domingo, 28 de junio de 2009

La nobleza en su esplendor. Málaga (SUR)

Un promotor recupera el antiguo palacio de Trinidad Grund para que albergue oficinas. Sale a la luz la riqueza arquitectónica de uno de los mejores edificios de la Málaga de los siglos XVIII y XIX.

La nobleza en su esplendor
El edificio conserva los característicos balcones de la arquitectura de siglos pasados. / C. M.
Sólo entrar en su patio central impresiona. Subir por la escalera principal, coronada por una hermosa cúpula decorada con yeserías, impone. Y descubrir la belleza de las pinturas en el techo del salón deja patente que no se trata de un edificio más de los que se construyeron para el esplendor de la Málaga a caballo entre los siglos XVIII y XIX. El palacio de Trinidad Grund, en la calle del mismo nombre, ha podido salir finalmente del abandono a que ha estado sometido durante los últimos años desde que dejó de albergar oficinas del Ministerio de Trabajo. Su actual propietaria, la empresa R&A Capital, lo adquirió en una subasta para convertirlo inicialmente en un hotel de cinco estrellas. Sin embargo, ese proyecto se ha desvanecido finalmente y el objetivo ahora es que el inmueble pueda albergar la sede de algún organismo oficial que complete su rehabilitación.

Ricardo Arranz, responsable de la promotora, explicó que los trabajos realizados para recuperar el inmueble se han centrado fundamentalmente en las zonas comunes con el fin de dejar al futuro inquilino la adaptación de las diferentes estancias en función de sus necesidades.

«Es una casa ideal para que pueda implantarse en ella la delegación de alguna consejería de la Junta de Andalucía, aunque tampoco descartamos que sirva para albergar las oficinas de un despacho de abogados o incluso un centro médico privado», explicó Ricardo Arranz, quien destacó que el edificio suma unos tres mil metros cuadrados de techo.

Este promotor ha invertido entre cuatro y cinco millones de euros para poner en valor uno de los edificios nobles del Centro con más historia y mayor valor arquitectónico. «No he tenido ayuda de ninguna clase de las administraciones», lamenta el empresario, quien iniciará tras el verano los trámites para alquilar el palacio.
Según los estudios de la profesora Rosario Camacho, su construcción data del siglo XVIII, si bien fue remodelado en la siguiente centuria. «Destaca sobre todo el patio y la escalera, de tipo imperial, cuya caja se cubre con una bóveda sobre pechinas y con adornos barrocos muy clasicistas», describe en su 'Guía histórico-artística de Málaga', en la que apunta que la casa pudo ser reformada bajo la dirección del arquitecto José Martín de Aldehuela.

Figura esencial
Pero los rasgos del inmueble, muy similares a los del edificio de la Alameda Principal que alberga a la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía, lo emparentan sobre todo con la que fue su moradora más importante: doña Trinidad Grund. Según pudo constatar e informó el académico Manuel Olmedo, consta en el padrón de 1890 que doña Trinidad Grund vivía en el número 7 de la calle del Peligro, nombre que recibió en el pasado esta vía, a la que posteriormente daría nombre dona Trinidad.

Además, Ricardo Arranz indicó que el palacio -hoy número 9 de la calle- presenta un esplendor arquitectónico similar al de otros edificios promovidos por la familia de Trinidad Grund, como el Ayuntamiento de Carratraca -casa construida por estos nobles para tomar las famosas aguas de esta localidad- y la finca La Concepción, en Marbella, donde se ubicó unos de los primeros altos hornos del fructífero empresario Manuel Agustín Heredia, suegro de doña Trinidad.

El estilo noble de la casa queda reflejado en multitud de detalles: en la decoración de la bóveda de la escalera, en las altísimas puertas de casetones, en los frescos del techo del salón principal, en un mosaico que decora la subida a la última planta del edificio, y en la grandiosidad del patio central, que aporta una gran luminosidad. En este lugar, Arranz ha colocado varias esculturas que dan un mayor valor si cabe al conjunto.

Junto al mar
El edificio, que se encontraba cuando se levantó en primera línea de mar -ya que las aguas del puerto llegaban hasta la actual calle Vendeja-, posee igualmente amplias cocheras para carruajes en la planta baja, con techos con unas enormes vigas de madera.

Antes de ser utilizado como oficinas del Ministerio de Trabajo, llegó a estar habitado por nueve familias. Hoy sólo queda una inquilina que recuerda con nostalgia la convivencia con algunos de los últimos moradores. «Eran un matrimonio con seis hijos. Viven dos hijas que todavía vienen en alguna ocasión al palacio para recordar su niñez», relata Mercedes, quien apunta que el edificio estuvo invadido por las palomas hasta que ha sido rehabilitado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario