domingo, 5 de diciembre de 2010

MÁLAGA El abandono desborda el Guadalmedina. (SUR)

Montañas de basura, pintadas, agua estancada y cristales rotos componen la actual postal del río. El cauce no ha sido desbrozado todavía para facilitar el desembalse del pantano en la temporada de lluvias

05.12.10 - 01:50 -

El abandono desborda el GuadalmedinaEl abandono desborda el GuadalmedinaEl abandono desborda el GuadalmedinaEl abandono desborda el GuadalmedinaEl abandono desborda el GuadalmedinaEl abandono desborda el Guadalmedina

Es la gran asignatura pendiente de la ciudad desde hace siglos. El Guadalmedina, el río que divide su núcleo urbano en dos mitades, continúa siendo una trasera de Málaga, un lugar al que los viandantes que cruzan por los puentes apenas si prestan ya atención, acostumbrados a que siempre sea escenario de pintadas y basurero improvisado. Sin embargo esa realidad está ahí, la de un cauce seco como las fuentes con las que quisieron decorarlo a principios de los años noventa. Pésima postal la que ofrece el 'río de la ciudad' al que hace alusión su nombre. Todavía se vislumbra muy lejos la solución definitiva para integrarlo en la urbe, ahora pendiente de un informe que la Junta de Andalucía anunció para finales de año y que no termina de llegar. En cualquier caso, no parece ahora el momento de emprender un proyecto que ya en el siglo XVII se calificó como «obra de un rey y no de una ciudad». La actual crisis, agravada por los habituales enfrentamientos entre administraciones de distinto signo político, haría muy complicado su inicio. Pero sí puede ser tiempo de planificar el futuro del Guadalmedina, y sobre todo de mantenerlo al menos en unas condiciones dignas para los ciudadanos.
Este periódico ha hecho un recorrido por el cauce para comprobar el lamentable aspecto que presenta en una gran parte de su trazado, marcado por las basuras, las pintadas, el agua estancada y otra serie de cuestiones que denotan una gran falta de mantenimiento. Una de las imágenes más deplorables se aprecia con sólo detenerse junto al puente situado a la altura del estadio de la Rosaleda. La basura acumulada tanto debajo de este puente como en los márgenes del cauce es abundante. La celebración del mercadillo dominical en Martiricos deja esta pestilente huella, un mal rastro que desde hace semanas el Ayuntamiento no limpia, lo que hace que se acumulen más y más desperdicios, desde cajas vacías y latas hasta tomates y todo tipo de verduras. Incluso algún que otro electrodoméstico, como un televisor. «La culpa la tienen los policías, que como no vienen a controlar a los vendedores ilegales, pues estos tiran toda su basura al río. El olor es insoportable, no se puede pasar por aquí», apunta Francisco Domínguez, vecino de Ciudad Jardín.
Otra cuestión que salta a la vista en el cauce es la gran profusión de matojos que en algunos puntos llegan a alcanzar una considerable altura. El año pasado, a raíz de una información similar a ésta, publicada por este periódico (ver SUR 31/8/2009), el Consistorio metió las máquinas en el río, como hace todos los años, para desbrozarlo y permitir así una mejor fluidez del agua que en momentos de fuertes lluvias desembalsa el pantano del Agujero. Sin embargo, este año, esa operación, que desde el estadio fútbol hacia el mar corresponde al Gobierno local, y desde ese punto hacia la presa se adjudica a la Administración regional, todavía no se ha llevado a cabo. Así, la presencia de matojos facilita el que se creen abundantes balsas de agua estancada de lluvia, que son un foco de contaminación y de mal olor.
Una de las balsas de mayor tamaño se encuentra a escasos metros del puente de la Goleta. A este lugar viene a desembocar el cauce del arroyo de los Ángeles, cuya parte superior, toda llena de tierra y barro, ejerce como improvisado aparcamiento. No hay que bajar al cauce, la basura, entre ella algunas prendas de ropa, los escombros y los excrementos de animales están al alcance de los peatones.
El siguiente tramo, hasta el puente de la Aurora, también está marcado por las lagunas, los matojos y las pintadas. A la altura de la calle Postigo de Arance se aprecian dos tramos de escalones de lo que fue un paso provisional entre la Trinidad y el Centro, hoy ya cegado. Debajo del puente que da salida a la calle Mármoles la presencia de indigentes es más que evidente: colchones, ropa, comida en mal estado. Desde aquí empezó la obra que a principios de los años noventa quiso adecentar este tramo del río, más próximo al casco antiguo, con fuentes y zonas ajardinadas. Hoy, las fuentes están secas, y el cauce sirve los fines de semana como improvisada pista deportiva para grupos de inmigrantes y vecinos de la zona. Pero lo que más llama la atención de este punto es el mal estado de la margen occidental del río, en la que la parte superior de las pretendidas fuentes muestra una gran cantidad de cristales rotos. Los vándalos se han dedicado en los últimos años a tirar piedras para romper las losetas de cristal que, por otra parte, se encuentran totalmente enmohecidas. Este tipo de desperfectos no se ciñen únicamente al cauce, también las columnas de la pérgola que comienza en el puente de la Aurora y termina en el de la Esperanza dan buena cuenta de la acción de los gamberros, sobre todo las que se encuentran en el tramo norte de esta estructura. En algunas de ellas apenas si quedan losetas de cristal sin romper.
Mejor, el tramo sur
El panorama cambia a partir del hotel NH Málaga. La presencia de dos vehículos de Limasa hace ver que esta zona sí está algo más cuidada. Al menos no se aprecian en ella demasiados restos de basura. Además, los matojos de la parte central han sido cortados, creando un campo verde que un buen número de vecinos aprovechan para pasear a sus perros. Con todo, esta es la zona del río que menos se deja ver para los viandantes. El Ayuntamiento se encargó hace ya tiempo de instalar unos altos setos de bugambilia y geranios para que los que cruzan el puente de Tetuán no puedan divisar el estado del río.
El último tramo, hasta el mar, es algo más apacible, aunque junto al Centro de Arte Contemporáneo está marcado por el mal olor que desprende el agua estancada en este punto. Ello a pesar de que el Ayuntamiento instaló un sistema de desodorización para evitar esa molestia a los ciudadanos que, eso sí, se han encargado de decorar el puente existente a la altura de la calle Salitre con más de doscientos candados que dejan buena muestra del cariño que se profesan otras tantas parejas. El mismo cariño con el que la ciudad debería mimar más a su río, y no darle la espalda.
----------------------------------------------------------

No hay comentarios:

Publicar un comentario