jueves, 13 de diciembre de 2007

La calle Alcazabilla se vuelve una gigantesca escollera (La Opinión)

Alfonso Vázquez
La Málaga que rastrean los arqueólogos en la calle Alcazabilla es anterior a los planes generales de urbanismo. Málaga era entonces una península adentrándose en el Mar de Alborán, con pegotes aislados de adobe en la costa, en lugar de kilómetros de cemento, y con comerciantes bastante más veteranos y lejanos que los Larios. En esa época sin gerentes del GIL ni acuíferos dañados, las lejanísimas costas de Cádiz eran consideradas el fin del mundo. Tras el actual estrecho de Gibraltar comenzaba, si acaso, un territorio poblado de criaturas mitológicas tan tremendas como las que asoman por `El diario de Patricia´.Esa Málaga insondable y remota, rodeada de fronteras misteriosas, es la que saldrá a la luz los próximos meses al pie del monte Gibralfaro y por supuesto, los arqueólogos también analizarán los datos de la ciudad islámica y romana. La calle Alcazabilla, un invento moderno para unir la calle Victoria con la Aduana y de paso comunicar el camino de Granada con el Puerto, estará hasta junio del año próximo patas arriba, en busca de estas huellas del pasado.Los políticos, tendentes al vocabulario rebuscado, justifican esta excavación arqueológica porque así "se pone en valor" la calle. Sin necesidad de usar este galicismo tan cursi, lo que intenta esta actuación es sacar partido a una zona que ha estado demasiados años ninguneada.De momento ya nos ha regalado, como quien no quiere la cosa, un `paseo marítimo de interior´. Los bloques de asfalto levantados parecen la escollera de un puerto milenario, recuperado para la ocasión. El martes mismo, paseando por calle olía a tierra mojada que asomaba bajo el asfalto.Lo único que falta para que sea un paseo marítimo cien por cien de la Ciudad del Paraíso son los gatos entre las piedras, pero para compensar este olvido, el paseante puede admirar gratis todo el esplendor del Teatro Romano, al que le han retirado la valla protectora. Los malagueños podremos seguir, al pie de la calle, una búsqueda milenaria por nuestra historia. Un lujo del que pronto empezaremos a disfrutar.

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