Esta malagueña es profesora titular del Departamento de Historia, Teoría y Composición Arquitectónica en Sevilla
Mar Loren estuvo visitando ayer el nuevo recorrido por las faldas de la Alcazaba, pendiente de inaugurar. Arciniega
MIGUEL FERRARY La llegada de la crisis ha surgido en el momento adecuado para frenar el exceso de construcción en la costa y da la oportunidad de repensar su urbanismo, según sostiene la arquitecta malagueña Mar Loren, profesora titular en la Escuela de Arquitectura de Sevilla y que dirige un taller de trabajo sobre la Costa del Sol a 19 alumnos de un máster en el que colaboran ocho universidades.
¿En qué consiste el Máster Europeo de Arquitectura?
La idea es realizar un máster de arquitectura, pero de ámbito europeo y no centrado en un sitio concreto. Durante dos años los alumnos van a cada una de las universidades que participan en el máster. Se organizan talleres que duran algo más de mes y medio donde se tratan temas que se convierten en líneas de investigación de su trabajo final de máster. La idea partió de la Universidad Técnica de Brandenburgo, en Cottbus (Alemania), que es la primera de Alemania. Además participan universidades de Lisboa (Portugal), Tallin (Estonia), Innsbruck (Austria), Marsella (Francia), Berlín, Tel Aviv (Israel) y Sevilla, que ofrece una perspectiva andaluza.
Los alumnos provienen de sitios muy diversos y con distintas visiones. ¿Qué idea están adquiriendo del urbanismo de la Costa del Sol?
La crisis ha dejado al descubierto lo obsoleto del modelo que se estaba aplicando. Siendo un espacio tan complejo, que es una conurbación con muchos kilómetros, nos parecía interesante continuar con un proyecto empezado sobre cómo tratar los territorios turísticos desde un punto de vista patrimonial. Es un territorio que consideramos perdido, pero que puede tener valores patrimoniales y paisajísticos, y queremos ver cómo podemos trabajar en eso. Lo que intentábamos era que entendieran que la Costa no es algo agresivo y duro, sino que tiene grandes valores. Gracias a eso hemos conseguido que haya un equilibro entre esa visión de la Costa como algo agredido y destruido, totalmente turístico, con una idea más rica y que aprecia su potencial.
¿Qué aspectos positivos y potenciales encuentra?
Planteamos el ejercicio de que rescataran el concepto de paisaje cultural, que supone la superposición de capas de valor natural, cultural, histórico y las bondades de la playa, como una unidad. No se pueden separar las dunas como elemento protegido, de la playa, del núcleo urbano, pero tampoco del conflicto. Partiendo de ese planteamiento, cada grupo trabaja en un fragmento del territorio y le pedimos que encuentren el potencial de ese lugar. Te das cuenta ya, en lo concreto, cómo podemos encontrar lugares con potencial y generar nuevas actividades.
¿Cuál debe ser la actitud respecto al desarollo actual de la Costa?
Hay un problema de fondo que es la fragmentación del territorio. Los municipios han tenido un poder desequilibrado y se ha dado una interpretación muy local al territorio, lo que nos impide mirar más allá. Si hablamos de Málaga capital, hemos visto la voluntad de superponer una capa cultural a lo más turístico y el sol y playa. Esa es la línea en la que trabajamos, porque Andalucía tiene mucho que ofrecer y complementará los usos turísticos. Málaga es un ejemplo claro que debe transmitirse a la provincia.
En Málaga se ha optado por un desarrollo más extensivo, de grandes urbanizaciones que ocupan más territorio pero son menos agresivas visualmente. Esto se contrapone el modelo de Benidorm, donde la construcción en altura ocupa menos espacio pero es más agresiva con el paisaje. ¿Hemos elegido bien el modelo?
Cuando te pones a indagar en la arquitectura de los años 60 y 70, que es la que más se aproxima a ese tipo de crecimiento de Benidorm, te das cuenta de que aunque tenían una carga más agresiva como imagen por usar la torre como elemento urbano, eran mucho más generosos con la ciudad, con grandes jardines abiertos, infraestructuras importantes como bares, restaurantes, supermercados o clubes sociales para los que vivían ahí. Es lo que llamamos el conjunto urbano-turístico, un concepto que ofrece el derecho a descansar y tener vacaciones a un importante grupo de la población, pero con una vocación de hacer ciudad, como ocurre con el Complejo Eurosol, de Rafael de la Hoz; o Playamar, de Lamela. Esos conjuntos han tenido tal fuerza que se han convertido en primera residencia y con una generosidad que sorprende por su baja densidad. Además hay una arquitectura buena, porque la calidad, la modernidad y la innovación se consideraban un valor añadido. En cambio, desde finales de los 90 se ha degradado el modelo de arquitectura como Puente Romano, que reinterpretaba la intimidad de la calle y del jardín mediterráneo. Ahora vende un espejismo de algo lujoso y exclusivo, cuando se construye con calidades muy normales y ocupa mucho espacio, que lo privatiza, con una arquitectura sin interés, de consumo y que generar una imagen que creemos que el turista quiere.
