular al muelle «para conseguir la máxima permeabilidad visual desde la ciudad y se elevan sobre pilotes, para que el peatón los perciba únicamente como un umbráculo», según el proyecto de Junquera.

Una zona de juego infantil se descubre entre las estructuras de vidrio y de nuevo más jardines hundidos, plantas aromáticas y multitud de bancos. Otra zona de juego casi deportiva se adivina junto a la esquina de oro; son troncos de madera combinados con cuerdas sobre un rectángulo de arena.

El Palmeral surge sobre el muelle y a los pies de la pérgola discurre un vial de servicio que comunica todo el puerto desde La Farola. La pérgola combina las vigas metálicas de acero con lamas de hormigón blanco que han sido elaboradas in situ por los operarios de la constructora y que pesan entre cinco y diez toneladas. Hay nueve modelos diferentes que se han combinado para crear un juego geométrico mediante repetición, según explica el jefe de obra. Junto a ella, las luminarias se ubican en originales columnas de hormigón blanco también al borde del espacio del Palmeral.

El acceso al parque desde la entrada al puerto aún está por resolver, pero la Autoridad Portuaria pretende iniciar este mes los trabajados para conseguir la peatonalización total del acceso por la plaza de la Marina, lo que incluye la retirada de la verja dejando sólo las cuatro columnas portuarias de la entrada.

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