martes, 3 de julio de 2012

Recuperar la Alameda (SUR)


En estos meses que corren, poco es tan apreciado en Málaga, igual que en otras muchas ciudades mediterráneas, como una sombra. Y si encima es natural, no solo se convierte en un filtro directo a la incidencia de los rayos del sol, sino que además ejerce el papel de isla térmica, disminuyendo la temperatura varios grados en relación al entorno. Una buena sombra es un lugar codiciado, y zona preferente de uso. La funcionalidad del urbanismo tradicional mediterráneo, con calles estrechas con apenas incidencia de rayos solares y ambiente fresco, es definitiva.
El desarrollismo esnobista expulsó toda una parte de la biomasa urbana, a cambio de una amplia gama de mobiliario de dudosa funcionalidad y, a veces, estética. Las alamedas, concebidas como lugares de estancia, se convirtieron en áreas de tránsito, primando al coche sobre el peatón. Pero después vinieron las circunvalaciones, que descargaron el centro de la ciudad del intenso tráfico, hasta llegar a la peatonalización. Recuerdo como los movimientos anti-peatonalización vaticinaban el hundimiento del centro histórico. Sucedió lo contrario.
Y mientras el toldo de calle Larios ha pasado de solución coyuntural a estructural, escudo incluido, en Málaga gozamos de una privilegiada cúpula natural, la Alameda, que despilfarramos como lugar de tránsito de vehículos o como cochera de la EMT, cuando podría ser un espacio privilegiado de disfrute de los malagueños simplemente restaurando su funcionalidad inicial. Se trata de ordenación urbana, de ordenación del tráfico, de restaurar un espacio de uso público, de recuperar calidad de vida urbana. Y especialmente en un proyecto que no debiera tener un elevado costo, y sí muchos beneficiarios. incluidas las propias cofradías, a las que con cierta frecuencia se alude a la hora de acometer determinadas actuaciones urbanas. Los laterales pueden ampliar su capacidad de evacuación de tráfico. Ahora que el Metro entra en vía muerta y que el tráfico por el centro ya no es un nodo básico, hay que reivindicar y recuperar el tiempo de las ideas para la Alameda. Aunque quizá todo esto sea simplemente demasiado sensato para nuestros dirigentes.

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