La ansiada regeneración de los Baños del Carmen sigue durmiendo en un cajón. Y lo hace después de que hayan transcurrido algo más de dos años desde que la Dirección General de Costas, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, diese luz verde al texto refundido del proyecto de actuación en este emblemático paraje de la capital de la Costa del Sol, sobre el que se cierne el anuncio de mejora desde 1993, pero que aún no ha visto la luz. Así lo confirmó a este periódico el responsable del organismo estatal en la provincia de Málaga, Francisco Javier Hermoso, quien aseguró que la documentación sigue a día de hoy en Madrid a la espera que sea aprobada.
"Toda la documentación, todos los informes están allí a la espera de que se apruebe", comentó Hermoso, quien no se atrevió a marcar un calendario concreto para que este último trámite quede definitivamente desbloqueado. No obstante, cabe precisar que el visto bueno por parte de Costas a la intervención no pone punto y final a los trámites precisos, puesto que será justamente ése el momento en que comenzará a negociarse con los actuales concesionarios afectados por los futuros trabajos la recuperación de las mismas.
No parece que los actuales ocupantes del restaurante de Baños del Carmen supongan problema alguno en este proceso. Situación distinta parece que se dará con los propietarios de Astilleros Nereo, negocio que se ve afectado por el proyecto diseñado para el entorno. Después de que hayan pasado varios responsables por la Demarcación de Costas de Málaga, ninguno ha sido capaz hasta el momento de lograr un acuerdo con los mismos. Por ello, todo hace prever que el Ministerio de Medio Ambiente se decante por la expropiación.
"No ha habido conversaciones con Nereo y lo normal es esperar a tener el documento", dijo Hermoso, quien abogó por tratar de alcanzar soluciones "que nos permitan a todas las partes estar conformes". "La figura jurídica es el rescate de concesión o expropiación, en el caso de Nereo", admitió.
Para desgracia de todos, los Baños del Carmen representan a día de hoy una de las grandes asignaturas pendientes en la provincia de Málaga. El periplo en el que se ha visto inmerso el proyecto de regeneración de este espacio se prolonga ya varias décadas, sin que ninguna administración haya sido capaz de dar una solución cierta y definitiva. Son varios los planes que a lo largo de los años se han puesto encima de la mesa, el último de los cuales vio la luz, tras arduas negociaciones entre el Gobierno y el Ayuntamiento, en el año 2006. Esa actuación, que Costas llegó a tasar en algo más de 13 millones de euros, contempla la adecuación de la playa, la construcción de dos espigones transversales, un pie de playa y dos pequeños espigones de apoyo y la regeneración mediante el vertido de 90.000 metros cúbicos de arena.
Los actuales responsables del Gobierno central marcaron esta intervención como una de las que desarrollar en el frente marítimo de la provincia e incluso han reservado varias cantidades económicas para la licitación de los trabajos del proyecto. Ni un solo euro se ha empleado hasta el momento. Y la zona, como comentó en octubre del pasado año el concejal de Urbanismo, Manuel Díaz Guirado, sigue en su lenta pero continua degradación. Fue en ese momento cuando el Pleno del Ayuntamiento de Málaga volvió a aprobar una moción en la que se instaba a Costas a acelerar la actuación. El efecto, como demuestran los hechos, ha sido nulo.
El aura de nostalgia que se cierne sobre este asentamiento tiene su origen en los años 20 del pasado siglo, cuando fue inaugurado oficialmente. Como recuerdan los más antiguos del lugar, en aquel entonces se levantaban en la zona quioscos para refrescos, casetas para cambiarse diferenciadas entre hombres y mujeres, el restaurante, pistas de tenis y una arboleda de eucaliptos. Una estampa que no dista mucho de la actual. También se instaló ahí un campo de fútbol que utilizó el Málaga hasta que el estadio de La Rosaleda abrió sus puertas en 1941.
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