Es quizá también el reflejo de un cambio social.
Los municipios no han tenido la visión de salvaguardar el espacio público como algo sagrado. Es un tema importante ver cómo se transfiere la sociabilidad de los pueblos mediterráneos, los valores culturales. Todo tiene que ir hilvanado y aprovechar los valores mediterráneos, seguir potenciar un producto local.
¿Cuándo se puede considerar que un edificio pasa a ser parte del patrimonio?
Es una pregunta disciplinar. Hicimos el proyecto del registro de arquitectura contemporánea en Andalucía y uno de los grandes debates era saber dónde se hacía el corte para representar el siglo XX. Primero pensamos en el año 2000, pero vimos que había un corte histórico en los años 1992 u 1993. En todo caso, la calidad de la arquitectura debe hablar por sí sola, pero es algo complejo.
¿Hasta qué punto se debe conservar un edificio antiguo a cambio de otro contemporáneo con firma?
Hemos ido de la especulación total hasta el otro extremo, que es mantener todo. La ciudad es un organismo vivo y cada proyecto requiere un estudio pormenorizado y concreto. También nos debemos dar cuenta de que si todo se conservara, la calle Larios no estaría ahora mismo.
REGENERAR
¿Sobran edificios en la Costa? ¿Hay que pensar en demoler?
En una situación óptima habría que hacer ese filtrado y sería lo ideal. Pero me sentiría satisfecha con ser capaces de frenar y que la crisis sirva para ver lo que hay y cómo se puede aprovechar. Debemos optar por el reciclaje y salvaguardar los territorios sin construir.
CRISIS
¿Cómo se puede aprovechar el parón de la construcción?
Tenemos que darnos cuenta de que hay muchos lugares afectados por la obsolescencia y el reciclaje de los lugares es muy importante. Es fundamental el tema de la gobernanza y sería importante implicar a la gente en la Costa. Igual que una visión interdisciplinar de políticos y arquitectos.
¿En qué consiste el Máster Europeo de Arquitectura?
La idea es realizar un máster de arquitectura, pero de ámbito europeo y no centrado en un sitio concreto. Durante dos años los alumnos van a cada una de las universidades que participan en el máster. Se organizan talleres que duran algo más de mes y medio donde se tratan temas que se convierten en líneas de investigación de su trabajo final de máster. La idea partió de la Universidad Técnica de Brandenburgo, en Cottbus (Alemania), que es la primera de Alemania. Además participan universidades de Lisboa (Portugal), Tallin (Estonia), Innsbruck (Austria), Marsella (Francia), Berlín, Tel Aviv (Israel) y Sevilla, que ofrece una perspectiva andaluza.
Los alumnos provienen de sitios muy diversos y con distintas visiones. ¿Qué idea están adquiriendo del urbanismo de la Costa del Sol?
La crisis ha dejado al descubierto lo obsoleto del modelo que se estaba aplicando. Siendo un espacio tan complejo, que es una conurbación con muchos kilómetros, nos parecía interesante continuar con un proyecto empezado sobre cómo tratar los territorios turísticos desde un punto de vista patrimonial. Es un territorio que consideramos perdido, pero que puede tener valores patrimoniales y paisajísticos, y queremos ver cómo podemos trabajar en eso. Lo que intentábamos era que entendieran que la Costa no es algo agresivo y duro, sino que tiene grandes valores. Gracias a eso hemos conseguido que haya un equilibro entre esa visión de la Costa como algo agredido y destruido, totalmente turístico, con una idea más rica y que aprecia su potencial.
¿Qué aspectos positivos y potenciales encuentra?
