Un estudio de ámbito nacional advierte de la necesidad de rehabilitar una casa barrocaen la calle Atarazanas y un columbario romano en un cortijo de Benalauría.
LISTA ROJA
Están en una lista roja y no por casualidad. Dos edificios de la provincia aparecen en el listado elaborado a nivel nacional por la asociación Hispania Nostra para llamar la atención sobre aquellos elementos del patrimonio arquitectónico del país que merecen ser recuperados. Se trata de la casa barroca ubicada en el número 11 de la calle Atarazanas y de un columbario romano existente en un cortijo de propiedad particular en Benalauría.
La casa de Atarazanas constituye uno de los ejemplos más notables de la arquitectura malagueña del XVIII que ha podido conservarse a lo largo de los siglos. Por su singularidad y su valor, Hispania Nostra, colectivo fundado en 1976 con el fin de defender el patrimonio cultural de España, ha colocado este inmueble en la lista de los que deben ser restaurados para devolverles su primitivo esplendor.
Y precisamente en ello están los propietarios de la casa, que el año pasado pasó por la obligatoria inspección técnica exigida por el Ayuntamiento para los inmuebles con más de cien años y los catalogados. El número 11 de Atarazanas presenta ambas condiciones, por lo que fue analizado al detalle para determinar las mejoras necesarias para su puesta a punto. Según pudo conocer este periódico, estas mejoras suponen una inversión de 113.000 euros, para la que los dueños de la edificación esperan contar con la ayuda de la Oficina de Rehabilitación del Consistorio.
Esperando ayudas
Así lo expuso Juan Solano, que lleva cincuenta años en la casona, en la que posee un negocio de semillas y fertilizantes y las estancias de la primera planta. «Vamos a ver si nos pueden dar las ayudas para el año que viene y podemos hacer la obra», comentó al tiempo que señaló que la Junta de Andalucía es propietaria de casi la mitad del conjunto, ya que en la segunda planta posee aún las oficinas de la Cámara Agraria, desalojadas hace años.
Desde la Gerencia Municipal de Urbanismo precisaron que ya ha transcurrido el plazo reglamentario para solicitar la licencia de obras para la rehabilitación del inmueble, una vez que su inspección arrojó un informe desfavorable.
En este caso, el edificio necesita una mejora prácticamente integral. Presenta problemas de grietas, algunas humedades, deterioro de la cubierta y otras deficiencias que podrán ser subsanadas con el proyecto que se acometa. No obstante, su estado aparente no es ruinoso. «La estructura se conserva bien e incluso las vigas de madera no están afectadas por la polilla», relata Juan, que conoce bastante bien la historia de la casa.
Martín de Aldehuela
Según figura en su ficha urbanística, está atribuida al arquitecto turolense José Martín de Aldehuela, que llegó a Málaga en 1778 de la mano del obispo Molina Lario para terminar las obras de la Catedral. De hecho, a algunos investigadores les ha llamado la atención las similitudes de la puerta principal del edificio con las del primer templo de la diócesis. «Tanto la rejería de forja como la carpintería es la original», asegura Juan Solano, quien reconoce que el edificio no ha sido demasiado alterado a lo largo de los años. Martín de Aldehuela fue director de las obras del Acueducto de San Telmo y autor del puente del Tajo de Ronda.
Una de las primeras funciones que tuvo la edificación fue servir como faro para los barcos que llegaban a Málaga. «El puerto estaba entonces mucho más cerca y en la cubierta de la casa estaba el faro que guiaba a las embarcaciones», relata Juan. Pero este lugar encierra otras muchas historias y curiosidades, como las iniciales que existen en la reja de su entrada y en una de las ventanas que dan al patio central, al que se abren dos balcones. Se trata de las letras 'J. G.' y 'M. M.' que, según Solano, corresponden al doctor José Gálvez Ginachero y su esposa María Moll. «Dicen que Gálvez compró esta vivienda a su mujer, pero parece que no llegaron a habitarla», relata.
«A principios del siglo pasado hubo un colegio y, más recientemente, también albergó una compañía de seguros y un dentista», agrega Juan. Hoy están abiertos su negocio de semillas en el patio, otro similar en la fachada, una confitería y un comercio de oro. Todos ellos comparten el privilegio de ocupar una de las construcciones con más valor e historia de la ciudad. De ello dan buena cuenta elementos como la ventana rococó que se sitúa sobre la puerta principal y los escudos con elementos musicales y de armas que existen en el techo del tramo intermedio de la escalera. Pruebas de un esplendor barroco que está a la espera de ser restaurado próximamente.
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