domingo, 25 de octubre de 2009

Pablo Farfán: ´Es mejor rehabilitar algo que tirarlo y volverlo a hacer. (LAOPINION)

El arquitecto malagueño afincado en Madrid y rehabilitador de numerosas ´corralas´ defiende que la arquitectura tradicional

Pablo Farfán ayer en el corralón de Santa Sofía.
Pablo Farfán ayer en el corralón de Santa Sofía. C. Criado

ALFONSO VÁZQUEZ. MÁLAGA Confiesa que se marchó de Málaga "para no hacer chalés adosados". A sus 36 años y tras casi dos décadas en Madrid, Pablo Farfán se ha convertido en una de las voces más críticas con la relación entre la Arquitectura y el mundo inmobiliario y en un defensor de la rehabilitación y la construcción bioclimática. Estos días ha vuelto a su ciudad natal para presentar en el certamen internacional Mercadoc ´En la corrala´, un documental sobre la vida tradicional en Lavapiés.

Como arquitecto ha preferido prescindir de los promotores.
–Cuando abrí el estudio en Madrid con José Luis Estella nos pusimos a hacer imágenes en 3D porque antes de construir una urbanización en una duna con pinos, era mejor hacerlo virtual. Como dice el proverbio, si lo que vas a construir no es mejor que el solar, piénsatelo dos veces.

¿Qué tiene de negativo este sistema?
–Antiguamente las casas se las hacía uno mismo, después se contrataba a un maestro de obras y ahora hay un sistema de intermediarios para el que trabaja el arquitecto, así que la relación del arquitecto con el cliente es ´ninguna´ y acaban predominando los intereses del promotor, que sólo tiene criterios económicos.

¿Qué camino ha tomado?
–Hacemos viviendas individuales, rehabilitaciones, informes y participamos en concursos en los que podemos aplicar nuestros criterios.

¿Se puede vivir de la Arquitectura yendo a contracorriente?
–Precisamente mantengo mi volumen de trabajo y el resto de arquitectos que hace viviendas está pasando por un mal momento.

¿Construcción de nueva planta o rehabilitación?
–Es mejor rehabilitar algo que tirarlo y volverlo a hacer. En la arquitectura tradicional he encontrado algo que no me habían enseñado en la escuela. Hace 150 años se descubrió el primer pozo de petróleo en Pensilvania. A partir de ahí disponemos de energía barata y muchos materiales derivados. Antes de ese descubrimiento nos encontramos con edificios con materiales biodegradables del entorno cercano, que no contaminan: se arreglaban con cañas, cal, tierra y se adaptaban al terreno y al clima con distinto grosor de los muros, el color de la fachada, distribución de los patios, cubiertas, etc. En la actualidad tenemos una energía y unos materiales derivados que no nos van a durar siempre pero con los que climatizamos e impermeabilizamos. Y además, esos materiales caducan y luego ´arréglatelas tú´. Por contra, te encuentras casas de 250 años que están perfectas.

¿Esas enseñanzas se pueden aplicar a la arquitectura actual?
–Claro, no se trata de ser fundamentalistas y rechazar todo material que venga del petróleo o la electricidad, sino de aplicar los conceptos de la arquitectura popular a la contemporánea, que puede ser desde la ventilación cruzada, hacer patios o la inercia térmica.

Explíqueme eso de la inercia térmica.
–En las casas antiguas el grosor de los muros dependía de lo que tardaba el calor en verano en entrar dentro. Funciona como una jarra de cerveza: la porcelana de la jarra absorbe el calor que hay en el líquido. En una casa de Málaga, que refresca por la noche, la propia masa de la vivienda se enfría y durante el día absorbe el aire caliente que entra dentro. Con el frío pasa igual: el calor que generas dentro se va almacenando en muros, techos, suelos y aunque renueves el aire el calor queda.

Y ahora optamos por el ´sellado´ y el aire acondicionado.
–Hemos sustituido el anterior sistema en toda España. Ahora lo que hacemos es ´electrodomésticos´ porque tenemos edificios muy herméticos con aislantes a tope y estás obligado a usar un aparato para refrigerar o calentar el aire que vamos a respirar. Y no le digo nada en edificios de cristal.

¿Que sería entonces la arquitectura bioclimática?
–Por bioclimática se entiende llegar a un estado de confort, tanto de temperatura, iluminación, humedad relativa y ventilación a través de la propia casa.

Hace años que rehabilita ´corralas´ en Madrid, nuestros corralones. ¿Cómo empezó?
–En Madrid vivo en un edificio de principios de los 90 y trabajo en la misma manzana, en Lavapies, en el bajo de una corrala. Y la verdad, paso un frío y un calor tremendo en el edificio moderno y en la corrala me vale en invierno y en verano. Siempre me ha interesado el saber popular y ese estado de confort que te ofrecen esas casas.

¿Se puede vivir bien en un corralón adaptado a nuestros días?
–Tiene el ´hándicap´ de ser viviendas humildes pero eso no quiere decir que no sean perfectas para que vivan personas mayores que no necesiten un espacio muy grande o un estudiante. Con respecto a Málaga, aquí los corralones son más grandes. En Madrid fue una cuestión especulativa, de falta de espacio. Lavapiés ha sido el barrio con más densidad de población durante muchos años.

¿Que le parece la solución en la Trinidad de recuperar los corralones con diseños actuales?
–Recuperar la ´tipología´ es muy positivo, hay una relación muy intensa entre los vecinos.

¿Esa vida vecinal es la que ha querido retratar en el documental ´En la corrala´?
–Sí, la divulgación de lo que hacemos es fundamental. En este caso, el documental repasa las casas tradicionales, los mercados y la vida tradicional de barrio, que se está perdiendo. Precisamente, son los inmigrantes los que siguen con ese modelo tradicional de vida.

¿Qué le parece la rehabilitación del Centro Histórico de Málaga?
–Con respecto a Madrid ha llegado más tarde de lo que debería. De hecho, en el centro han desaparecido calles enteras: la calle Chinchilla ya no está y en Tomás de Cózar quedan algunas casas. Eso es negativo para la ciudad porque esa forma de construir con inercia térmica y con patios beneficia a Málaga. Conservar la fachada es importante pero también su distribución y los materiales.

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