domingo, 13 de diciembre de 2009

MÁLAGA Veinte años del cambio de postal de Málaga. (SUR)

13.12.2009 -
ANTONIO ROCHE

Veinte años del cambio de postal de Málaga
Postal. Esta era la imagen más divulgada de la ciudad antes de la remodelación de la plaza. ::SUR
La fuente luminosa estaba rodeada de una extensión de césped. Había palmeras y plataneras. Detrás,el cenachero y el biznaguero, esculturas en bronce de Jaime Fernández Pimentel, daban la bienvenida a los que salían del puerto. Simbolizaban a dos personajes populares de Málaga. En la Acera de la Marina se percibía los toldos de dos concurridísimas cafeterías, Puerto Rico y Solymar. Los coches aparcados en superficie copaban prácticamente toda la plaza, dejando libres los carriles para la circulación.

Esa era la postal tradicional de Málaga en la década de los sesenta, setenta y ochenta, la que compraban los turistas para llevársela de recuerdo, la que ilustraba folletos turísticos. Era la carta de presentación de una ciudad abierta, milenaria y multicultural.

Pero todo cambió cuando el Ayuntamiento que presidía Pedro Aparicio reordenó la plaza de la Marina y construyó un aparcamiento subterráneo para dar respuesta a las necesidades del momento. Sin embargo, la idea viene de su predecesor, Luis Merino Bayona. La historia de este equipamiento arranca en 1977, cuando los servicios técnicos municipales consideraron la conveniencia de acometer la construcción de aparcamientos subterráneos en los puntos adecuados de la ciudad y cuyo subsuelo lo permitiese.

Adjudicación a Comapar
Por aquel entonces es cuando se escoge, como emplazamiento de prioridad, la entonces denominada plaza de Queipo de Llano, y, tras la celebración de un concurso público, se adjudica su realización y explotación posterior a la Compañía Malagueña de Aparcamientos (Comapar), sociedad que presidía Manuel Martín Almendro, que fue también presidente de la Cámara de Comercio. Entrado en el verano de aquel año -1977- se iniciaron los trabajos conforme a un proyecto que, una vez ejecutado, ofrecería un aparcamiento subterráneo de 21.70 metros cuadrados de superficie, distribuidos en tres plantas, que proporcionarían 872 estacionamiento de 25 metros cuadrados cada uno. El plazo para su construcción se estimaba en veinte meses, ascendiendo el presupuesto global a un total de 350 millones de pesetas -2.103.000 euros-, a cargo del adjudicatario.

En junio de 1978 concluyó la primera fase, que consistía en la desviación de servicios. En esos momentos los trabajos se detuvieron a la vista de los problemas técnicos que surgieron. Hasta entonces se habían empleado 40 millones de pesetas -240.000 euros-. La empresa pidió a la corporación la modificación del proyecto original y proponía la construcción de una sola planta, en vez de tres. Argumentaba una razón: las peculiaridades del suelo ponían en riesgo tanto los edificios colindantes como el propio tráfico.

Resonancia pública
El asunto, que adquirió gran resonancia en la opinión pública malagueña, fue tratado en un pleno extraordinario el 7 de julio de 1978. La respuesta del consistorio fue tajante: el aparcamiento tenía que construirse conforme al proyecto original. Copamar contraatacó con un contencioso administrativo.

Con el cambio del equipo de gobierno y la llegada de Pedro Aparicio a la Alcaldía se retomaron las conversaciones con la empresa con el fin de desbloquear el proyecto tras un año con las obras paradas. Las divergencias no acabaron y, finalmente, el Ayuntamiento encargó al arquitecto catalán Manuel Solá la construcción de tan polémico y necesario equipamiento. Así, después de varios años de debates ciudadanos, el 14 de enero de 1987 se colocó la primera piedra del aparcamiento de la plaza de la Marina para 552 plazas. La obra se adjudicó a la empresa Entrecanales y Távora en 855 millones de pesetas -5,1 millones de euros- y con un plazo de ejecución de 15 meses. Pero ni el presupuesto ni el plazo se cumplieron por distintos motivos. La actuación superó finalmente los 1.500 millones de pesetas -nueve millones de euros- y duró casi tres años.

Restos arqueológicos
La aparición en septiembre de 1987 de los primeros restos arqueológicos, correspondientes al antiguo muro portuario, trajo consigo más polémica si cabe. En octubre, Urbanismo decidió la demolición de los restos y la reanudación de las obras, que estaban paralizadas. El asunto se complicó aún más con el hallazgo de restos de la muralla árabe. En mayo de 1988 se acordó la integración de estos restos en el propio aparcamiento, para lo que la Consejería de Cultura autorizó en enero de 1989 el desmoche de la muralla en unos pocos centímetros, para permitir que se terminaran las obras. Sin embargo, no fueron cinco, sino cincuenta los centímetros de altura de muralla que los operarios echaron abajo. Esta actuación se llevó a cabo bajo toldos, para impedir la visibilidad desde el exterior, y a destajo. La Dirección General de Bienes Culturales de la Junta ordenó el 20 de enero la paralización de las obras por la destrucción parcial de dos hileras de sillares de muralla y cuatro días después abrió el expediente sancionador.

Tal fue el dolor de cabeza que le dio este proyecto a Pedro Aparicio, que cuando se terminó la obra rehusó inaugurarla. La visitó en la madrugada anterior a su puesta en funcionamiento, que fue en la mañana del 16 de diciembre de 1989. Fue un discreto comienzo con el fin de aparcar la polémica. Desde ese día, Málaga perdió su tradicional postal.

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