Planteamos el ejercicio de que rescataran el concepto de paisaje cultural, que supone la superposición de capas de valor natural, cultural, histórico y las bondades de la playa, como una unidad. No se pueden separar las dunas como elemento protegido, de la playa, del núcleo urbano, pero tampoco del conflicto. Partiendo de ese planteamiento, cada grupo trabaja en un fragmento del territorio y le pedimos que encuentren el potencial de ese lugar. Te das cuenta ya, en lo concreto, cómo podemos encontrar lugares con potencial y generar nuevas actividades.
¿Cuál debe ser la actitud respecto al desarollo actual de la Costa?
Hay un problema de fondo que es la fragmentación del territorio. Los municipios han tenido un poder desequilibrado y se ha dado una interpretación muy local al territorio, lo que nos impide mirar más allá. Si hablamos de Málaga capital, hemos visto la voluntad de superponer una capa cultural a lo más turístico y el sol y playa. Esa es la línea en la que trabajamos, porque Andalucía tiene mucho que ofrecer y complementará los usos turísticos. Málaga es un ejemplo claro que debe transmitirse a la provincia.
En Málaga se ha optado por un desarrollo más extensivo, de grandes urbanizaciones que ocupan más territorio pero son menos agresivas visualmente. Esto se contrapone el modelo de Benidorm, donde la construcción en altura ocupa menos espacio pero es más agresiva con el paisaje. ¿Hemos elegido bien el modelo?
Cuando te pones a indagar en la arquitectura de los años 60 y 70, que es la que más se aproxima a ese tipo de crecimiento de Benidorm, te das cuenta de que aunque tenían una carga más agresiva como imagen por usar la torre como elemento urbano, eran mucho más generosos con la ciudad, con grandes jardines abiertos, infraestructuras importantes como bares, restaurantes, supermercados o clubes sociales para los que vivían ahí. Es lo que llamamos el conjunto urbano-turístico, un concepto que ofrece el derecho a descansar y tener vacaciones a un importante grupo de la población, pero con una vocación de hacer ciudad, como ocurre con el Complejo Eurosol, de Rafael de la Hoz; o Playamar, de Lamela. Esos conjuntos han tenido tal fuerza que se han convertido en primera residencia y con una generosidad que sorprende por su baja densidad. Además hay una arquitectura buena, porque la calidad, la modernidad y la innovación se consideraban un valor añadido. En cambio, desde finales de los 90 se ha degradado el modelo de arquitectura como Puente Romano, que reinterpretaba la intimidad de la calle y del jardín mediterráneo. Ahora vende un espejismo de algo lujoso y exclusivo, cuando se construye con calidades muy normales y ocupa mucho espacio, que lo privatiza, con una arquitectura sin interés, de consumo y que generar una imagen que creemos que el turista quiere.
Es quizá también el reflejo de un cambio social.
Los municipios no han tenido la visión de salvaguardar el espacio público como algo sagrado. Es un tema importante ver cómo se transfiere la sociabilidad de los pueblos mediterráneos, los valores culturales. Todo tiene que ir hilvanado y aprovechar los valores mediterráneos, seguir potenciar un producto local.
¿Cuándo se puede considerar que un edificio pasa a ser parte del patrimonio?
Es una pregunta disciplinar. Hicimos el proyecto del registro de arquitectura contemporánea en Andalucía y uno de los grandes debates era saber dónde se hacía el corte para representar el siglo XX. Primero pensamos en el año 2000, pero vimos que había un corte histórico en los años 1992 u 1993. En todo caso, la calidad de la arquitectura debe hablar por sí sola, pero es algo complejo.
¿Hasta qué punto se debe conservar un edificio antiguo a cambio de otro contemporáneo con firma?
Hemos ido de la especulación total hasta el otro extremo, que es mantener todo. La ciudad es un organismo vivo y cada proyecto requiere un estudio pormenorizado y concreto. También nos debemos dar cuenta de que si todo se conservara, la calle Larios no estaría ahora mismo.
REGENERAR
¿Sobran edificios en la Costa? ¿Hay que pensar en demoler?
En una situación óptima habría que hacer ese filtrado y sería lo ideal. Pero me sentiría satisfecha con ser capaces de frenar y que la crisis sirva para ver lo que hay y cómo se puede aprovechar. Debemos optar por el reciclaje y salvaguardar los territorios sin construir.
CRISIS
¿Cómo se puede aprovechar el parón de la construcción?
Tenemos que darnos cuenta de que hay muchos lugares afectados por la obsolescencia y el reciclaje de los lugares es muy importante. Es fundamental el tema de la gobernanza y sería importante implicar a la gente en la Costa. Igual que una visión interdisciplinar de políticos y arquitectos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario