El Ayuntamiento baraja varias medidas para obtener los suelos con rapidez y conceder una licencia de obras con carácter provisional.
Fórmulas para agilizar al máximo los permisos de la ciudad deportiva proyectada por el Málaga.
Su condición de territorio que, por una u otra circunstancia, no sucumbió a la conquista del ladrillo en los años del 'boom' inmobiliario lo han convertido en un codiciada joya del urbanismo. No es de extrañar, por lo tanto, que el último de los encaprichados con esa joya haya sido el jeque propietario del Málaga, que ve en ella su soñada ciudad deportiva, acompañada al norte, en San Julián, por un nuevo estadio para la ciudad. Arraijanal es ya una palabra clave en el desarrollo más inmediato de Málaga, que tendrá su pistoletazo de salida con la entrada en vigor del nuevo Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU), previsiblemente a lo largo del mes de agosto. Pero, ¿cuáles van a ser los pasos que va a seguir este proyecto si finalmente se realiza? ¿Sería posible acometerlo con la inmediatez que pretenden desde el Málaga?
Este periódico ha hecho varias averiguaciones al respecto con el fin de responder a estos y otros condicionantes, y las respuestas obtenidas parecen en principio favorables a los planteamientos del club de La Rosaleda, acogidos hasta el momento positivamente tanto por el Ayuntamiento como por la Junta de Andalucía. Cabe recordar que el proyecto del Málaga pasa por ocupar la franja de los terrenos de Arraijanal más próxima a la autovía de Guadalmar (unos cien mil metros cuadrados) para desarrollar una ciudad deportiva compuesta por una decena de campos de fútbol, oficinas, vestuarios, cafetería y otras instalaciones complementarias. En este ámbito, el club también ha planteado la construcción de un parque acuático y un oceanográfico, pero estas dos actuaciones no son tan prioritarias y podrían desarrollarse más adelante.
Al mismo tiempo, los propietarios del club asumirían la conversión de los cuatrocientos mil metros cuadrados restantes hacia la playa en el parque ideado por la Junta en Arraijanal, cuestión por la que el Gobierno andaluz ve con buenos ojos la actuación. ¿Qué hace falta, por tanto, para iniciarla? En primer lugar, que los terrenos pasen a manos de la ciudad para que, a su vez, puedan ser cedidos al Málaga. Actualmente siguen en manos de una decena de propietarios, con Vallehermoso a la cabeza. La cuestión, que puede parecer en principio compleja, podría resolverse en no demasiado tiempo si entra en juego una posibilidad que barajan los responsables municipales para conseguir que los privados cedan los suelos de forma inmediata.
Esa opción, que permitiría al Ayuntamiento firmar el acta de ocupación de la parcela y cederla al Málaga, consiste en permutar una parte de los derechos urbanísticos de los privados con suelos municipales en los que la construcción de viviendas de protección oficial, que es lo que les corresponde como compensación dentro del PGOU, sería más inmediata. Ésta es una de las reclamaciones planteadas por algunos propietarios para aceptar una inmediata cesión de los suelos, una opción que no les ofrece más derechos urbanísticos de los que les corresponden pero sí les facilita poder desarrollarlos con una mayor rapidez si lo desean. Si no se produjera esa permuta, entrarían en el reparto global de compensaciones del PGOU y tendrían que escoger terrenos cuyo desarrollo podrían durar todavía una década o más.
Camino más corto
Aunque la negociación con los propietarios de Arraijanal se antoja complicada, ésta será una baza a tener en cuenta por el Consistorio en el propósito de dar respuesta lo antes posible a la actuación planteada por el Málaga. El otro de los mecanismos que están sobre la mesa hace referencia al siguiente paso, es decir, a la tramitación de los permisos para las obras. En condiciones normales, habría que tramitar un plan especial para poder realizar la ciudad deportiva en un suelo que está calificado por el nuevo PGOU como verde, pero la burocracia puede ser más favorable al jeque si se opta por una figura recogida en el Reglamento de Disciplina Urbanística de Andalucía. Se trata de la licencia de usos y obras provisionales, un camino que permite a la Gerencia Municipal de Urbanismo conceder el permiso para los trabajos de forma provisional, sin que culmine el proceso para aprobar el citado plan especial.
Eso sí, ese permiso especial no podría evacuarse sin contar con los preceptivos informes de carreteras, sobre los posibles restos arqueológicos del lugar y por las servidumbres aeronáuticas. Este último tiene que ser emitido por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), que está tardando entre uno y tres meses como mínimo en pronunciarse. Además, para conseguir la licencia provisional, el Málaga tendría que aportar un aval por importe de lo que costaría demoler lo autorizado provisionalmente y devolver los terrenos a su estado inicial. A tenor de la solvencia financiera demostrada últimamente por el club, este condicionante no supondría problema alguno.
Todo parecen por el momento ser bendiciones para una actuación que ha levantado un gran interés y que vendrá a poner en valor los suelos de Arraijanal, convertidos en este momento en uno de los puntos de prostitución de la capital.
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