La mala situación económica ha obligado sobre todo a extranjeros a vivir hasta 15 personas en un piso, compartir gastos y salir adelante en comunidad · En Mijas permanecen las pocas chabolas de la provincia
CRISTINA FERNÁNDEZ / MÁLAGA | ACTUALIZADO 23.07.2012 - 01:00
Las ciudades, cada vez más verticales y menos amables para la vida horizontal, fagocitan también sus propios núcleos chabolistas y en urbes como Málaga apenas quedan restos de este tipo de asentamientos. Pero eso no significa que no existan. Se ocultan de las inclemencias del tiempo, de la inseguridad y de la Policía en estructuras de hormigón y ladrillo. La crisis ha hecho crecer el número de asentamientos en pisos, domicilios pequeños en los que viven hasta 15 personas intentando salir adelante en comunidad. Cruz Roja tiene declarados más de 200 en la provincia. En el primer semestre del año atendieron a un centenar de personas más que en el mismo periodo de 2011.
El programa Asentamientos de Cruz Roja nació hace dos años y medio. El año pasado atendieron a 914 personas. En los seis primeros meses de 2012 la cifra ya supera las 500. Casi dos terceras partes son hombres procedentes de países como Senegal, Nigeria, Marruecos, Guinea y Rumanía, entre otros. Encarni Ruiz es la responsable de este programa en Málaga. "En la capital son todos en pisos, son los llamados asentamiento verticales", explica y asegura que aunque haya aumentado el número de asentamientos "hay más movilidad, estas personas se van a otras ciudades a buscar trabajo, hay más rotación en las viviendas, entra y sale más gente, aunque luego vuelvan"
Este tipo de comunidades en las que una docena de personas intentan reunir lo suficiente para poder pagar el alquiler y tener las necesidades básicas cubiertas están repartidas por toda la ciudad. "Tenemos en Cruz de Humilladero, en La Palmilla, en la avenida de la Paloma, en la zona de Carlos Haya, en Capuchinos", comenta Encarni Ruiz. En la provincia, las mayores concentraciones se dan en el municipio de Torre del Mar, sobre todo de senegaleses que malviven vendiendo artesanía en la playa y si no optan por esta fórmula "no pueden pagar la casa". En Málaga capital el perfil es más heterogéneo y se da de un buen número de nacionalidades.
"Son personas que en general llevan tiempo en España, que antes se habían podido pagar un piso, un alquiler normalizado, algunos incluso una hipoteca y ahora con la crisis no tiene trabajo y se ven obligados a vivir en asentamientos, no les queda otra", subraya la responsable del programa de Cruz Roja con el que intentan, al menos, cubrir las necesidades básicas de estas personas. "Lo primero es la alimentación y la higiene y tenemos muy en cuenta si hay bebés para facilitarles un kit con pañales, leche de continuación y otros productos necesarios", añade Ruiz.
El chabolismo en la calle es, según los responsables del programa de Cruz Roja, "mucho más duro e inseguro y la Policía no tarda en acudir y como no tienen documentación son carne de cañón", dicen. Por eso queda tan poco en la provincia. En el municipio de Mijas sí que llevan ya un par de años instaladas diversas familias búlgaras que se dedican a la chatarra.
En una parcela privada, cerca de un arroyo, aparcaron sus caravanas y con maderas, cartones y otros materiales se han hecho lo más parecido a una casa. Son infraviviendas rodeadas de escombros con una cocina colectiva y tendederos entre caravana y caravana "El río crece en invierno y los deja un poco incomunicados", comenta Encarni Ruiz que asegura que "ahí van y vienen, han llegado a vivir unas 20 personas, ahora son 14", añade.
Además de alimentos, mantas y atención sanitaria, los voluntarios de Cruz Roja ofrecen información y asesoramiento de otros recursos sociales que existen, sobre todo, para intentar buscar trabajo, cursos gratuitos de formación para que, al menos, sepan que existe y los puedan aprovechar. También realizan acompañamientos, hacen de mediadores y los derivan para la asistencia jurídica.
El programa Asentamientos de Cruz Roja nació hace dos años y medio. El año pasado atendieron a 914 personas. En los seis primeros meses de 2012 la cifra ya supera las 500. Casi dos terceras partes son hombres procedentes de países como Senegal, Nigeria, Marruecos, Guinea y Rumanía, entre otros. Encarni Ruiz es la responsable de este programa en Málaga. "En la capital son todos en pisos, son los llamados asentamiento verticales", explica y asegura que aunque haya aumentado el número de asentamientos "hay más movilidad, estas personas se van a otras ciudades a buscar trabajo, hay más rotación en las viviendas, entra y sale más gente, aunque luego vuelvan"
Este tipo de comunidades en las que una docena de personas intentan reunir lo suficiente para poder pagar el alquiler y tener las necesidades básicas cubiertas están repartidas por toda la ciudad. "Tenemos en Cruz de Humilladero, en La Palmilla, en la avenida de la Paloma, en la zona de Carlos Haya, en Capuchinos", comenta Encarni Ruiz. En la provincia, las mayores concentraciones se dan en el municipio de Torre del Mar, sobre todo de senegaleses que malviven vendiendo artesanía en la playa y si no optan por esta fórmula "no pueden pagar la casa". En Málaga capital el perfil es más heterogéneo y se da de un buen número de nacionalidades.
"Son personas que en general llevan tiempo en España, que antes se habían podido pagar un piso, un alquiler normalizado, algunos incluso una hipoteca y ahora con la crisis no tiene trabajo y se ven obligados a vivir en asentamientos, no les queda otra", subraya la responsable del programa de Cruz Roja con el que intentan, al menos, cubrir las necesidades básicas de estas personas. "Lo primero es la alimentación y la higiene y tenemos muy en cuenta si hay bebés para facilitarles un kit con pañales, leche de continuación y otros productos necesarios", añade Ruiz.
El chabolismo en la calle es, según los responsables del programa de Cruz Roja, "mucho más duro e inseguro y la Policía no tarda en acudir y como no tienen documentación son carne de cañón", dicen. Por eso queda tan poco en la provincia. En el municipio de Mijas sí que llevan ya un par de años instaladas diversas familias búlgaras que se dedican a la chatarra.
En una parcela privada, cerca de un arroyo, aparcaron sus caravanas y con maderas, cartones y otros materiales se han hecho lo más parecido a una casa. Son infraviviendas rodeadas de escombros con una cocina colectiva y tendederos entre caravana y caravana "El río crece en invierno y los deja un poco incomunicados", comenta Encarni Ruiz que asegura que "ahí van y vienen, han llegado a vivir unas 20 personas, ahora son 14", añade.
Además de alimentos, mantas y atención sanitaria, los voluntarios de Cruz Roja ofrecen información y asesoramiento de otros recursos sociales que existen, sobre todo, para intentar buscar trabajo, cursos gratuitos de formación para que, al menos, sepan que existe y los puedan aprovechar. También realizan acompañamientos, hacen de mediadores y los derivan para la asistencia jurídica.
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