EL planeamiento urbanístico apuntaba la necesidad del ensanche de la zona oeste mediante la prolongación de la Alameda, y a partir de aquí crear el eje este-oeste, en una Málaga que crecía demográficamente y que se encontraba en pleno auge turístico. Llevar la idea a la práctica no fue tarea fácil. Hubo que romper la historia partiendo en dos el Perchel y derribando numerosas casas para conseguir los terrenos que permitieran la construcción de una gran avenida.
El proyecto se desarrolló a lo largo de una década -años sesenta y setenta- con la expropiación de numerosas fincas. Como curiosidad, el Ayuntamiento pagó 30.925 pesetas por la expropiación de dos casas para que pudieran proseguir las obras de la que ya se empezaba a conocer como prolongación de la Alameda.
La zona estaba jalonada de solares, de huertas fértiles, de campos áridos... Ir, por ejemplo, desde la ermita de Zamarrilla a la iglesia de San Pedro sólo se podía hacer dando un gran rodeo o atravesando terrenos pedregosos o huertas privadas. Era inconcebible que una ciudad en pleno auge turístico y con vocación desarrollista tuviese entre su centro histórico y los nuevos barrios aparecidos en la periferia un enorme vacío que rompía completamente a Málaga (así se observa en una foto aérea de 1969).
El proyecto consistía en que, peatonalmente, se pudiese llegar desde la Alameda a Carranque. Los técnicos de tráfico también intervinieron para establecer las conexiones entre la prolongación de la Alameda y el resto del trazado: Armengual de la Mota, Ingeniero de la Torre Acosta y avenida de las Américas, entre otros cruces.
Cientos de percheleros fueron desalojados de sus viviendas. Para albergarlos se fueron construyendo pisos en otros lugares de Málaga y así es como surgió una nueva barriada, La Palma-La Palmilla. Se salvaron de la piqueta algunos edificios de las calles Ancha del Carmen, Angosta y Calvo. Y la casa hermandad de la Expiración, que, transformada arquitectónicamente, permanece en el mismo lugar, junto a la parroquia de San Pedro.
En los terrenos despejados de edificaciones estuvo varios años la feria de Málaga, en la zona más próxima a las viviendas de Nuestra Señora de la Victoria. A mediados de los años setenta, se vislumbraba desde el aire la parcelación de 89 zonas. Uno de esos suelos vallados fue adquirido por El Corte Inglés, después de que los comerciantes del centro impidieran que se asentara en la plaza de Uncibay, en el solar del antiguo Málaga Cinema.
En año y medio aproximadamente se levantó el edificio comercial, de 65.000 metros cuadrados, que fue inaugurado el 25 de mayo de 1979. Asistieron al acto mil personas, entre ellas el presidente del consejo de administración de El Corte Inglés, Ramón Areces; el presidente de la Cámara de Comercio, José Luis Ortiz Tallo, y el gobernador civil, Rafael Hurtado Ortega. Dos meses antes -el 30 de marzo- se inauguraron las instalaciones de Cortefiel en plena avenida.
De forma paralela, se fueron levantando grandes edificios en las dos orillas del eje viario. El constructor y promotor Miguel Rodríguez -de Myramar- fue de los primeros en descubrir el desarrollo urbanístico de la 'nueva' Málaga y construyó allí más de mil viviendas.
Traslados
Instalarse en la prolongación de la Alameda o en el Polígono Alameda era sinónimo de modernidad. El 10 de septiembre de 1976, el Colegio Oficial de Peritos e Ingenieros Técnicos Industriales de Málaga trasladó su sede desde la calle Comedias. Y hasta el C. D. Málaga abrió en plena avenida de Andalucía sus oficinas, que las tenía hasta entonces en la calle Trinidad Grund. Hacienda hizo a la entrada de la avenida un mastodóntico edificio. El 15 de abril de 1986 se inauguró el nuevo edificio de Correos y Telecomunicaciones. Después abrieron delegaciones ministeriales, la Seguridad Social, la Junta de Andalucía, juzgados...
Así fue creciendo hasta convertirse en la avenida de Andalucía. Para estar acorde con el nuevo vial, diseñado con cuatro carriles en cada sentido, separados por una mediana ajardinada, hubo de construirse un nuevo puente que sustituía al de Tetuán. Fue inaugurado el 15 de mayo de 1971 y se le impuso el nombre de Puente del Generalísimo, aunque, muerto Franco, volvería a recobrar el de Tetuán. Una vez abierto el puente ese día al tráfico general, y tras la comitiva de vehículos oficiales, el primer coche privado que lo hizo desde la nueva zona de expansión de la ciudad a la Alameda Principal fue el que llevaba la matrícula MA-70.640, y era conducido por Ramón González.
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