viernes, 26 de noviembre de 2010

MALAGA. La indignación de los pequeños comerciantes de la calle Granada. (LAOPINION)

Abandono. La decisión de paralizar la construcción del hotel donde estaba el Palacio de los Gálvez supone un duro golpe para las tiendas de esta vía, que llevan años aguantando el abandono del solar..

Estado actual del solar donde estaba el Palacio de los Gálvez.
Estado actual del solar donde estaba el Palacio de los Gálvez.

MIGUEL FERRARY
MÁLAGA
Indignación. Vergüenza. Decepción. Rabia. Desesperanza. La sensación que se lleva alguien tras hablar con los comerciantes de la calle Granada es una triste mezcla de esos sentimientos. Son ya muchos años soportando una imagen de degradación y de abandono que no se debería de corresponder con una de las principales vías de la ciudad.

Si en la época árabe la calle Granada era la principal vía de la ciudad, en la actualidad está en franca decadencia. El anuncio de que Salsa aparca el proyecto del hotel en el antiguo Palacio de los Gálvez, como adelantó ayer La Opinión de Málaga, ha sido un nuevo jarro de agua fría para un colectivo que apenas sabe qué responder cuando un turista pregunta por el estado de la calle.

«Los propios guías turísticos se disculpan por cómo está la calle cuando vienen con un grupo», asegura Francisco Rodríguez Durán, propietario de la Óptica Durán y que ha pasado un calvario por las obras del Palacio de Gálvez. Su establecimiento estaba situado en los bajos de uno de los edificios incluidos en el proyecto. Trasladado en septiembre de 2006 a una nueva ubicación bajo la promesa de una pronta vuelta, ha visto cómo en cuatro años tenía que sobrevivir en un piso de la calle Granada sin escaparate al exterior. Ahora se ha trasladado a un nuevo local, pero sigue litigando para que se reconozcan sus derechos y mejore la imagen de la calle. «Si esto hubiera pasado en otro lugar, ya estaría arreglado, pero aquí parece que nada importa», comenta Rodríguez Durán, quien insiste: «No se puede quedar como un solar abandonado. Lo peor es que si pones un cartón en la puerta cinco minutos antes de la hora, te multan, pero esto se queda así y nadie hace nada».

No es la única voz en contra de la situación de la calle. El solar en el que se ha convertido el Palacio de los Gálvez, además de la mala imagen que da a los turistas y malagueños, trae aparejados otros problemas. Las humedades ya están afectando a una casa vecina que tiene las medianeras al aire desde el derribo del antiguo edificio, pero es que el solar ha sido usado para depositar escombros de otras obras cercanas y ha ocasionado una plaga de ratas. «Tuvimos que llamar al Ayuntamiento para que lo desinfectara», aseguró Francisca Rojas, de la Peluquería Málaga. «Esta era una calle comercial perfecta, pero ahora está fatal. Estamos desesperados», manifiesta Rojas, que recalca su «máximo disgusto» por esta situación.

En la misma línea se expresa Inmaculada Navarro, de la Mercería Labora, quien además recuerda el solar que el Ayuntamiento tiene junto al torreón mudéjar y que lleva seis años a la espera de una solución. «Estoy en la esquina perfecta», ironiza Inmaculada Navarro al destacar que está frente al derruido Palacio de los Gálvez y junto al solar del torreón. «Al menos podrían poner un toldo bonito para tapar la mala imagen del edificio», propone Navarro.

El propietario de Entrecuadros, Javier Madrigal, se muestra igual de crítico con la situación de la calle Granada. No entiende el abandono de una vía con señas tan claras de la ciudad como el Museo Picasso o El Pimpi: «Damos una imagen horrible, de abandono, sin entrar en las circunstancias que sean». «Tirar el palacio barroco de los Gálvez ha sido una barbaridad, tanto arquitectónica como históricamente, pero encima todo se deja abandonado».

«Los comerciantes somos los que sufrimos las consecuencias, ya que apenas vendemos», advierte Madrigal, quien llegó a la calle hace diez años animado por las expectativas creadas por el Museo Picasso, «que parecía que... pero se quedó en eso. Sólo pintaron un poco cuando se iba a inaugurar y luego, nada», concluye.

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