lunes, 25 de mayo de 2009

Dueños de viviendas en alquiler bajan los precios para evitar que se vayan los inquilinos (SUR)

El aumento de la competencia por la salida de nuevos pisos al mercado obliga a los propietarios a reducir hasta un 15% las mensualidades
El coste medio de una casa de dos dormitorios se sitúa en 500 euros, frente a los 600 de hace un año

Dueños de viviendas en alquiler bajan los precios para evitar que se vayan los inquilinos
Muchos propietarios alquilan sus viviendas ante la imposibilidad de encontrar compradores. / SUR. ARCHIVO
El famoso anuncio de detergente que decía aquello de 'Busque, compare y si encuentra algo mejor... cómprelo' se ha trasladado en los últimos meses al mercado del alquiler en Málaga. El parón inmobiliario ha obligado a muchos propietarios a buscar un inquilino para sus viviendas ante la imposibilidad de venderlas y esto ha hecho que crezca la oferta y, con ello, la competencia.
Los arrendatarios se han vuelto más exigentes y selectivos tanto en las prestaciones como en el coste de los inmuebles, lo que obliga a muchos dueños de pisos a mantener los precios del alquiler e incluso a bajarlos para evitar que sus inquilinos encuentren un chollo y se vayan con sus maletas a otra parte.
La reducción de las mensualidades ronda el 10% y en algunos casos llega hasta el 15%, según señalan los responsables de varias inmobiliarias consultados. Así, un piso de dos dormitorios puede quedarse en unos 500 euros mensuales de media, frente a los 600 de hace un año, como confirma Inmaculada Vegas, socia de Rentacasa: «Hay mucha oferta, el mercado del alquiler ha crecido un 30% este año y los propietarios no quieren arriesgarse a que sus inquilinos no puedan hacer frente a los pagos y decidan buscar algo más barato».
Así, Vegas recuerda numerosos casos de clientes de su inmobiliaria que han bajado entre 50 y 60 euros mensuales, e incluso 100, porque sus arrendatarios pasaban por dificultades laborales debido a la crisis económica: «Si se trata de buenos pagadores, los dueños de viviendas prefieren perder un poco de dinero pero tener la seguridad de que van a cobrar puntualmente».
«Si una pareja gana 1.800 euros al mes y le piden 900 de alquiler, en el momento en que uno de ellos pierda su trabajo, aumentan las posibilidades de que puedan dejar colgado al propietario», explica José Montoro, socio de Inmocasa, que señala que los propietarios «quieren tranquilidad».
Misión imposible
«Con la crisis, los arrendadores piensan que, cuanto más asequible sea el alquiler, menos problemas van a tener en un futuro a la hora de que los inquilinos hagan efectivas las cuotas», afirma.
Hace unos meses, sin embargo, conseguir una rebaja era casi una misión imposible, como recuerda Montoro: «Si le proponías al propietario una reducción de cincuenta euros al mes, automáticamente y casi sin pensarlo decía que no; ahora, en cambio, prefieren tener el piso ocupado aunque rente menos, antes de que se les quede vacío». Así, el socio de Inmocasa recuerda el caso de un cliente del barrio de Teatinos que se vio obligado a rebajar cien euros la mensualidad a su inquilino cuando se enteró de que estaba buscando otra vivienda más barata por la zona.
El auge del mercado inmobiliario puede comprobarse en cualquier calle de la capital. Carteles y más carteles de 'Se alquila' cuelgan de los balcones y ventanas de viviendas en las que hace unos meses podía leerse 'Se vende'. Este aumento de la competencia ha hecho aflorar 'guerras de precios' incluso entre propietarios de viviendas del mismo bloque, como cuenta Montoro: «Si en un edificio se alquilan dos pisos exactamente iguales por 670 y 750 euros respectivamente, está claro que al dueño del segundo no le quedará más remedio que bajar el precio si quiere conseguir un inquilino».
Estas rebajas, además, permiten a los dueños de inmuebles ampliar el catálogo de futuros ocupantes de su vivienda, ya que con precios bajos «el propietario tiene más inquilinos entre los que elegir». Si quienes buscan una vivienda se han vuelto más selectivos y exigentes, en el caso de los propietarios ocurre lo mismo y en los últimos tiempos han aumentado los requisitos que exigen para dejar sus inmuebles en manos de otras personas.
Como norma general, los propietarios están optando por mantener los precios y renunciar a aplicar la variación del IPC (Índice de Precios de Consumo) en la renovación de los contratos de arrendamiento. «Es raro que alguien suba las mensualidades por la inflación, sobre todo si se trata de un buen inquilino que paga religiosamente», explican en Rentacasa. En Inmocasa, por su parte, afirman que la subida del IPC es algo que no suele llevarse a la práctica, «y menos ahora, en plena crisis económica».

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