El barrio de Mundo Nuevo fue creado por un conde que construyó casas para familias pobres
RAQUEL GARRIDO / MÁLAGA | ACTUALIZADO 11.09.2011 - 01:00
A principios del siglo XX la calle Mundo Nuevo de la capital malagueña daba cobijo a míseras viviendas que estaban adosadas a los restos de las murallas de la zona superior de la Alcazaba y al comienzo del paso amurallado (la denominada Coracha terrestre) que unía este palacio-fortaleza con el castillo de Gibralfaro, conformando una estrecha y sinuosa calle terriza que carecía de cualquier tipo de servicio urbano.
Al parecer, esta parte de la ladera del cerro de Gibralfaro, la más cercana a la Plaza de la Merced, era conocida como El Garrapatal en el siglo XVIII. El origen del nombre actual, según explicó el historiador Víctor Heredia, se debe a la actuación de un polémico personaje, Miguel de Gijón y León (1717-1794), que, sin permiso municipal, edificó varios edificios de viviendas en estos terrenos, en la parte trasera de su residencia de la calle Victoria.
El que fue primer conde de Casa Gijón era un ilustrado criollo que tenía buenos contactos en la corte de Carlos III y fue ayudante de Pablo de Olavide en el plan de colonización de Sierra Morena, que supuso la fundación de las Nuevas Poblaciones. Retirado a Málaga, a partir de 1771 desarrolló en estos terrenos a las afueras inmediatas de la ciudad su propio proyecto de colonización y reforma urbana, destinado a ofrecer vivienda a familias pobres de la región. Denominó a su obra La Carolina Malagueña, en homenaje al rey Carlos III, o el Nuevo Mundo, de donde derivó al nombre de Mundo Nuevo que es el que ha permanecido en el tiempo.
El barrio del Mundo Nuevo estaba formado por medio centenar de viviendas, que se extendían entre el final de la calle Picacho y las murallas de la Alcazaba, y cuyos espacios principales eran la plaza de Santa María y el callejón del Callao. Según el historiador, parte de estas construcciones fueron arrendadas posteriormente al Ejército para que sirvieran de cuartel, donde incluso se dice que estuvo preso el general Torrijos después de ser apresado en las inmediaciones de Alhaurín de la Torre a primeros de diciembre de 1831 y antes de ser fusilado en las playas de San Andrés.
Una vez abandonado el uso militar, las viviendas del sector fueron ocupadas por una población pobre y marginal que acabaron por definir un espacio degradado a escasa distancia de la Plaza de la Merced. De hecho, la zona más próxima a ésta estaba convertida en un basurero, según denunciaban los vecinos en 1863, con el consiguiente problema de malos olores y riesgos sanitarios, a causa de la falta de civismo de los habitantes del sector.
El núcleo marginal de la plaza de Santa María desapareció cuando las viviendas fueron demolidas para edificar bloques de pisos en los años 70 y 80, de forma que cambió radicalmente la concepción de este espacio, transformado desde entonces en un céntrico conjunto residencial con un emplazamiento privilegiado.
l UN INFRAMUNDO JUNTO A LA ALCAZABA. La zona de Mundo Nuevo era una continuación del barrio de la Alcazaba, cuando esta fortaleza quedó abandonada y fue ocupada por una población sin recursos que levantó viviendas parasitarias, creando un barrio marginal y con fama de peligroso en pleno centro de la ciudad, a espaldas de las autoridades y de la burguesía local que tenía sus residencias a una escasa distancia. Alguna vez se planteó durante la segunda mitad del siglo XIX terminar con este espacio de degradación física y moral mediante la demolición integral del cerro de la Alcazaba para urbanizar sus terrenos. Este territorio aparte, en el que también se incluye al Mundo Nuevo, carecía de alumbrado, limpieza, saneamiento, agua potable o vigilancia. Sus calles presentaban grandes pendientes y trazados laberínticos, y sus habitantes tenían fama de desvergonzados y de dedicarse a la delincuencia y la prostitución.
Al parecer, esta parte de la ladera del cerro de Gibralfaro, la más cercana a la Plaza de la Merced, era conocida como El Garrapatal en el siglo XVIII. El origen del nombre actual, según explicó el historiador Víctor Heredia, se debe a la actuación de un polémico personaje, Miguel de Gijón y León (1717-1794), que, sin permiso municipal, edificó varios edificios de viviendas en estos terrenos, en la parte trasera de su residencia de la calle Victoria.
El que fue primer conde de Casa Gijón era un ilustrado criollo que tenía buenos contactos en la corte de Carlos III y fue ayudante de Pablo de Olavide en el plan de colonización de Sierra Morena, que supuso la fundación de las Nuevas Poblaciones. Retirado a Málaga, a partir de 1771 desarrolló en estos terrenos a las afueras inmediatas de la ciudad su propio proyecto de colonización y reforma urbana, destinado a ofrecer vivienda a familias pobres de la región. Denominó a su obra La Carolina Malagueña, en homenaje al rey Carlos III, o el Nuevo Mundo, de donde derivó al nombre de Mundo Nuevo que es el que ha permanecido en el tiempo.
El barrio del Mundo Nuevo estaba formado por medio centenar de viviendas, que se extendían entre el final de la calle Picacho y las murallas de la Alcazaba, y cuyos espacios principales eran la plaza de Santa María y el callejón del Callao. Según el historiador, parte de estas construcciones fueron arrendadas posteriormente al Ejército para que sirvieran de cuartel, donde incluso se dice que estuvo preso el general Torrijos después de ser apresado en las inmediaciones de Alhaurín de la Torre a primeros de diciembre de 1831 y antes de ser fusilado en las playas de San Andrés.
Una vez abandonado el uso militar, las viviendas del sector fueron ocupadas por una población pobre y marginal que acabaron por definir un espacio degradado a escasa distancia de la Plaza de la Merced. De hecho, la zona más próxima a ésta estaba convertida en un basurero, según denunciaban los vecinos en 1863, con el consiguiente problema de malos olores y riesgos sanitarios, a causa de la falta de civismo de los habitantes del sector.
El núcleo marginal de la plaza de Santa María desapareció cuando las viviendas fueron demolidas para edificar bloques de pisos en los años 70 y 80, de forma que cambió radicalmente la concepción de este espacio, transformado desde entonces en un céntrico conjunto residencial con un emplazamiento privilegiado.
l UN INFRAMUNDO JUNTO A LA ALCAZABA. La zona de Mundo Nuevo era una continuación del barrio de la Alcazaba, cuando esta fortaleza quedó abandonada y fue ocupada por una población sin recursos que levantó viviendas parasitarias, creando un barrio marginal y con fama de peligroso en pleno centro de la ciudad, a espaldas de las autoridades y de la burguesía local que tenía sus residencias a una escasa distancia. Alguna vez se planteó durante la segunda mitad del siglo XIX terminar con este espacio de degradación física y moral mediante la demolición integral del cerro de la Alcazaba para urbanizar sus terrenos. Este territorio aparte, en el que también se incluye al Mundo Nuevo, carecía de alumbrado, limpieza, saneamiento, agua potable o vigilancia. Sus calles presentaban grandes pendientes y trazados laberínticos, y sus habitantes tenían fama de desvergonzados y de dedicarse a la delincuencia y la prostitución.
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