martes, 19 de febrero de 2008

Andamios en edificios vacíos: puentes de plata para ladrones (La Opinión)

Dos jóvenes fueron sorprendidos ayer en el interior de un inmueble de calle Granada. La única inquilina del bloque los vio trepando por los hierros
Barrotes, postigos y cristales. La casa de Teresa y Álvaro está blindada para evitar visitas inesperadas y, afortunadamente, no han tenido ningún sobresalto nocturno. Desde hace dos meses, un andamio postrado en una de las fachadas impide a esta pareja ver más allá de los hierros, pero no son las vistas lo que le preocupa, sino sucesos como el ocurrido ayer a plena luz del día, cuando dos jóvenes entraron en el inmueble y se ocultaron en una de las viviendas vacías del bloque. Los dos jóvenes ocupan la única casa habitada del inmueble, dividido en dos plantas con un par de pisos cada una, y fue ella quien poco después de las 17 horas vio trepar a dos personas por los andamios. Asustada, avisó a la Policía Local que envió a varias patrullas al lugar de los hechos, en el número 33 de la céntrica calle Granada. "Los he visto entrar, pero uno de ellos se ha ido corriendo antes de que llegue la policía, el otro tiene que estar todavía dentro, porque no ha salido", comentaba mientras los agentes inspeccionaban el bloque. También los obreros que trabajan en el edificio de enfrente los habían visto. "No es la primera vez que entra gente subiendo por ahí, la semana pasada también pasó. Vienen para buscar chatarra o las cosas que hayan dejado en las casas vacías", contaba uno de ellos. Bajo una cubeta. A primera vista no se detectaba ningún movimiento sospechoso. De repente, algo se movió debajo de una cubeta, en una de las casas vacías que, con autorización telefónica de su propietario había sido abierta por la policía. Y allí estaba el detenido, un joven de unos veinte años, cuya identidad no ha trascendido, que fue detenido y trasladado a un centro hospitalario y, posteriormente a la Comisaría Provincial, indicaron fuentes policiales. En la calle, había un carrito de la compra con varias efectos que los dos intrusos habían ido bajando por la ventana: una olla metálica y dos bolsas repletas de libros que quedaron intervenidos por los agentes. "Parece que no han robado nada, pero a ver quién duerme tranquilo esta noche", declaraba Teresa tras el arresto. Sus ventanas están protegidas, pero el resto, abiertas y cómodamente accesibles por los andamios, parecen estar invitando a entrar.

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