viernes, 28 de enero de 2011

Creador privado, obra pública (Málaga Hoy)

Resulta paradójico el modo en que la clase política hace bandera del arte para proyectar una cierta imagen de compromiso ciudadano l En el Parque, las esculturas de Juan Méjica renuevan el paisaje, pero en Estepona Santiago de Santiago promete 300 esculturas sólo si el PP gana las elecciones

| ACTUALIZADO 28.01.2011 - 01:00
zoom

Una de las esculturas de Méjica en el Parque. Y sí, oigan, hace un frío que pela.

NO concebía Luis Buñuel un acto de mayor calado surrealista que liarse a tiros indiscriminadamente por la calle, contra cualquiera que pasara. ¿Tenía razón? En realidad, semejante órdago no podría demostrarse salvo que alguna vez se organizara una cacería semejante por motivos puramente estéticos, y aunque seguro que a algún terrorista loco no le faltarían ganas, ni las instituciones públicas ni las entidades financieras, sospecho, van a financiar por el momento un experimento de este calibre. Pensarán que hoy me he levantado con el pie equivocado, y tienen razón. Pero acabo de ver las hermosas esculturas de Juan Méjica en el Parque, una exposición a mi juicio acertada y recomendable, y me he puesto a darle a la sesera sobre el puñetero asunto del arte como presencia pública. Resulta significativo el modo en que los políticos se adjudican los tantos correspondientes con respecto a exposiciones y museos de manera bien visible y ostentosa, y de paso aprovechan para proyectar con ello una determinada imagen de compromiso con la cultura. Un ejemplo cercano: el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, ha celebrado en los últimos meses varias convocatorias de prensa junto a la baronesa Carmen Thyssen para dar cuenta de los avances del futuro museo del Palacio Villalón (Fitur incluido) y suele acudir a las presentaciones de las muestras del CAC; pero, por ejemplo, no ha asistido a una sola de las ruedas de prensa convocadas en el marco del Festival de Teatro, que celebra estos días nada menos que su vigésimo octava edición. Está claro que el arte vende más, o al menos se traduce en un mayor beneficio político, seguramente porque la inversión económica necesaria es mayor. Lo que ocurre es que, a veces, a cuenta del arte, las nociones de lo público propias de un sistema democrático parecen resentirse no sólo entre los políticos que dirigen las instituciones o aspiran a ello, también entre los artistas. Y entonces es cuando parece que algo falla. La creación ocurre siempre en una dimensión privada, pero el traslado de la obra a la esfera pública, que requiere inevitablemente los esfuerzos de las mismas instituciones o de entidades con solvencia suficiente para asumir tal gasto, tiene la mala costumbre de dejar algunos muertos en el camino.

El último caso es muy llamativo. El escultor Santiago de Santiago prometió hace unos días regalar 300 de sus esculturas al municipio de Estepona para un futuro museo. Pero puso una condición, como quien no quiere la cosa: que el PP gane las elecciones municipales. Nada menos. El candidato popular, José María García Urbano, aceptó el ofrecimiento y valoró la oportunidad irrepetible para la localidad costera, mientras que el diputado andaluz del mismo partido Antonio Garrido Moraga cantaba las excelencias del artista. A ver. Un creador, con su obra, puede hacer lo que le dé la gana: someterla al tutelaje de la SGAE, prenderle fuego, donarla a un colectivo imaginario o comérsela con patatas fritas. Si Santiago de Santiago es del PP hasta para poner límites a su obra, allá él. Yo, la verdad, no me fiaría de un escultor que hace arte para unos pocos o a costa de unos pocos. Kurt Cobain, el malogrado líder de Nirvana, luchó incluso a nivel legal por que se prohibiera la entrada a sus conciertos de cualquiera que tuviera vínculos con la extrema derecha, pero tampoco él, y sé bien lo que digo, tenía razón. Pero lo peor no es esto, sino la actitud de García Urbano y de Garrido Moraga: ambos me habrían hecho muy feliz si hubieran puesto en su sitio al escultor, recordándole que ni ellos ni el PP gobiernan o aspiran a gobernar para un electorado concreto, sino para todos los ciudadanos. Deberían haberle animado a hacer la donación cualquiera que sea el resultado de las próximas elecciones. Lo contrario, lo que han hecho, es algo más bien feo. Y Estepona, desde luego, no se lo merece. .

No hay comentarios:

Publicar un comentario