domingo, 20 de febrero de 2011

MALAGA. "No se puede hablar de arquitectura de Málaga; sí de su gran heterogeneidad". (MALAGAHOY)

Boned acaba de editar un libro sobre la modernidad en la capital de la Costa del Sol, en el que reúne las experiencias y trabajos de 16 destacados profesionales como Moreno Peralta, Seguí, Gavilanes o Peñalosa

SEBASTIÁN SÁNCHEZ / MÁLAGA | ACTUALIZADO 20.02.2011 - 01:00
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Javier Boned, en su estudio.

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Un libro con el que abrir los ojos a una arquitectura escondida, casi desapercibida por la mayoría de los vecinos que la disfrutan a diario, y con la que la modernidad queda reflejada en Málaga capital. Javier Boned se nutre de las voces de 16 profesionales de la arquitectura vinculados a la capital de la Costa del Sol para dar testimonio de la evolución constante de la urbe. Del tristemente fallecido Francisco Peñalosa, de Ángel Asenjo, de Juan Gavilanes, de Luis Machuca... De todos ellos y más trata El Oficio de la Arquitectura Moderna, 1968-2010.

-Dice que le costó sudor y lágrimas hacer este libro...

-Ha sido una aventura larga. Un trabajo de casi tres años en los que entrevisté a los arquitectos que forman parte de la obra y que en principio surgió como meras entrevistas pero que poco a poco se ha ido haciendo un libro de arquitectura serio, con gente consagrada. Al final es el primer libro que abre un cierto estudio serio de la arquitectura de Málaga.

-¿Por qué elige la época desde 1968 hasta 2010?

-La primera generación de arquitectos importantes que se estudia en el libro es la que surgió del boom del turismo. Hay que surgir de algún sitio para hablar de modernidad, porque hablar de modernidad en Málaga es complicado. No hay un movimiento moderno arquitectónico de principios de siglo importante. Las primeras manifestaciones de lo que se entiende como modernidad es a partir del turismo.

-¿Y por qué 16 arquitectos y no 22?

-Eso es algo aleatorio. Busqué elementos paradigmáticos, que cada uno simbolizase un estilo y una forma de hacer. Y porque no se puede entrevistar a los 500 o 100 arquitectos más interesantes. Es un libro que tampoco pretende hacer historia, sino mostrar cómo ha evolucionado una ciudad como Málaga a través de algunos ejemplos. Este libro debería suponer un inicio para que se hagan estudios sobre la arquitectura de Málaga, que se asuma que está muy bien y que hay que estudiarla.

-En su calidad de autor del libro y profesor de la Escuela de la Arquitectura de Málaga, ¿se puede hablar de una arquitectura con marca Málaga?

-Creo que no. Y cuando digo no, no es ni bueno ni malo. ¿Hay un estilo malagueño? Creo que no. Lo que el libro pone en el tapete es la gran heterogeneidad que hay en Málaga. Eso no significa que no haya calidad desde el concepto de modernidad, que engloba muchos tipos de arquitectura. Si buscas familias homogéneas puede que en Málaga lo tengas difícil, pero sí hay reflejos de cómo la modernidad ha influido a través de elementos sueltos, pero que están por desvelar. La arquitectura moderna está por desvelar en Málaga, es difícil que sea obvia, como ocurre con la del siglo XIX. Hay un pulso individual del arquitecto en la ciudad, un pulso dramático, personajes que tratan de hacer valer su arquitectura sobre un contexto difícil, muy poco arquitectónico.

-¿La gente es capaz de ver esa arquitectura?

-Málaga es una ciudad caótica, una especie de collage, heterogénea... Uno de los motivos de este libro es que empecemos a mirar la ciudad de otra manera, que no se nos pasen desapercibidas ciertas cosas. Hay un edificio que me emociona, que es el edificio Vértice, en la calle Hilera, que da otro cambio, otra forma de entender la arquitectura. Málaga siempre ha sido reflejo de tendencias, lo que pasa es que están sueltas; si estuviesen juntas sería Viena o Londres, pero eso hay que descubrirlo. Hay que transmitir a la gente que hay buena arquitectura en Málaga. En los siguientes diez años, a pesar de la crisis, vamos a notar un aumento de calidad bárbara en la arquitectura.

-Alude usted al 'boom' turístico. ¿Qué marcas ha dejado para bien y para mal en Málaga?

-Me atrevería a decir que más positivas que negativas. Es una de las cosas que habría que empezar a extirpar de la ciudad. La especulación siempre ha existido pero dónde no ha existido. El turismo ha generado un tipo de vida fantástico, ahora no es el de hace 30 años, sino residencial, que pasa más tiempo, son ciudadanos. Hay ejemplos magníficos de arquitectura dentro del turismo y la Málaga de los 60 y 70 creció con esas expectativas. Un ejemplo es la Avenida de Andalucía, gran eje hacia la Costa del Sol, donde hay ejemplos de arquitectura fantásticos. No diría que la arquitectura del turismo haya sido negativa, otra cosa es la cultura del ladrillazo que ha habido durante años que ha colmatado la costa de una manera un poco anárquica.

-¿Cómo explicaría el efecto que un buen diseño arquitectónico puede tener sobre un espacio determinado?

-La arquitectura buena, con el paso del tiempo, se sigue utilizando de forma natural, trasciende el diseño y la forma, tiene vida. Por ejemplo, el hotel Alay es un edificio magnífico, tiene una vida bárbara. Es un edificio que ha generado a su alrededor ciudad. Esa sería una primera aproximación, cuando hay vida alrededor del edificio, ese edificio comunica algo, con independencia de su estilo y su época.

-¿Hay algún ejemplo de mala arquitectura que le rechine?

-Más que de un edificio concreto hablaría de que Málaga ha tenido momentos de especulación brutal, en el que se han hecho las viviendas antes que las aceras. Eso es mala arquitectura. Te das cuenta de cómo vive la gente en los barrios de una densidad enorme, con mala calidad de construcción, ahí empieza a haber mala arquitectura y mala ciudad.

-En el inicio del libro se habla del Museo Picasso como "el acontecimiento por excelencia" de la escena arquitectónica malagueña.

-El poder se ha volcado en el centro histórico con la idea de que sea el espejo de la ciudad. Esa especie de efecto Guggenheim puede representarlo el Picasso, a pesar de no ser un edificio tan espectacular. Ahora se están haciendo cosas bárbaras, como el auditorio, que va a alterar la vida de la ciudad como lo hizo el Cervantes. En la Universidad, por ejemplo, hay magnífica arquitectura y hay proyectos muy interesantes del IMV. Hay muchos focos que auguran un optimismo arquitectónico bestial. Si Málaga ciudad fuese el foco cultural de toda esa otra ciudad, que es de cien kilómetros, sería fantástico, como gran equipamiento dentro de la Costa del Sol.

-Uno de los arquitectos a los que entrevista apunta que el político puede entenderse como un arquitecto frustrado. ¿Ve algún político con alma de arquitecto?

-Hubo un momento, sobre todo al inicio de la democracia, que los alcaldes entendían de arquitectura. Había un entente cordial entre técnicos, arquitectos y políticos. Ese fenómeno no ha seguido dándose y, es más, creo que se ha producido un cierto distanciamiento entre técnicos cualificados y políticos, no solo en Málaga.

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